La actividad cultural en la pluma de Ramón Jiménez
Grego Pineda
Washington Hispanic
En la zona metropolitana de Washington DC, han desplegado su labor varios periodistas de diversos países, y ahora me referiré a uno en especial, a quien considero importante hacerle un homenaje por la urgencia de los tiempos.
El virus Covid-19 nos amenaza a todos, y nadie está exento de ser sorprendido y liberado del estrés de vivir.
Y yo no estoy ajeno de los temores y ansiedades de que en medio del partido de la vida me saquen, de repente, tarjeta roja y ya no haya tiempo de hacer o decir lo que por mucho tiempo he querido testimoniar. Por eso escribo sobre el salvadoreño-estadounidense Ramón Jiménez.
Los y las periodistas, en pleno ejercicio de su profesión o trabajo, están detrás de las noticias e imágenes que producen de otros.
Y cuando ellos son objeto de la noticia, usualmente es por algún accidente, percance o premio vinculado con sus actividades.
El periodista hace visible, en general, lo que sus lectores consumimos.
La mente se nutre, en parte, por el producto de la investigación e información que nos llega, organizada, procesada y publicada con el nivel de responsabilidad que tal o cual periodista le imprime.
El periodista Ramón Jiménez —escribiendo y publicando por décadas— ha apoyado la obra o esfuerzos estéticos de muchos pintores, documentalistas, escritores, músicos, gestores culturales y también artesanos y toda aquella expresión latinoamericana que enaltezca y/o embellezca la presencia hispana en estas tierras de George Washington y de Abraham Lincoln.
Sobre Jiménez, el poeta Vladimir Monge, fundador del «Colectivo Literario Altas Horas de la Noche», dice: «Es un periodista que ama su profesión y la ejerce a pesar de condiciones adversas y de la abrumadora presencia de los grandes medios.
Durante muchos años ha acompañado los esfuerzos de la comunidad latina tanto en nuestras iniciativas culturales como en la lucha por la justicia migratoria».
Ramon tiene una vida interesante que no alcanzaré a relatar por falta de espacio. Nació en San Miguel, República de El Salvador.
Fue destacado estudiante en su ciudad y eso le valió una beca para estudiar en San Salvador, otorgada por la institución financiera donde trabajaba. Se graduó con honores de Bachiller opción Contador y por ello logró un trabajo en una importante empresa.
Allí ejerció su profesión y con su disciplina, dedicación y entrega logró respetables credenciales profesionales, tanto en San Salvador como en San Miguel.
Durante la guerra que azoló El Salvador, Ramón Jiménez migró hacia los Estados Unidos de América y se radicó en Washington DC.
Aquí buscó la oportunidad de estudiar inglés y una profesión que desde mucho antes le atraía: el periodismo. Su vida de recién llegado no fue fácil, pero su esfuerzo y constancia permitieron que terminara sus estudios y con el paso del tiempo se logró posicionar como ciudadano, profesional y amigo promotor de los esfuerzos artísticos de muchos y muchas inmigrantes.
Jiménez ha participado activamente en la consolidación del liderazgo salvadoreño en la zona metropolitana y, también, en el crecimiento de algunos artistas que, en un primer momento, necesitaban de una pluma que los sacara del anonimato y diera a conocer su propuesta estética a la comunidad hispana en particular y a la nación americana en general.
El compromiso de Ramón con apoyar a la Comunidad Latina ha recibido importantes reconocimientos de entidades, como la Oficina de Asuntos Latinos del Alcalde de Washington DC y de docenas de grupos comunitarios organizados, así como varios Premios de la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas de Estados Unidos, donde ganó primeros, segundos lugares y menciones honorificas en diferentes años.
En conclusión, Ramon Jiménez es un orgullo para los hispanos en general y para los salvadoreños en especial. ¡Dios te de larga vida!