Pakistán detiene a 129 musulmanes tras ataques a iglesias y viviendas de la minoría cristiana
La policía detuvo a más 100 musulmanes en redadas durante la noche en el este de Pakistán, donde una turba de musulmanes enojados por la supuesta profanación de un Corán a manos de un cristiano atacó iglesias y viviendas de la minoría cristiana. El gobierno desplegó tropas para restaurar el orden, según dijeron las autoridades el jueves.
No había víctimas, ya que los cristianos que vivían en una zona residencial en la ciudad de Jaranwala, en el distrito de Faisalabad, se apresuraron a huir a lugares más seguros con sus familias tras uno de los ataques más destructivos registrados en el país contra la comunidad cristiana.
Los cristianos regresaban poco a poco a sus hogares el jueves, sólo para encontrar destrucción y al menos una iglesia quemada. Otras cuatro iglesias sufrieron daños. Dos docenas de viviendas fueron incendiadas o sufrieron graves daños en los disturbios.
“Estábamos sentados en casa cuando de pronto oímos que venía una turba y estaba quemando casas y atacando iglesias”, dijo Shazia Amjad mientras lloraba delante de su casa, que fue incendiada el miércoles.
La mujer dijo a The Associated Press que los agresores habían quemado objetos domésticos y muebles. Algunas de sus posesiones fueron robadas cuando huyó a un lugar más seguro con su familia, añadió.
Amjad dijo que los agresores habían empleado combustible para quemar casas en su zona, además de robar joyas y otros objetos. Otros cristianos describieron penurias similares y expresaron su desconcierto.
Azeem Masih lloraba sentado ante su casa quemada, en una calle con varias viviendas incendiadas.
Algunos de los agresores, dijo, emplearon vehículos para llevarse enseres de los cristianos tras quemar sus muebles y otras pertenencias. “¿Por qué nos hicieron esto a nosotros? No habíamos hecho nada malo”, dijo.
Miembros de la comunidad cristiana se consolaban entre sí ante sus casas dañadas, mientras muchas mujeres lloraban y se lamentaban por la destrucción. Aquellos cuyas casas habían ardido no tenían idea de a dónde ir o qué hacer a continuación.
Khalid Mukhtar, un sacerdote local, dijo el miércoles a AP que la mayoría de los cristianos en la zona habían huido a zonas más seguras. “Incluso mi casa la quemaron”, dijo. El sacerdote dijo creer que la mayoría de las 17 iglesias de Jaranwala habían sido atacadas.
Delegaciones de clérigos musulmanes llegaron a Jaranwala para tratar de calmar los ánimos, mientras tropas y policías patrullaban la zona.
Las autoridades locales cerraron escuelas y oficinas y prohibieron las manifestaciones durante una semana para evitar más violencia.
La violencia fue condenada en todo el país, y el primer ministro interino, Anwaarul-ul-Haq Kakar, ordenó a la policía que se asegurase de que los participantes en la turba eran detenidos.
El jefe de la policía regional, Rizwan Khan, dijo el jueves que 129 sospechosos habían sido detenidos y la situación estaba bajo control.
La violencia estalló después de que algunos musulmanes residentes en la zona afirmaran que habían visto a un cristiano local, Raja Amir, y a un amigo arrancando páginas de un Corán, arrojándolas al suelo y escribiendo comentarios insultantes en otras páginas.
La policía dijo que intentaba detener a Amir para determinar si había profanado el libro sagrado islámico.
Según Khan, la turba se formó con rapidez y empezó a atacar varias iglesias y viviendas de varios cristianos. La gente también atacó el miércoles las oficinas de un administrador de la ciudad, pero la policía terminó interviniendo, disparó al aire y empleó porras para dispersar a la gente con ayuda de ancianos y clérigos musulmanes.
Videos y fotos compartidos en medios sociales mostraban a una turba enfurecida que se abatía sobre una iglesia, arrojaba trozos de ladrillos y la quemaba. En otro video se veían otras cuatro iglesias atacadas y con las ventanas rotas, mientras los agresores arrojaban muebles fuera y les prendían fuego.
En otro vídeo se veía cómo un hombre trepaba al tejado de una iglesia y retiraba una cruz de hierro tras golpearla varias veces con un martillo mientras una multitud le vitoreaba.
La violencia fue condenada por grupos nacionales e internacionales de derechos humanos.
Amnistía Internacional pidió que se revocaran las leyes de blasfemia del país.
Según las leyes de blasfemia en Pakistán, cualquiera declarado culpable de insultar al islam o a figuras religiosas islámicas puede ser condenado a muerte. Aunque las autoridades aún no han ejecutado una pena de muerte por blasfemia, a menudo la mera acusación puede provocar revueltas y llevar a las turbas a la violencia, el linchamiento y el asesinato.
Grupos nacionales e internacionales de derechos humanos dicen que a menudo, las acusaciones de blasfemia se han utilizado para intimidar a minorías religiosas en Pakistán y ajustar disputas personales.