Alarmante cantidad de niños son arrestados
Royal Smart recuerda cada detalle: las esposas sobre sus muñecas, el pánico que le invadía al salir, brazos en alto en medio del frío invernal, hacia una fila de policías apuntándole con sus pistolas.
Tenía apenas 8 años de edad.
Ni él ni ningún miembro de su familia fue arrestado esa noche, cuando la policía, esgrimiendo una orden judicial, llegó en busca de armas ilegales, que no había. Sin embargo, hasta el día de hoy, Royal sufre pesadillas de agentes tumbando puertas, desordenando habitaciones y gritando a la gente a que se tire al suelo y se ponga boca abajo.
“No puedo ni dormir, me la paso pensando en policías que entran en la casa”, relata.
Una investigación de la AP halló que niños, incluso algunos de 6 años de edad, han sido maltratados por policías en Estados Unidos: esposados, fulminados con pistolas eléctricas, tumbados al piso. Los departamentos policiales del país no tienen salvaguardas para prevenir ese tipo de incidentes.
La AP analizó aproximadamente 3.000 incidentes de uso de fuerza policial contra menores de edad en los últimos 11 años, correspondientes a 25 departamentos policiales en 17 estados. Los datos fueron facilitados a la AP por Accountable Now, un proyecto del Leadership Conference Education Fund que busca crear una base de datos global sobre el uso de la fuerza por parte de la policía.
Obviamente, es una muestra pequeña de los 18.000 departamentos policiales del país y las millones de interacciones entre policías y civiles que ocurren a diario.
Aun así, la información reflejada es perturbadora.
El 50% de los niños que sufrieron interacciones violentas con policías eran de raza negra, a pesar de que componen apenas el 15% de la población infantil del país. La policía suele confundir a los niños de minorías étnicas con personas mayores. Los tipos de interacciones más comunes eran tumbadas, golpes y forcejeos, seguidos de pistolas disparadas o apuntadas. Menos frecuentes eran incidentes en que policías usaron gas irritante o perros contra los chicos.
En Minneapolis, la cantidad de casos en que policías presionaron a niños contra el suelo ascendía a 190. En Indianápolis, más de 160 pequeños fueron esposados; en Wichita, Kansas, ascienden a 45 las veces en que policías usaron choques eléctricos para tumbar a los menores. En la mayoría de los casos se trata de adolescentes, pero hay algunos que involucran a chicos menores de 10 años.
Ciertamente a veces es necesario inmovilizar a un chico, y en algunos de los casos el menor fue acusado de delitos graves. En ocasiones se trataba de menores armados; otros estaban en medio de un episodio psiquiátrico y parecían a punto de lastimarse. En algunos, el uso de la fuerza se usó cuando el menor trataba de huir.
Algunos departamentos policiales tienen directrices sobre la edad mínima que una persona debe tener para ser esposada, pero son pocos los que mencionan la edad en sus normas sobre uso de fuerza. Si bien algunos tienen reglas sobre cómo manejar menores de edad acusados de crímenes, o sobre cómo manejar a personas mentalmente inestables, ninguno tiene normas para los dos tipos de escenarios, según lo investigado por la AP.
Royal, el niño de Chicago, estuvo casi 30 minutos esposado al lado de su madre y otros adultos. Luego fue soltado y una tía vino a cuidar a los menores. La familia ha demandado a la policía de Chicago, acusándola de arresto indebido, conducta irresponsable y provocación de daños emocionales.
La policía de Chicago se negó a comentar sobre ese caso en particular, pero avisó que en mayor elaboró reformas para planificar mejor los casos en que haya que registrar una casa donde haya adentro menores de edad.
La policía a menudo se defiende de acusaciones de violencia diciendo que los niños siempre mienten, afirman activistas.
Cuando se trata de la palabra de un niño contra la palabra de un policía, “por lo general nadie le cree al niño”, estimó Na’Shaun Neal, abogado experto en esos casos.
Neal está representando a dos menores — identificados como R.R. y P.S. en documentos judiciales — que estuvieron involucrados en un altercado con policías el 4 de julio del 2019 en San Fernando, California.
Fue en la noche, y un policía se les acercó para preguntarles si estaban lanzando fuegos artificiales, según el expediente. Los jóvenes estaban caminando en un parque, acompañados por el hermano mayor de uno de ellos y su perro.
Según la queja, los agentes siguieron a los chicos, advirtiéndoles que había toque de queda y que quedaban detenidos.
La policía asevera que los chicos fueron los culpables del caos subsiguiente, y los acusaron de agredir a un oficial y de resistirse al arresto.
Pero poco después apareció un video tomado con teléfono celular, mostrando a los policías apretando contra el suelo a dos de los jóvenes.
Un juez halló inocentes a los menores. Neal está demandando a la ciudad y al policía, en nombre de los menores.
La municipalidad niega que los policías usaron fuerza indebidamente, insistiendo en que los menores se resistían físicamente a ser arrestados.
“Desafortunadamente la situación se escaló debido a la conducta de los menores, no por la conducta de los agentes”, afirmó el abogado de la ciudad Dan Alderman.
R.R. y P.S. son hispanos. Las autoridades aseveran que hay razones por las cuales son más comunes los forcejeos contra miembros de minorías étnicas.
El doctor Richard Dudley, un psiquiatra pediátrico en Nueva York, explica que muchos policías sufren de un sesgo implícito que les hace ver a los niños negros como más grandes de lo que son.
Se crea un círculo vicioso, afirma Dudley, en que la policía reacciona mal ante estos menores, por lo cual los menores reaccionan agresivamente contra la policía, lo cual hace que los policías reaccionen con más fuerza.
Los niños miembros de minorías étnicas suelen tener interacciones negativas con la policía y quedan traumatizados.
“Todas las conductas pasadas que han visto en los policías se convierten en telón de fondo para sus interacciones actuales con los agentes”, explicó Dudley.
Es por ello que en dichas interacciones los chicos tienden a ser reacios o a reaccionar mal, dando la apariencia de estar resistiendo cuando en realidad, simplemente están asustados.
A los agentes “no se les ocurre pensar que tengo aquí un niño asustado y tengo que calmarlo”, expresó Dudley.