Francisco pide luchar contra el feminicidio en Latinoamérica

AP
Washington Hispanic

Francisco pidió el sábado luchar contra la “plaga” de feminicidios que ha convertido a Latinoamérica en el lugar más violento del mundo para las mujeres, y pidió crear una nueva cultura y leyes que las protejan.

En su primera alusión directa al feminicidio desde que inició hace casi cinco años su pontificado, Francisco describió a las mujeres, madres y abuelas como la «fuerza motora» de las familias, pero dijo que al ser víctimas de violencia «quedan silenciadas detrás de tantas paredes».

En una celebración mariana en la norteña ciudad costera de Trujillo, el primer papa latinoamericano dijo que además de leyes, se necesita una cultura «que repudie toda forma de violencia». Sus comentarios llegaron el mismo día en que decenas de miles de mujeres marchan por todo Estados Unidos en apoyo del empoderamiento femenino.

El uso del término «feminicidio» _el asesinato de mujeres por motivos de género_ marcó la segunda vez en los últimos días que se pronuncia en contra de la cultura machista tan difundida en América Latina. Las mujeres son a menudo maltratadas y acosadas en la calle, y la región tiene el dudoso honor de tener las tasas más altas de violencia contra mujeres fuera de una relación sentimental y la segunda más alta con sus parejas.

Naciones Unidas considera a Latinoamérica la región más violenta para las mujeres, pese a que cada vez más países están aprobando políticas para protegerlas. Según un informe de noviembre del Programa de las Naciones Unidas para la Mujer y el Desarrollo, el número de homicidios femeninos en América Latina está aumentando, con dos de cada cinco producto de la violencia doméstica. El informe calificó el fenómeno de «pandemia mundial».

Para combatir esta tendencia, miles de mujeres han salido a la calles de Latinoamérica, incluido Perú, para protestar contra la violencia de género en los últimos años como parte de la campaña internacional «Ni Una Menos».

El viernes, en el Amazonas, Francisco denunció cómo muchas mujeres son esclavizadas y obligadas a prostituirse en la región, y dijo que le dolió cómo están «desvalorizadas, denigradas y expuestas a una violencia sin fin».

La decisión de Francisco de abordar directamente el flagelo rompe su reticencia a hablar del tema en 2016, cuando visitó la zona cero de la crisis regional: Ciudad Juárez, en México.

La ciudad fronteriza mexicana es conocida por los cientos de asesinatos de mujeres que comenzaron en 1993 y que atrajeron la atención internacional. Más de 100 mujeres murieron en asesinatos muy parecidos en la localidad, ubicada al otro lado de El Paso, Texas, aunque la naturaleza serial o imitadora disminuyó una década más tarde. Cientos de mujeres más han sido asesinadas en Juárez en otras circunstancias desde entonces.

En Ciudad Juárez, Francisco hizo una súplica emotiva para reconocer la «tragedia humana» del trato a los migrantes, pero apenas mencionó a los asesinatos de mujeres. No usó la palabra «feminicidio», diciendo: «¿Y qué podemos decir de tantas mujeres que injustamente perdieron la vida?».
Las madres de algunas de las víctimas de Juárez habían buscado sin éxito reunirse con él y sus comentarios del sábado marcan la primera vez que usa el término «feminicidio» en público.

Los países centroamericanos tienen las tasas más altas de violencia de género, pero el tema es un problema grave en Perú, donde más de 1.000 mujeres peruanas fueron asesinadas en actos de violencia de género entre 2009 y octubre de 2017.

El informe encontró que tres agresiones sexuales tuvieron lugar cada hora durante los primeros nueve meses de 2017. El noventa por ciento de las víctimas en las 17.182 quejas recibidas eran mujeres y la mayoría de los incidentes ocurrieron dentro del propio hogar de la mujer.

Los comentarios de Francisco llegaron en su evento final en Trujillo, que fue golpeado por las devastadoras inundaciones del año pasado que mataron a más de 150 personas y destruyeron cientos de miles de hogares.

Horas antes, Francisco consoló a los peruanos que lo perdieron todo en las inundaciones de 2017 y les dijo que pueden superar las «tormentas» de la vida en comunidad y erradicando la violencia que azota al norte peruano.

El papa viajó a Trujillo, tercera ciudad más importante del país que fue golpeada por las inundaciones de «El Niño Costero» y el año pasado mataron a más de 150 personas además de destruir a cientos de miles de hogares en todo Perú. Muchos todavía viven en tiendas de campaña.

El pontífice dijo a unos 200.000 fieles que vino a rezar con los damnificados, quienes también deben enfrentarse a «otras tormentas que pueden azotar estas costas con efectos devastadores en la vida de niños de estas tierras», en referencia al crimen organizado y al sicariato que afectan el norte peruano.

Con ese telón de fondo, el papa encontró una población frustrada que espera que su visita pueda acelerar el ritmo de la reconstrucción del peor desastre ambiental que ha sufrido Perú en casi dos décadas.

Por la tarde Francisco volvió a Lima y antes de irse a descansar rezó por los enfermos con cientos de fieles en las afueras de la embajada del Vaticano.