Hermanos futbolistas son deportados
Jossmar Castillo
Washington Hispanic
os hermanos amantes del fútbol y residentes en el condado de Maryland fueron deportados esta semana a El Salvador por la Policía de Aduanas e Inmigración de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) el mismo día que el mandatario anunciaba la propuesta de un nuevo proyecto de ley sobre inmigración.
El único pecado de Diego y Lizandro Claros, de 22 y 19 años de edad, respectivamente, fue haber ingresado al país con pasaportes falsos en 2009, cuando ellos tenían 14 y 11 años. Ambos estudiaban, hablaban inglés y no contaban con ningún delito en su récord criminal, más que haber entrado al país indocumentados cuando eran niños.
Decenas de personas se congregaron el miércoles en las escalinatas de CASA, una organización de apoyo a los inmigrantes ubicada en Hyattsville, Maryland, para mostrar su apoyo a los hermanos residentes en Gaithersburg y sus familiares, y para repudiar las acciones del gobierno enfocadas en separar familias que lo único que buscan es la seguridad física de sus miembros.
«Mis hijos viven y comen fútbol, dijo Lucía Saravia, madre de los jóvenes que cayeron en las manos de ICE el viernes 28 de julio en la ciudad de Baltimore. Una redada, que se suponía daría con la detención de jóvenes entre 16 y 18 años vinculados con las pandillas, truncó el futuro de dos estrellas del fútbol local. «Ellos han separado a mi familia. Estábamos juntos y eramos muy felices», lamentó la madre.
En el caso de Lizandro, el fútbol lo llevó a recibir una beca de una unversidad en North Carolina, a la cual empezaría a asistir este otoño.
Nick Katz, abogado de CASA que los representa, dijo que esta es la deportación más rápida que ha visto en sus años de trabajo. En 2012 los jóvenes recibieron una notificación final de deportación, que fue suspendido a través de una solicitud.
Diego y Lizandro siguieron su vida de manera normal. Eran unos muchachos ejemplares y sin delitos cometidos, estaban fuera de la lista de prioridades para deportación durante la administración del Presidente Barack Obama.
Pero ahora que Trump está en el poder no fue así, puesto que toda persona que haya entrado a los Estados Unidos de manera indocumentada puede ser objeto de deportación.
El miércoles los muchachos aterrizaron en El Salvador, un país en el que no han estado en los últimos 10 años y sin la presencia de su madre, Lucía, ni de su padre, José Claros. Lo más que temen es que los jóvenes resulten víctimas de la violencia que azota este país.
Katz dijo que después de una deportación no hay mucho que CASA pueda hacer para que los jóvenes entren nuevamente a los Estados Unidos de manera legal. Un proceso podría tardar hasta 10 años.
Jugadores y directivos del Bethesda Soccer Club, el equipo en el que Lizandro brilló a tal punto que se ganó la beca, dijeron que realizarán colectas para ayudar a que los jóvenes se establezcan en El Salvador, mientras que CASA realizará una marcha este 15 de agosto al frente de la Casa Blanca.