El mercado informal en Cuba se abre paso en internet
En el chat grupal en Telegram, los mensajes llegan como olas.
“Busco ibuprofeno en suspensión y aceitaminofeno, por favor», escribió una usuaria. «Es urgente, es para un bebé de 10 meses”.
Otros ofrecen medicamentos traídos de fuera de Cuba, y añaden: «Escriba al número directo”. En las listas salpicadas de emojis se venden antibióticos, pruebas de embarazo, vitaminas, cremas para el sarpullido y mucho más.
El chat grupal, que incluye a 170.000 personas, es sólo uno de los muchos que han florecido en los últimos años en Cuba junto con un aumento exponencial del uso de internet en la isla bajo el régimen socialista.
La venta informal de todo tipo de productos, desde huevos hasta refacciones para automóvil —el llamado mercado negro del país_, es una práctica habitual en Cuba, donde el acceso a los productos más básicos, como la leche, el pollo, los medicamentos y los productos de limpieza, siempre ha sido limitado. Este mercado es técnicamente ilegal, pero el grado de ilegalidad, a ojos de las autoridades, puede variar según el tipo de artículos que se vendan y cómo se hayan obtenido.
Antes de que surgiera el internet, estos intercambios se realizaban “a través de tus contactos, tus vecinos, tu comunidad local”, dijo el cubano Ricardo Torres, economista de la Universidad Americana de Washington. “Pero ahora, a través de internet, puedes llegar a toda una provincia”.
Con las escaseces y la turbulencia económica en su peor momento en años, el mercado en línea “ha estallado”, agregó Torres.
En concurridos grupos de WhatsApp se habla sobre el tipo de cambio informal, que proporciona más pesos por dólar o euro que el tipo de cambio oficial.
Mientras tanto, las versiones cubanas de Craigslist —sitios como Revolico, la primera herramienta digital de compra y venta de la isla— anuncian de todo, desde bicicletas eléctricas traídas de otros países hasta “apartamentos capitalistas” en los barrios ricos de La Habana.
Muchos productos se venden en pesos, pero a menudo los más costosos se cotizan en dólares, y los pagos se realizan en efectivo o mediante transferencias bancarias fuera del país.
Mientras que los cubanos más ricos —o los que tienen familias que envían dinero desde el extranjero— pueden permitirse artículos más lujosos, muchos artículos básicos siguen siendo inasequibles para personas como Leonardo, un ingeniero empleado por el Estado que pidió que no se utilizara su nombre real porque teme sufrir represalias del gobierno.
Hace tres meses, Leonardo empezó a comprar artículos como inhaladores, antibióticos y cremas para el sarpullido a amigos que llegaban de otros países, y luego los revendía en internet con un pequeño margen de beneficio. Las autoridades gubernamentales son muy críticas de estos “revendedores”, sobre todo con los que compran productos en las tiendas cubanas y luego los venden a un precio mayor.
A finales de octubre, el presidente Miguel Díaz-Canel pidió que se aplicaran medidas enérgicas contra esta práctica, y llamó a los revendedores “ilegales, pillos, lumpen, vagos y corruptos”.
“Lo que no podemos permitir es que quienes no trabajan, no aportan y están en la ilegalidad ganen más y tengan más posibilidades para vivir que los que realmente aportan», dijo durante una reunión con funcionarios gubernamentales. «Ahí estamos al revés, estamos rompiendo los conceptos del socialismo”.
Pero Leonardo dice que él y otros como él sólo intentan salir adelante.
“La gente que utiliza esta medicina es gente que la necesita, gente que tiene problemas respiratorios», señaló. «Las personas que la usan son personas que realmente la necesitan… Sobre todo vendemos antibióticos”.
Con el dinero que ha obtenido a partir de las ventas, Leonardo ha logrado comprar jabón y alimentos, así como antibióticos y vitaminas para sus padres ancianos.
El ascenso de los nuevos mercados digitales es una muestra de un tipo específico de resistencia creativa que los cubanos han desarrollado a lo largo de décadas de dificultades económicas. Gran parte de la crisis es resultado del embargo comercial de seis décadas del gobierno estadounidense a la isla, pero los críticos dicen que también se debe al mal manejo que el gobierno ha hecho de la economía y la renuencia de apoyar al sector privado.
Así, la gente en la isla tiende a ser altamente ingeniosa, trabajando con lo que tenga a su disposición. Un ejemplo de ello son los automóviles viejos de la década de 1950, que aún recorren las calles gracias a mecánicos que utilizan su creatividad y refacciones para compensar la escasez de vehículos nuevos.
Los emprendedores han utilizado la misma creatividad para hacer frente a lo que en un principio era un acceso muy limitado a internet. Carlos Javier Peña y Hiram Centelles, expatriados cubanos que viven en España, crearon Revolico en 2007 con el fin de “aliviar las dificultades de la vida en Cuba”.
Mantuvieron sencillo el diseño del sitio, similar a Craigslist, para que funcionara bien en el internet lento del país. Pero en 2008, el mismo año en que el gobierno suspendió la prohibición a la venta de computadoras personales, también bloqueó el acceso a Revolico. La prohibición continuó hasta 2016. Mientras tanto, Peña y Centelles utilizaron herramientas digitales y distintos servicios de hospedaje web para saltarse las barreras cortafuegos.
Sin embargo, utilizar el sitio ya era difícil para muchos, dada la carencia de internet para los celulares.
Heriberto, un estudiante universitario en 2008, podía tener acceso a él gracias a un pequeño paquete mensual de internet que su escuela le proporcionaba. Otros le pedían a amigos y familiares que les adquirieran artículos mientras estaban en sus trabajos, donde en ocasiones tenían acceso a la red mundial.
“Aquí es un mercado que normalmente no es abastecido», dijo Heriberto, ahora de 33 años, quien pidió que sólo se usara su primer nombre porque también teme represalias del gobierno. «Entonces hay la costumbre de buscar primero en la tienda, y cuando no lo tiene, lo buscas en Revolico”.
Las ventas en WhatsApp, Facebook y Telegram realmente despegaron en 2018, cuando los cubanos obtuvieron acceso a internet desde sus teléfonos, algo que Torres dice fue un “punto de inflexión”.
Entre 2000 y 2021 el número de cubanos que usan internet aumentó de menos de 1% de la población a 71%, según muestran datos de la Unión Internacional de Comunicaciones. La red mundial fue un salvavidas para Heriberto y muchos otros cubanos durante la pandemia de COVID-19, señalaron.
Ahora, con el turismo aún en recuperación —el principal sector económico de la isla_, muchos han formado empresas completas para la venta de bienes en línea, desde artículos básicos como medicinas hasta muchos bienes especializados más caros. Recientemente Heriberto utilizó el sitio para vender una bicicleta de montaña a la que le puso un precio en dólares.
Centelles, el cofundador de Revolico, dice que el sitio y herramientas similares han evolucionado para adaptarse a una Cuba en constante cambio. Por ejemplo, en un momento en que la isla sufre apagones abrumadores, las ventas de generadores eléctricos y baterías recargables han aumentado enormemente, señaló.
Funcionarios gubernamentales han dicho que el internet es importante para el crecimiento económico del país, pero le han dado un trato de “aceptación a regañadientes”, dijo Valerie Wirtschafter, analista de datos del centro de investigación Brookings Institution, quien da seguimiento al uso del internet en Cuba.
“Realmente nunca han podido controlar el internet en muchas formas”, dijo Wirtschafter.
Tal vez el ejemplo más visible ocurrió cuando surgieron protestas masivas en 2021, gracias en gran medida a las comunicaciones en rápida expansión en redes sociales, incluyendo Facebook, WhatsApp, Instagram y Telegram. El gobierno bloqueó muchas redes sociales y aplicaciones de mensajería cruciales durante algunos días para impedir que las protestas se extendieran.
Aunque Leonardo dijo que considera riesgoso efectuar ventas en Telegram, “al final, necesitas el medicamento… entonces vas a asumir este riesgo”.
Heriberto aún utiliza Revolico, pero dijo que ahora prefiere sitios como Facebook que ofrecen cierto nivel de anonimato. En esos lugares puede efectuar ventas valiéndose de un perfil falso, señaló, algo que no es posible hacer en Revolico, ya que este exige que el usuario publique su número telefónico.
“Ya es una necesidad básica”, señaló Heriberto. “El internet ha llegado a Cuba. Ya es fundamental”.