Visitantes disfrutan en tirolesas de cataratas del Niágara
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as cataratas del Niágara son la más reciente maravilla del mundo que agrega una tirolesa a su magnificencia. Recién casados y otros turistas ahora pueden probar su adrenalina bajando por el cable a una velocidad de hasta 64 kph (40 mph).
Las bajadas por los largos cables han evolucionado de novedad para explorar la jungla a adiciones casi necesarias para atraer turistas a destinos establecidos en el siglo XXI. Es una moda que ha expuesto una división entre los que contemplan a la naturaleza como monjes y otros que necesitan experiencias extremas, a la Indiana Jones.
«No podemos convertir esto en museos. Tenemos que mantener al público en general, las personas por las que estos lugares han sido protegidos, tenemos que mantenerlos motivados para que salgan», argumentó Tom Benson, cofundador y director ejecutivo de experiencias de WildPlay Element Parks, que construyó la tirolesa en las cataratas del Niágara.
«¿Cómo sacas a un adolescente y lo separas de su consola de juegos para hacer algo que va a cautivar su imaginación?», preguntó.
La gran popularidad de las tirolesas comerciales en los últimos cinco años (hay al menos 200 en Estados Unidos) significa que más gente está experimentando la naturaleza de una manera que marearía a Thoreau. Hay tirolesas en el río New River Gorge en West Virginia, en la isla Catalina en California, encima de paisajes exuberantes en Hawaii y con vista a la montaña Denali en Alaska.
Una tirolesa en el Cañón del Cobre, en México, tiene más de 2,4 kilómetros (una milla y media) de largo. Otra en Nepal tiene una caída de 610 metros (2.000 pies) y otra en Sun City, Sudáfrica, se jacta de bajar a una velocidad de 161 kph (100 mph).
«Sientes todo ese aire en tu contra, se siente como ir en una montaña rusa», dijo Quillan Brady luego de disfrutar la nueva tirolesa Eagle Flyer en Lake George en Adirondacks, en Nueva York.