Recibir más refugiados, como quiere Biden, no será sencillo
AP
La agencia que dirige Krish Vignarajah lucha por sobrevivir desde que el gobierno de Donald Trump redujo en un 85% la cantidad de refugiados que admite Estados Unidos. Tuvo que cerrar un tercio de las oficinas de la organización que reubica refugiados y despedir a más de 120 empleados, algunos de ellos con décadas de experiencia.
Ahora se afana no solo por traer de vuelta a esa gente sino por duplicar la capacidad del Servicio Luterano de Inmigración y Refugiados, una expansión que no se ve desde que la agencia se agrandó para hacer frente a una ola de refugiados llegados tras la caída de Saigón en 1975.
Las nueve dependencias estadounidenses que reubican refugiados están siendo remecidas, preparándose para recibir 125.000 refugiados, si no más, este año, en que el presidente Joe Biden cumplió su promesa de aumentar a los niveles de antaño la cifra de personas que pueden iniciar una nueva vida en Estados Unidos después de escaparle a la persecución o la guerra.
Estas agencias estuvieron al borde de la desaparición. Los últimos cuatro años reflejan la necesidad de reforzar este programa creado hace 41 años y que siempre tuvo apoyo bipartidista para hacerlo menos vulnerable a los vaivenes políticos si es que Estados Unidos desea volver a ser uno de los principales santuarios para los oprimidos del mundo.
“Hemos visto cómo la concentración de la política hacia los refugiados exclusivamente en la Casa Blanca puede generar tanta destrucción si cae en las manos equivocadas”, manifestó Vignarajah.
El gobierno de Trump puso tantos obstáculos que no se sabe si se podrá reactivar el programa con la velocidad necesaria para volver a las cifras de antes este año, como quiere Biden, sobre todo en medio de una pandemia que limita las posibilidades de entrevistas a los refugiados en campamentos y ciudades atestadas.
“Los cimientos del sistema se rompieron tanto que ni siquiera sabemos si podremos llegar a los 125.000 (refugiados) el año que viene”, expresó Jennifer Foy, vicepresidenta de la rama estadounidense de World Relief, una organización que reubica refugiados. El presidente decide cuántos refugiados serán admitidos cada año y los fondos que reciben las agencias de reubicación dependen de la cantidad de personas que reubican.
Donald Trump debilitó el programa de refugiados en el marco de sus políticas dirigidas a contener la inmigración. Redujo la cantidad de refugiados admitidos todos los años hasta llegar a solo 15.000 en el año fiscal del 2021, que empezó en octubre. Históricamente fueron admitidos un promedio de 95.000 refugiados anuales, sin importar quién ocupase la presidencia.
El gobierno dijo que hacía esos recortes para proteger los empleos de los estadounidenses durante la pandemia y que deseaba que los refugiados fuesen ubicados más cerca de sus países a la espera de que se resolviesen las crisis que hicieron que se fuesen.
Más de 100 oficinas abocadas a la reubicación de refugiados cerraron durante el gobierno de Trump, incluidas 27 de World Relief, la agencia de Foy. Los depósitos donde reciben artículos donados están casi vacíos y se cortaron sus relaciones con gente a las que les alquilan viviendas en vista de que no tenían inquilinos.
El gobierno de Trump también redujo o reasignó el personal de apoyo en el exterior que procesaba las solicitudes de refugio.
A pesar de los problemas para revivir el programa, activistas dicen que es importante que Biden se haya propuesto recibir 125.000 refugiados este año para darle nuevos ímpetus al programa.
Biden también prometió buscar una legislación que fije un mínimo de 95.000 refugiados anuales, lo que ayudaría a estabilizar las finanzas de las agencias de reubicación.
Biden, quien fue uno de los patrocinadores de la legislación que creó el programa de refugiados en 1980, dijo que mediante la reapertura de las puertas a los refugiados “vamos a restaurar el alma de esta nación”.
“Las agencias de reubicación ayudan a reunir familias, enriquecen a Estados Unidos y mejoran nuestra imagen, nuestra influencia y nuestra seguridad en el mundo”, expresó Biden en junio en el Día Mundial de los Refugiados.
Durante décadas Estados Unidos admitió más refugiados que todos los demás países combinados. Pero en el 2018 recibió menos que Canadá. Mientras Estados Unidos y otras naciones les cerraban sus puertas, la cantidad de refugiados subía a 26 millones, una cifra sin precedentes, como consecuencia de conflictos políticos, violencia y hambrunas.
Biden dijo que quiere agilizar la admisión de refugiados expandiendo el procesamiento de sus solicitudes en el exterior y ofreciendo visas de estudiante a quienes buscan refugio. Indicó que hay que darles prioridad a los latinoamericanos, sobre todo los venezolanos, que constituyen con los sirios las poblaciones de desplazados más grandes del mundo.
Los refugiados sobrellevaban un proceso de admisión más estricto que el de cualquier otra persona que ingresa a Estados Unidos ya antes de la llegada de Trump, en que casi se frenó su admisión, según el Proyecto Internacional de Ayuda al Refugiado.
El año pasado el gobierno de Trump empezó a pedir a los solicitantes de refugio que diesen las direcciones donde vivieron los últimos diez años, algo casi imposible para alguien que lleva años viviendo en el exilio.
“El gobierno empezó a incorporar técnicas novedosas, nunca ensayadas, que abrumaron el sistema con demoras y resultados dudosos”, declaró Vignarajah, CEO del Servicio Luterano de Inmigración y Refugiados.
La tarea por delante no es sencilla.
“Es fácil aumentar las restricciones, muy difícil reducirlas”, dijo Vignarajah.
También se discute quién debe ser tenido en cuenta.
El gobierno de Trump cambió las reglas de admisión, estableciendo sus propias categorías en lugar de seguir las recomendaciones de la Oficina de Refugiados del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, como era la costumbre.
Por ejemplo, no hay una categoría para quienes le escapan a la guerra, como los sirios.
Fue así que decenas de miles de refugiados que habían sido aprobados en principio por el Departamento de Seguridad Nacional de repente se enteraron de que no podían recibir refugio en Estados Unidos.
Los defensores de los refugiados dicen que quienes le huyen a la guerra deben recibir prioridad.