Emprendedores cubanos reciben capacitación de EEUU y piden a Biden que levante sanciones
Durante el encierro obligado por la pandemia, las músicas cubanas Ana María Torres y María Carla Puga comenzaron a hacer pulseras, collares y accesorios de colores. Fue el comienzo de un negocio que ahora tiene su propia marca, una tienda con cafetería, 12 empleados y un impensado asesor: la embajada de Estados Unidos en la isla.
Su taller y tienda “Ama” es una de las casi 8.000 nuevas pequeñas y medianas empresas (pymes) autorizadas en un año y medio en Cuba tras cinco décadas de una férrea estatización.
Torres y Puga, además, se acogieron a un programa de negocios que brindó recientemente la embajada estadounidense, un cambio en muchos jóvenes empresarios quienes, a diferencia de generaciones anteriores de cubanos, no ven con temor ese acercamiento al tradicional rival geopolítico.
“Lo vemos como una súper buena oportunidad”, dijo a The Associated Press Torres, de 25 años.
El entrenamiento comprendió encuentros semanales en línea en los que les enseñaron herramientas de mercadeo, manejo de marcas, finanzas básicas y hasta la creación de páginas web. Las dueñas de “Ama” fueron unas de las 30 emprendedoras seleccionadas de entre 500 postulantes, dijeron las mujeres.
Torres y Puga relataron la mezcla de asombro y temor de un transportista cuando al concurrir a una muestra en la que expondrían sus productos le pidieron que las llevara a la embajada con mesas y sillas. El chofer, un hombre mayor, sugirió dejarlas en la esquina.
“Realmente nuestra generación no tiene tanta limitación con respecto a atreverse a participar en este tipo de cosas con la embajada de Estados Unidos porque el contexto es otro”, explicó Puga, de 29 años. “Nosotros sabemos que existen algunos conflictos, pero también sabemos que hay mucho que se está tratando de hacer, sobre todo con los emprendedores cubanos, y realmente no tenemos ningún miedo”.
En 1968 el gobierno cubano cerró los últimos pequeños negocios particulares que quedaban tras el triunfo de la revolución socialista y culpó a la propiedad e iniciativa privadas de ser las responsables de la desigualdad, la pobreza y la desprotección social.
En 2010 el entonces presidente Raúl Castro inició una reforma para dinamizar la economía y permitió a los trabajadores independientes ejercer en algunas actividades como la renta de casas, la instalación de restaurantes u oficios que se desarrollaron aún más tras el acercamiento con Estados Unidos en 2014 -durante la administración de Barack Obama- cuando se flexibilizaron las sanciones contra la isla.
Mientras la política hacia Cuba volvía a endurecerse durante el gobierno de Donald Trump (2017-2021), quien aplicó nuevas y más duras medidas, en septiembre de 2021 el presidente Miguel Díaz-Canel autorizó la creación de las pymes.
En un año y medio se formaron 7.842 de estas empresas y 65 cooperativas no agropecuarias que generaron unos 212.000 empleos.
“El futuro de Cuba está en su sector privado y aquellos que dicen que es un mal necesario se equivocan por completo, es un bien más y más necesario para el bienestar del pueblo”.
Pero décadas de estatismo hicieron que se perdieran habilidades de negocios como la administración financiera, las estrategias de mercadeo, la publicidad y el trato con los clientes.
“Estoy súper feliz con esta nueva disposición que tiene la embajada de Estados Unidos a abrirnos camino en cuanto a conocimientos… eso es un pendiente que tenemos”.
La actual administración de Joe Biden prometió revertir algunas medidas contra la isla, especialmente las que afectan a los emprendedores, pero por ahora no lo ha hecho.
Ziff se mostró contrario a esa “narrativa” de que no hubo cambios y destacó la reanudación de algunos vuelos y del envío de remesas así como los intercambios educativos o religiosos. Además, señaló el papel de los programas directamente enfocados en los emprendedores que ofrece la embajada.
Y aunque admitió que para las pymes cubanas Estados Unidos es un mercado importante para abastecerse y exportar, sostuvo que, en todo caso, “la economía de Cuba es controlada por el gobierno de Cuba”.
Durante los últimos años el elevado gasto del gobierno cubano para atravesar la pandemia y su consecuente paralización económica, sumados a las sanciones estadounidenses, terminó en una profunda crisis.
Cuba no ha logrado recuperarse de la caída del 11% del Producto Interno Bruto que sufrió en 2020 y que se tradujo en largas colas para conseguir combustible, desabastecimiento de bienes básicos, apagones, inflación y un récord migratorio.
Los flamantes empresarios cubanos agradecen el entrenamiento estadounidense pero no dejan de lamentar el efecto de las medidas de Washington.
El mes pasado, representantes de 300 pymes enviaron una carta a Biden solicitando, entre otras cosas, que se faciliten las transacciones financieras, se establezca algún tipo de permiso para que empresarios estadounidenses inviertan en Cuba y comercien con empresas privadas y se retire a la isla de la lista de países que patrocinan el terrorismo.
Tampoco ayudan las limitaciones de Cuba, que tiene un esquema impositivo demasiado pesado, no provee financiamiento a las pymes e impone la intermediación de agencias estatales para importar y exportar.
“Lamentablemente termina la empresa privada en Cuba estando sometida a un fuego cruzado”, expresó Torres.