La paz prometida por Trump recibe un baño de realidad y las guerras continúan

El presidente estadounidense, Donald Trump, comenzó su segundo mandato prometiendo que sería un pacificador. Dos meses después, sin embargo, Israel relanzó una ofensiva en Gaza, las fuerzas estadounidenses atacan en Yemen y Ucrania y Rusia siguen en guerra pese a la mediación del republicano.

 

Cuando asumió el cargo el 20 de enero, Trump anticipó: «El legado que más me enorgullecerá será el de un pacificador y unificador».

 

El mandatario republicano le apuntaba a un acuerdo que terminó consumándose, ideado por el expresidente Joe Biden pero impulsado por el enviado de Trump,

 

Steve Witkoff, que detuvo las operaciones militares de Israel en Gaza a cambio de que Hamás liberara algunos rehenes que raptó durante el ataque a Israel el 7 de octubre de 2023.

 

Esta semana Israel reanudó los ataques aéreos y terrestres y causó la muerte de cientos de personas, según el Ministerio de Salud de Gaza.

 

El Departamento de Estado de Estados Unidos aseguró que la ofensiva era «total responsabilidad» de Hamás, tras rechazar una propuesta de Witkoff, cercano a Trump y mediador con Rusia, para avanzar hacia una segunda fase del alto el fuego en Gaza.

 

En otra latitud, Trump ordenó ataques militares contra los rebeldes hutíes de Yemen luego de que los insurgentes respaldados por Irán reactivaran su ofensiva contra navíos en el Mar Rojo en solidaridad con los palestinos.

 

Brian Finucane, exfuncionario del Departamento de Estado y miembro de International Crisis Group, una organización que promueve la resolución de conflictos, considera que la imagen de Trump como pacificador siempre fue exagerada y que su enfoque ha sido errático.

 

A Trump le gusta colgarse medallas y se regodearía si ganara el Premio Nobel de la Paz como «uno de los grandes logros de su vida», dice Finucane.

 

«En enero, estaba feliz de darse crédito por el alto el fuego en Gaza, pero luego se mostró reacio a presionar a los israelíes para que avanzaran hacia la segunda fase», añade Finucane.

 

En un hecho sin precedentes, otro enviado de Trump sostuvo conversaciones con Hamás en nombre de Estados Unidos, algo impensable para administraciones anteriores, sin embargo, en paralelo el mandatario pidió la evacuación masiva de los dos millones de habitantes de Gaza.

 

«Nada de esto es demasiado coherente, pero tampoco es demasiado sorprendente», declaró Finucane.

 

El analista recordó el primer mandato de Trump, cuando primero amenazó con aniquilar a Corea del Norte para luego celebrar cumbres inéditas con líder norcoreano Kim Jong Un, y finalmente decir que ambos «se enamoraron».

 

— Mejor la paz, pero si no… –
Los asesores de Trump describen su postura beligerante como parte de una estrategia cuyo objetivo final es la paz.

 

«Ha sido bastante claro. Es un presidente que quiere promover la paz», aseguró el secretario de Estado, Marco Rubio, en una entrevista el miércoles.

 

Trump, quien se ha jactado de que acabaría la guerra en Ucrania en un día, llamó varias veces esta semana al presidente ruso, Vladimir Putin, y al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y se mostró optimista sobre la posibilidad de alcanzar una tregua.

 

Pero Rusia, que invadió Ucrania en 2022, lanzó una andanada de ataques con misiles y drones horas después de la llamada de Trump.

 

Jennifer Kavanaugh, directora de análisis militar de Defense Priorities, organización que apoya el control del uso de la fuerza, asegura que hay motivos para ser optimista por cuenta de la diplomacia de Trump en Ucrania, pero que Putin tiene ventaja sobre el terreno y no cederá fácilmente.

 

Añadió que Trump finalmente no pareció hacerle concesiones a Putin, pese a las críticas externas sobre sus vínculos con el líder ruso y el altercado que tuvo con Zelenski.

 

– ‘Dura realidad’ –
Kavanaugh agrega que aún «no es momento de perder la esperanza de paz» con Trump.

 

«Creo que lo que hemos visto es que las promesas chocan con la dura realidad de lo difícil que es alcanzar la paz en conflictos tan complejos», afirmó.

 

Sina Toossi, investigadora del progresista Centro de Política Internacional, es menos optimista.

 

En comparación con su primer mandato, los actuales asesores de Trump, como Rubio, son «más leales que actores influyentes independientes», lo que le da una rienda más suelta al presidente, incluso para una política de alto riesgo, afirmó Toossi.

 

«Para Trump, la política exterior no se trata de acuerdos de paz cuidadosamente negociados. Es sobre los resultados, la ventaja y la confección de una narrativa convincente», afirmó.

 

«Aborda la diplomacia como abordó el sector inmobiliario en (su libro) ‘El arte de la negociación’: escalar las tensiones, maximizar las amenazas, llevar la situación al borde del abismo y luego, en el último minuto, conseguir un acuerdo».