Juan y su amor a la cocina
Jossmar Castillo
Washington Hispanic
os rayos del sol salen y Juan ya está en su puesto de trabajo. Tres veces al día unos 126 ancianos residentes en la comunidad Sunrise de Washington DC se convierten en los jueces de las creaciones que él y su equipo de cocineros les presentan. La hora del desayuno llega y él está listo para el reto.
La vida de Juan Madrid, un salvadoreño que desde hace 22 años vive en los Estados Unidos ha estado llena de ellos y por la manera en que los ha enfrentado, ha logrado obtener una carrera exitosa como chef, algo que ha convertido en su pasión.
Recientemente Madrid fue escogido, tras un concurso anual en el que participaron unas 300 personas, como uno de los cinco mejores chefs que tiene la comunidad Sunrise en todo el país.
“Todo el mundo quiere ganar. Lamentablemente no pude, pero me la pasé bien. Me divertí, porque estaba haciendo lo que me gusta”, dijo Juan luego de concursar en la final que se llevó a cabo el 13 de septiembre en Fort Belvoir, Virginia, y en la que sorprendió con un crujiente bacalao frito, cubierto con quínoa, acompañado de una salsa remoulade roja.
Aunque hace mucho que Juan dejó su pueblo natal La Unión, guardó consigo en la memoria los ingredientes que utilizaba su madre cuando él era un joven y las combina con otras técnicas y elementos de otras regiones del mundo para dar un sabor diferente y único a los alimentos que él prepara.
Juan no nació chef. De niño y durante su juventud veía a su madre cocinar. Sentía algo de curiosidad, pero no la suficiente como para agarrar una olla y preparar unos frijoles. En Boston se inició como lavador de platos, siempre con la curiosidad de observar el modo de preparación de los diferentes alimentos.
Fue justamente la observación y tomar nota de los procedimientos que los cocineros y los chefs realizaban, lo que lo llevó a cambiar la máquina de lavar platos por una estufa, la herramienta que le da vida a sus ideas. Ahora cada vez que hay una reunión familiar, es él junto a otros dos hermanos varones los que cocinan para su madre.
-¿Qué nos vas a preparar, Juan?- preguntó el pasado miércoles una de las residentes de Sunrise, mientras Juan se alistaba para darles una probadita de su bacalao con quínoa y salsa remoulade roja.
-Les voy a dar de probar algo nuevo y si les gusta lo incluyo en el menú- respondió Juan de vuelta.
Atentos escudriñaron la preparación del platillo, mientras el olor del pescado en el aceite caliente despertaba el apetito en ellos. Una vez que estuvo listo, las caras de satisfacción y una que otra solicitud para una segunda probadita lo decía todo. Para los residentes de Sunrise de Washington, Juan es el campeón.