La sordera de Beethoven y Dios ¡Ya basta! ¡Silencio!

Grego Pineda

Que callen las notas de la sonata _Moonlight_.

Que no suene su primer movimiento porque, ¿acaso no se dan cuenta del
lamento que contiene?

Es que en realidad esta pieza no estaba dedicada a interpretarse en
público. Simplemente su autor buscaba explicarse su sordera y su
fatalidad.

¿Por qué Dios lo había instrumentalizado para expresarse a la
humanidad y ahora ni siquiera podía saber si era fiel intérprete del
mensaje de su Dios? Esto se preguntaba mi amigo Beethoven y ahora tengo
esa respuesta, pero ¿cómo puedo decírsela?

En mis oraciones diré a su magnánimo espíritu que en su persona se
libró una inusual contienda: El Ser Superior tenía plena conciencia de
que su músico expresaba bien su mensaje a la humanidad y en acto de
celo y cuidado lo aisló del contaminante mundo de los ruidos.

Dios necesitaba un medio puro y vio en la persona de Ludwig Van
Beethoven a una partitura colosal. De él fluían torrentes de notas
musicales, pero las emociones proyectadas las dictaba el Ser Superior.

Ahí tenemos la _Quinta Sinfonía_: expresión de orgullo de Dios sobre
su obra humana. Somos nosotros los que merecemos esos redobles y es que
Dios con ellos quería captar nuestra atención. El resto es una
canción de cuna para nosotros sus eternos niños.

Cierto día, el Ser Celestial atendió otros ámbitos y dejó solo a su
mensajero.

Jesucristo fue tentado por el demonio en los ya conocidos cuarenta días
y sus noches. Ese mismo demonio fue el que tiró no una, sino varias
enfermedades a Ludwig y lo postró en la última e insoportable cama. De
nada valdrían cuidados para evitar el mal oliente y degradante ambiente
en que nuestro genio vivió los últimos momentos.

Fue una tarde de invierno en aquel tiempo y lugar muy propio de
Beethoven, cuando él, cansado de batallar con sus dolencias físicas,
decidió sollozar su humanidad.

El no lloraba por tanta enfermedad que le carcomía el cuerpo. Jamás
fue presa de tan simple acto. Él sufría con entereza y sabemos que la
_Novena Sinfonía_ fue finalizada en medio del devaneo del Perverso por
llevárselo de este mundo. Entonces, fue cuando Dios se percató del
abandono en que tenía a su mensajero y corrió auxiliarlo… ¡Pero ya
todo estaba perdido!

Su mensajero, el hombre a quien había quitado la audición para no
contaminarlo, convertido en ese espacio diáfano y fiel entre cada nota,
era el mismo que le había dado hasta el último momento su amor y
lealtad: la _Novena Sinfonía_ es canto de Esperanza, fidelidad a la
humanidad, evocación sublime, es, en suma, unos ojos anhelantes por
mirar la nota perfecta y precisa que debía ser escrita con la última
gota de su…tinta.