Moreno y Correa chocan por el futuro político de Ecuador
Washington Hispanic
AP
uizá lo sorpresivo es el antes y el después: hace algunas semanas Rafael Correa sonreía en las fotografías como un exmandatario orgulloso que entregaba la presidencia de Ecuador a su relevo, su amigo y ex vicepresidente Lenín Moreno; pero ahora lo ataca en las redes sociales alegando que sus decisiones son una estrategia “mediocre” y “desleal” para distanciarse de su gestión.
Ecuador vivió una década bajo el poder de Correa, quien de manera recurrente confrontaba a quienes discernían con él, pero Moreno se ha mostrado conciliador. Y aunque Correa está a punto de dejar el país para mudarse a Bélgica como tenía planeado, la diferencia en el carácter de ambos ha tensado su relación en Twitter a pesar de los años de trabajo en conjunto y de pertenecer a un frente político en común.
“Para el odio no cuenten conmigo”, tuiteó el nuevo presidente cuando su predecesor criticó su intención de buscar un acercamiento entre el gobierno y la principal organización indígena del país. La situación tomó por sorpresa a los ecuatorianos debido a que Moreno, que asumió el poder el 24 de mayo, fue el candidato de Correa para sucederlo en el poder y recibió su apoyo incondicional durante la campaña presidencial de inicios de este año.
Correa y Moreno han tratado de matizar sus diferencias en algunas ocasiones -por ejemplo, recientemente se reunieron con otros líderes de su partido y la expresidenta de la Asamblea para asegurar que juntos fortalecerían su proyecto político- pero desde el intercambio de tuits algunos medios locales e internacionales han especulado sobre eventuales fracturas en el partido gobernante, Alianza País, que ha gobernado Ecuador por más de una década y aún le quedan casi cuatro años en la presidencia.
Michael Shifter, presidente de la organización Diálogo Interamericano con sede en Washington, dijo a The Associated Press que “no es sorprendente que hayan surgido diferencias entre Correa y Moreno, quien tiene un estilo muy distinto al de Correa. (Moreno) es más conciliador, más dispuesto a dialogar con varias fuerzas en la sociedad ecuatoriana”.
Asimismo, explicó que el nuevo presidente deberá lidiar con una situación económica y fiscal “muy complicada que lo obliga a buscar puentes con el sector privado y la sociedad civil porque no puede darse el lujo de seguir con el enfrentamiento que caracterizaba el liderazgo de Correa”.
Por su parte, el analista y catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Julio Echeverría, dijo a AP que “no se trata solamente de roces, sino de visiones contrapuestas sobre cómo enfrentar este cambio de gobierno que supone también un cambio de estilo y que necesariamente apunta también a un cambio del modelo político que imperó 10 años”.
Además, agregó, más allá de las apariencias e intercambio de mensajes hay algo adicional que se debe considerar. “Se está cuestionando la legitimidad del anterior gobierno” y hay nuevos problemas, como las denuncias de corrupción que afectan al vicepresidente Jorge Glas.
Durante la campaña presidencial, Glas fue acusado de ser parte de una red millonaria de corrupción propiciada por la empresa brasileña Odebrecht -que ofreció sobornos a cambio de obtener licitaciones para realizar obras en el país- y la semana pasada un grupo anticorrupción acudió a la fiscalía para denunciar y pedir que investigue a Glas por su presunta participación en otra red de corrupción ligada a una empresa de fiscalización. Sin embargo, hasta el momento estos señalamientos no se han traducido en acusaciones formales ante la justicia en contra de Glas ni de Correa.
Es difícil saber lo que sucedería en Ecuador tras la salida del expresidente, pero podría producirse un “vacío político”, aseguró el analista y profesor de la Universidad Andina, Hernán Reyes. Según explicó, los anticorreístas se quedarían sin adversario y sus simpatizantes perderían el discurso potente que Correa manejó la última década.
Hasta ahora pareciera que la distancia entre ambos no implica que la política ecuatoriana pudiera verse afectada. En medio de las tensiones, Moreno convocó el jueves al palacio de gobierno al bloque de 75 asambleítas del oficialismo. Entre ellos está el ala dura, que apoya a Correa. Al final de la cita se escucharon voces conciliadoras, empezando por el mismo Moreno, quien señaló que pese a las diferencias ser parte de Alianza País y del gobierno de la Revolución Ciudadana “ha sido una experiencia maravillosa, que bajo el liderazgo de Rafael Correa ha permitido reconstruir e institucionalizar un país que estaba devastado”.
Correa deja Ecuador pero no a los ecuatorianos. En Twitter cuenta con más de tres millones de seguidores que siguen escuchando su voz aunque ya haya dejado la silla presidencial.