Presionados por EEUU, los bancos chinos cautelosos en sus transacciones con Rusia

Amedrentados por las amenazas de sanciones estadounidenses, los bancos chinos se han mostrado estos últimos meses más prudentes en sus transacciones con Rusia, pese a la amistad «sin límites» proclamada por los líderes de Moscú y Pekín.

En vísperas de la visita a China del presidente ruso, Vladimir Putin, este jueves y viernes, las fluidas relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países se topan con un obstáculo financiero.

En diciembre, el presidente estadounidense, Joe Biden, firmó un decreto que autoriza las sanciones secundarias contra bancos extranjeros conectados con la maquinaria rusa.

En la práctica, esto significa que el Tesoro estadounidense puede excluirlos del sistema financiero mundial, basado en el dólar.
Desde entonces, numerosos bancos chinos han interrumpido o reducido sus transacciones con clientes rusos, según ocho personas de los dos países implicadas en el comercio bilateral.

«Actualmente es difícil hacer entrar el dinero procedente de Rusia», asegura un empresario chino dedicado al comercio mayorista en el sector textil frente a su tienda en el centro de Pekín.

«Los bancos no dicen por qué (…), pero sin duda es por la amenaza de Estados Unidos», agrega.

Los comerciantes interrogados por la AFP aseguran que los bancos imponen controles suplementarios a las transacciones entre los dos países. A veces el proceso tarda meses, lo que castiga especialmente la liquidez de las pequeñas y medianas empresas.

Otro comerciante afirma a la AFP bajo anonimato que se vio obligado a cerrar sus actividades en China y volver a Rusia por «la imposibilidad de recibir dinero de los clientes».

– «Precaución» –
El comercio entre China y Rusia aumentó desde el inicio de la invasión de Ucrania y en 2023 superó los 240.000 millones de dólares, según las aduanas chinas, lo que supone un aumento interanual del 25%.

Si los bancos de China rechazan los pagos desde Rusia, los efectos sobre la economía del país euroasiático pueden ser notables.
China importa masivamente gas y petróleo del país vecino, «casi el 50%» del crudo ruso, según el Kremlin. Por su parte, Rusia importa componentes electrónicos necesarios tanto para la industria civil como para la militar.

Las dificultades en los pagos coincidieron con una caída de las exportaciones chinas hacia Rusia en marzo y abril.

«Aunque las sanciones se impusieron para las exportaciones de ciertos productos desde China, tienen impacto en el resto del comercio», afirma Pavel Bazhanov, un abogado que trabaja para empresas rusas en China.

Los medios rusos han hablado de esta situación y el portavoz de Kremlin, Dmitri Peskov, arremetió contra «las presiones sin precedentes» de Estados Unidos.

Pekín no confirma públicamente este problema, pero su Ministerio de Relaciones Exteriores dijo a la AFP estar en contra de «las sanciones estadounidenses unilaterales e ilegales».

Entre bastidores, los bancos chinos andan con mucha precaución para no convertirse en víctimas colaterales de este conflicto, afirman los analistas.

«Determinar si los pagos están vinculados al complejo militar industrial ruso representa un desafío considerable para las empresas y los bancos chinos», indica Alexander Gabuev, director del Centro Carnegie Rusia Eurasia de Berlín.

Por ello «aplican el principio de precaución, lo que reduce el volumen de transacciones», agrega.

Incluso las autoridades chinas, en un contexto de ralentización del crecimiento, quieren evitar cualquier riesgo adicional para su economía, estima William Pomeranz, experto de The Wilson Center.

Otros expertos sugieren que al mostrar esta cautela, China trata de cuidar su relación con Washington en un año presidencial.

En esa línea, las autoridades chinas podrían haber pedido a sus bancos ser más rigurosos con los pagos desde Rusia para no crear «un tema de discordia en la elección estadounidense» de noviembre, aventura Wang Yiwei, director del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad china de Renmin.

Una posible alternativa para prescindir del sistema de pagos SWIFT y escapar a las sanciones de Washington sería un sistema financiero independiente del dólar, algo que para Alexandra Prokopenko, ex consejera del Banco Central de Rusia, tampoco es «la panacea».