Muere el sastre de los presidentes
Martin Greenfield, el sastre que aprendió a coser en un campo de concentración, y que visitó a presidentes como Bill Clinton, Barack Obama o Donald Trump, ya artistas como Leonardo di Caprio y Frank Sinatra, falleció a los 95 años, informó a sus hijos en su cuenta de Instagram.
«Martin falleció confortablemente el 20 de marzo de 2024», reza el mensaje firmado por Jay, Tod y David, en la red social en el que recuerdan que «sobrevivió a las atrocidades del Holocausto con su humanidad intacta, viviendo su vida encantado de conocer a todos los que encontraba con su contagiosa sonrisa».
Vistió a seis presidentes, entre ellos, Dwight Eisenhower, Bill Clinton, Barack Obama, Donald Trump, Joe Biden, al gánster Meyer Lansky, a artistas como Leonardo DiCaprio, Paul Newman, Martin Scorsese, Denzel Washington o Michael Jackson. Confeccionó ropa para películas, espectáculos de Broadway y de televisión.
«Un traje transforma a un hombre en una figura de autoridad, lo reviste de poder y le confiere un aura de seriedad y respetabilidad», reza el mensaje de su cuenta X (antes Twitter) donde la última entrada se remonta a mayo de 2017 en la que aseguraba que las «vacaciones fueron excelentes, pero es hora de empezar a confeccionar trajes de nuevo».
Internado en el campo de exterminio de Auschwitz, antes de ser trasladado a Buchenwald, de donde fue liberado por el ejército estadounidense en 1945, el joven preso le lavaba la ropa a los guardias nazis hasta que un día le rompió a uno el cuello de una camisa.
Después de azotarle, le devolvió la prenda. Un compañero le enseñó a coser y logró repararla.
Había comenzado una profesión que no solo le salvó la vida en el campo, sino que se convirtió en su pasión para el resto de su larga vida.
«El primer día que llevé esa camisa, aprendí que la ropa tiene poder», contó siete décadas más tarde Greenfield, citado por el New York Times.
Emigró a Estados Unidos en 1947, cuando tenía 19 años, solo -sus padres y tres hermanos habían muerto en el campo- y con 10 dólares en el bolsillo. Lo primero que hizo fue cambiarse su nombre de nacimiento, Maximilian Gründfeld, por el de Martin Greenfield.
Aprendió inglés en clases nocturnas y adquirió la nacionalidad estadounidense al mismo tiempo que trabajaba como mozo de planta en la fábrica de ropa GGG, donde a lo largo de 30 años escaló puestos hasta llegar a ser jefe de producción.
En 1977, el propietario decidió cerrar la fábrica arrastrada por la entonces incipiente crisis del textil.
Greenfield la compró y fundó Martin Greenfield Clothiers, convirtiéndola en lugar insoslayable para presidentes, políticos, actores, deportistas y gente con dinero para quien la ropa de buen corte es el poder que el sastre tanto preconizó a lo largo de su vida.
Con medio centenar de empleados altamente especializados, actualmente, es el único taller de confección sindicalizado que sobrevive en Nueva York y que dirigen sus hijos Jay y Tod.
El padre nunca quiso hacer envíos al extranjero y se negó a cambiar los estándares de calidad, contaron sus hijos al New York Times.
En una ciudad abrumada por la llegada de más de 180.000 inmigrantes en los últimos dos años, la historia de este superviviente del Holocausto representa un ejemplo de lo que ha aportado la inmigración a la Gran Manzana.