Ñatitas: el culto a los cráneos entre devotos de Bolivia

Redacción
Washington Hispanic

la salida de la capilla del cementerio de La Paz, Esperanza Mozón sostiene un cojín donde se apoyan dos cráneos humanos y pide a una banda que entone “Feliz Cumpleaños” para ellos.

Al igual que esta mujer de 68 años, otros bolivianos llegaron el miércoles hasta la ciudad para rendir culto a estos huesos que llaman Ñatitas y consideran milagrosos. La celebración, que lleva el nombre de los cráneos y ocurre cada ocho de noviembre, cierra el festejo a los muertos que inicia todos los años en Bolivia desde el primero de mes.

Los dos cráneos de Esperanza se llaman Amanda y Ron. El primero fue un regalo de su hija, quien se lo obsequió hace 35 años, cuando aún era estudiante de medicina, y el segundo lo encontró en ese mismo cementerio hace dos décadas.

“Creo que Ron estaba esperando a mi Amandita”, dice Esperanza a The Associated Press. “Cada año hago esto porque son mis Ñatitas que me cuidan, me acompañan y me sanan cuando estoy enferma”.

Una vez que la banda inicia la canción, Esperanza saca su pañuelo y baila junto con sus familiares en honor de Amanda y Ron.

A su alrededor, otros bolivianos celebran a sus propias Ñatitas, que están adornadas con flores o desplegadas en cojines o cobertores de lujo. La mayoría de los creyentes de este culto proviene de la zona andina alta de Bolivia, y aunque la iglesia católica no respalda la celebración, el padre sí accede a dar una una charla a los devotos y pone agua bendita en las esquinas para que los creyentes bendigan a sus cráneos.

Según la tradición, los cráneos deben ser de gente desconocida, por lo que muchas personas los recolectan de pilas de huesos de difuntos olvidados que se amontonan en el cementerio. Sin embargo, algunos bolivianos usan los de parientes lejanos.

La festividad de las Ñatitas —palabra que en aymara significa “chata” o “sin nariz”— atrae cada vez más devotos, ya que los creyentes le atribuyen a los cráneos la misión de cuidar su vivienda y cumplir favores que les piden los dueños de casa.