Doña Aída Cañas, memoria y protección del legado de Roque Dalton
En el caso de Aída Cañas, esposa de Roque Dalton, no se aplica aquello de: detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Ella estuvo siempre junto a él y cuando Roque tenía que separarse para cumplir tareas que urgían su presencia, era ella quien tomaba su lugar y se distribuían responsabilidades. Aída es madre de tres hijos de ambos, fue colaboradora y solidaria con las causas revolucionarias de Centroamérica y finalmente, guardiana y promotora de la obra poética y literaria de su compañero de vida y de ideales.
Esta columna se publica en un periódico hispano en Los Estados Unidos de América y por tal motivo debo precisar que Roque Dalton es el poeta y escritor más representativo de la República de El Salvador y que su obra es conocida, estudiada y reproducida en toda Latinoamérica y en muchos otros países. Es el más universal de los salvadoreños. No obstante, su país amado, El Salvador, está en deuda moral con su familia y con su memoria. Dalton fue asesinado el 10 de mayo de 1975 y ocultaron su cuerpo, hasta hoy.
Roque Dalton fue asesinado por sus compañeros de lucha revolucionaria. Cuenta la leyenda que fue acusado absurdamente de ser espía de X, Y y Z. Y su asesinato está sumido en múltiples versiones que tratan de justificar por qué le dispararon, pero ninguno tiene valor de decir adónde dejaron su cadáver. Fueron valientes en asesinarlo y muy cobardes en decirle al mundo adónde podemos ir a buscar su cuerpo. Quizá porque si no hay cuerpo del delito -Roque asesinado- entonces no hay hecho delictivo que perseguir y procesar. Ocultan el cuerpo para seguir evadiendo un juicio legal, pero ya dos hombres del ERP han declarado haber estado involucrados en su asesinato. Ellos están por allí, robándonos aire y llevando su miserable vida con descaro.
Es inevitable indignarse con la trama de ocultamiento que pesa sobre este acto execrable. Y mucho más cuando los gobiernos de izquierda de El Salvador optaron, inexplicablemente, nombrar como funcionario público a uno de los sujetos que podría contar qué sucedió y adónde abandonaron el cuerpo del poeta. Esperaríamos, también inexplicablemente, que el actual gobierno de dicho país pueda contribuir a esclarecer y llevar a juicio a los que por ahora parecen responsables.
Pero a pesar de lo dicho, la obra de Roque, por sí misma, ha generado múltiples estudios desde prestigiosas Universidades y por investigadores connotados, tal es el caso de la última publicación: 2 tomos con más de 2,000 páginas, por James Iffland «PARA LLEGAR A ROQUE DALTON, pequeños infiernos y otros paraísos». También Carlos Roberto Paz Manzano ha publicado «LA TEORÍA LITERARIA DE ROQUE DALTON»; y Luis Melgar Brizuela: «LAS BRÚJULAS DE ROQUE DALTON, una poética del mestizaje salvadoreño». Y el Dr. Rafael Lara Martínez, erudito en la obra de Dalton, ha publicado valiosos ensayos.
Por su parte, el filósofo Luis Alvarenga ha publicado una biografía meritoria: «EL CIERVO PERSEGUIDO, vida y obra de Roque Dalton», y Lauri García Dueñas: «El Asesinato de Roque Dalton, mapa de un largo silencio». Abunda la obra seria sobre la vida y obra de Dalton, pero también hay oportunistas que se enganchan a tan importante temática y publican parodias o aproximaciones de mal gusto como: «ROQUIANA» de David Hernández. Y finalmente, tenemos la publicación y distribución masiva de la propia obra de Roque Dalton García.
No existe un intelectual salvadoreño que no haya leído la obra de Roque Dalton. Hemos crecido o envejecido con el conocimiento y acompañamiento de los múltiples libros de tan connotado escritor. Y en mi reciente viaje a El Salvador, gracias a Juan José Dalton -hijo de Roque- tuve el honor de conocer y compartir en su casa de habitación con su madre, Doña Aída Cañas, quien generosamente firmó, junto a su hijo, varios libros de su esposo que me fueron obsequiados, los cuales guardaré como tesoros.
La firma de Doña Aída, la musa, esposa y compañera de Roque, y sus amables palabras escritas en los libros entregados son de invaluable aprecio y valor historiográfico y afectivo, entonces expreso mi profunda gratitud a Doña Aída Cañas por los libros: «Pobrecito poeta que era yo», «Las historias prohibidas del Pulgarcito», «Para ascender al alba (Antología)», «Taberna y otros lugares» y la Revista Cultura # 89 “Especial de Roque Dalton”.
(*) Master en Literatura hispanoamericana de la Pontificia Universidad Católica del Perú, escritor salvadoreño-estadounidense.