Mara acaba con la vida de un menor
Jossmar Castillo
Washington Hispanic
En 2014 la Mara Salvatrucha le dio dos opciones a Jacson Pineda Chicas cuando vivía en El Salvador, o se unía a la pandilla o lo mataban. Era apenas un niño, pero eso no fue impedimento para que, por medio de amenazas, otros jóvenes intentaran reclutarlo para formar parte de esta organización criminal de gran alcance.
La madre de Jacson no lo pensó dos veces y emigró a los Estados Unidos en busca de un lugar seguro sin pensar que cinco años después, otros miembros de la mara que operan en la región metropolitana de Washington le quitarían la vida a su hijo de una forma sanguinaria.
El pasado 9 de marzo un alguacil del condado de Stafford se encontró con el cuerpo sin vida de una persona, abandonada a la orilla de la River Road, quemado y con cientas de cortadas y puñaladas en el cuerpo.
Un tatuaje que tenía Jacson en un brazo le indicó a su madre que se trataba de él, quien fue visto con vida por última vez un día antes. “Mi hijo ya tenía problemas en la escuela, lo habían amenazado, lo habían golpeado”, dijo la mujer, quien no quiso revelar su identidad por razones de seguridad.
“Me van a matar, me van a matar”, le había comentado Jacson a su madre, como si supiera lo que le ocurriría más adelante. Le dijo que aunque se fuera a El Salvador presentía que su destino sería el mismo.
De acuerdo con las autoridades, Jacson murió en el sótano de la residencia de José Ordoñez Zometa, un supuesto líder de un grupo de la mara Salvatrucha que opera en el condado de Fairfax, y que aparentemente tenía dudas sobre la lealtad de Jacson para con la pandilla.
En la casa estaban otros individuos que participaron en el asesinato por orden de Ordoñez Zometa y la posterior limpieza de la escena del crimen.
Ordoñez Zometa fue deportado de los Estados Unidos el 18 de octubre de 2017, de acuerdo con un comunicado emitido el lunes por la noche por funcionarios de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas, y volvió a ingresar.
Otros cuatro que han sido acusados de asesinato en el caso permanecen en Virginia a la espera de ser extraditados a Prince George’s: Jonathan Castillo-Rivera, de 20 años, de Annandale; Kevin Rodríguez-Flores, 18, y José Hernández-García, 25, ambos sin dirección fija; y Christian Martínez-Ramírez, de 16 años, de Falls Church, quien fue acusado de adulto. Las autoridades sospechan de un sexto individuo al que aún no han identificado oficialmente.
“Yo no quiero que ninguna madre esté pasando este momento que yo estoy pasando, porque es muy difícil”, manifestó llorosa la madre. “Me duele mucho, porque es mi hijo y esto no se le hace a nadie.”, comentó la mujer, quien ha dicho que no quiere volver a El Salvador.