Nuevo plan de reciclaje orgánico de Nueva York, tan ambicioso como polémico
Nueva York comenzó a implementar un programa de recolección de desechos orgánicos a gran escala, pero esta iniciativa de tono histórico genera molestias de muchos de los grupos locales dedicados al compostaje, sometidos a críticos recortes financieros.
John Surico, residente del barrio de Queens, empezó a separar sus restos de comida hace siete años.
En ese momento, llevaba los desechos orgánicos que guardaba congelados en su refrigerador a través de todo el vecindario hasta un sitio de recolección especial.
«Fue un compromiso», recordó. «Pero ahora, lo único que tengo que hacer es bajar las escaleras», dijo a la AFP.
Luego de su instalación en los populosos distritos de Queens y Brooklyn, Nueva York pretende equipar a toda la ciudad con nuevos contenedores de recolección en color marrón y naranja antes de fines de 2024.
A partir del próximo año, la clasificación de los residuos orgánicos será obligatoria, con una posible multa en caso de no hacerlo.
Hay mucho en juego para una ciudad que cada día genera 11.000 toneladas de desechos, de los cuales un tercio son restos de alimentos y de jardinería.
El año pasado, los residuos orgánicos sólo representaron un 3% del total de lo reciclado, según cifras del Departamento de Saneamiento (DSNY).
El alcalde Eric Adams, durante la publicitada inauguración a principios de enero de una ampliación de la planta de compostaje más grande de la ciudad, elogió la nueva iniciativa como «un logro increíble».
La instalación en Staten Island ahora podrá procesar hasta 95.000 toneladas de desechos orgánicos por año, gracias a un nuevo método de tratamiento acelerado (compostaje en pilas estáticas aireadas) que reduce el tiempo de descomposición a la mitad.
«Nos estamos convirtiendo en un modelo nacional de gestión ambiental», dijo Jenifer Rajkumar, miembro de la asamblea estatal de Nueva York en representación de Queens.
La ciudad también ampliará su red de «contenedores inteligentes» de basura, provistos de Bluetooth y en los que los neoyorquinos pueden arrojar residuos orgánicos a cualquier hora.
– ‘Componente humano’ –
Los grupos de voluntarios y organizaciones comunitarias que ya estaban activos en el compostaje recibieron con escepticismo el nuevo plan.
Esto se debe en parte a que una buena cantidad de los residuos orgánicos recolectados no se transformarán en abono, sino que serán introducidos en un digestor de desechos ubicado en Brooklyn, produciendo gas natural doméstico.
La otra razón está ligada a la eliminación de los subsidios otorgados a las organizaciones de compostaje existentes.
Una de las más grandes, Big Reuse, tuvo que despedir a 16 de sus 19 empleados, según uno de los trabajadores que permanecen, Gil López.
Esta ONG sin fines de lucro ahora corre el riesgo de perder su principal sitio operativo en Queens.
Aunque varios miembros del gobierno de la ciudad abogaron por restaurar la financiación municipal, «el alcalde no ha dado marcha atrás», destacó López.
Mill, una nueva compañía de gestión de residuos de alimentos, hizo una donación de 350.000 dólares, pero solamente retrasó la fecha límite unos meses.
«Nadie quiere financiar el compostaje comunitario si la ciudad no se compromete», dijo Marisa DeDominicis, cofundadora de la ONG Earth Matter NY, una organización que permite a Governors Island, en la bahía de Nueva York, reciclar sus propios residuos orgánicos.
«En cierto modo comprendo que si gobiernas una ciudad, tienes que mirar el resultado final, pero tenemos que tener en cuenta el componente humano en todo y en cualquier cosa. (…) Se trata de unirnos en torno al reciclaje y la sostenibilidad», argumentó Andrea Lieske, de Earth Matter NY.
Los sitios de compostaje locales también trabajan con numerosos jardines comunitarios y otros lugares, brindando apoyo logístico y conocimientos técnicos.
La historia del reciclaje de orgánicos en Nueva York también muestra que la huella de carbono de las actividades de gestión de residuos a nivel local es significativamente mejor que la recolección masiva en aceras, donde los camiones a veces viajan decenas de kilómetros hasta su destino final.
En lo que respecta a la comunidad, Big Reuse, como otros, también trabaja con niños, estudiantes y empresas para crear conciencia sobre el valor de los residuos orgánicos.
Para Gil López, «a un movimiento real en la ciudad de Nueva York se le está negando completamente el servicio».