Virginia enfrenta su peor crisis política
Víctor Caycho
Washinton Hispanic
En el transcurso de una semana, los tres principales funcionarios electos del estado –todos demócratas-quedaron envueltos en diferentes escándalos tras alegaciones de racismo y agresión sexual, generando una crisis política que en las últimas horas se salió de control.
La grave situación empezó el viernes 2, cuando el sitio web de extrema derecha Big League Politics publicó una fotografía de hace 35 años, en el anuario de una escuela de medicina, donde Ralph Northam aparece con el rostro pintado de negro. El gobernador inicialmente admitió que era su imagen, que se había pintado el rostro con betún y pidió disculpas a la ciudadanía, pero el lunes 4 se rectificó. “Ese no soy yo”, dijo refiriéndose a la foto, en la que una persona con el rostro untado de negro está junto a otra que viste un manto y una capucha blanca como las que usa el grupo racista Ku-Klux-Klan.
La dirigencia demócrata del estado y líderes nacionales del mismo partido le pidieron que renuncie, señalando que tienen “tolerancia cero” para las actitudes racistas. Sin embargo, después de varias reuniones y una investigación personal sobre la controvertida imagen, Northam se mantenía aferrado al cargo, tras destacar su trabajo continuo a favor de los más necesitados sin importar su raza o estatus migratorio.
Quien lo debería suceder en caso de una renuncia es Justin Fairfax, el miércoles 6 una mujer, que se identificó como Vanessa Tyson, denunció públicamente al vicegobernador de que la atacó sexualmente hace 15 años. Fairfax, quien es de origen afroamericano, había rechazado la acusación cuando la noticia se filtró en otro sitio web conservador el domingo.
La denunciante, una politóloga que es becaria de la Universidad Stanford se declaró “orgullosamente demócrata” y dijo que no le anima ningún propósito político. Tiene dos testigos que corroboran su alegato. El vicegobernador replicó que el hecho fue consensual, pero la mujer insistió en que él la forzó a practicar sexo oral.
Para terminar este drama, el miércoles el procurador estatal de Virginia, Mark Herring –quien se había sumado al coro de líderes que pedía la renuncia del gobernador Northam-, admitió en una declaración que una vez en la adolescencia, en la década de 1980, usó maquillaje y una peluca para tener aspecto de rapero negro durante una fiesta cuando tenía 19 años y estudiaba en la Universidad de Virginia.
Piden renuncia
Los acontecimientos de la jornada ponen en peligro las carreras políticas de los tres principales funcionarios salidos de las urnas en Virginia, todos demócratas.
Tanto el Caucus Demócrata como el Caucus Afroamericano de la Asamblea Estatal de Virginia pidieron desde el primer momento la renuncia de Northam y ahora sopesan la situación de Fairfax y Herring.
El presidente Donald Trump no desaprovechó la ocasión y acusó el jueves a los demócratas de sesgo político, al tuitear que “Si los tres políticos en desgracia fueran republicanos, tomarían una acción mucho más fuerte”.
La situación se torna crucial para el partido demócrata, cuando el país se alista para la campaña electoral de noviembre de 2020, donde Trump debe ir por la reelección.
Virginia es un estado clave para ganar una elección presidencial y las victorias demócratas en los últimos años habían hecho crecer sus esperanzas para recuperar la Casa Blanca.
Ahora la situación puede cambiar radicalmente, en un viraje impensado hasta hace pocos días: Si Northam y Fairfax caen, Herring sería el siguiente en la sucesión para convertirse en gobernador. Después de Herring sigue el republicano conservador Kirk Cox, presidente de la Cámara de Representantes estatal de Virginia.