Libérate de tu cárcel rutinaria, es fácil
Por Grego Pineda
La reconocida poeta y maestra Sofia Estévez afirma: «En un mundo que cada vez está más enfocado en la tecnología, el consumismo y en embrutecer a la población, el arte es una muestra de resistencia, un puente al entendimiento de la condición humana, un conocer la verdadera historia universal apartada de los viciados libros de texto, un testimonio y un recordatorio de que aunque estemos sangrando nunca estamos solos: basta adentrarse en el jazz para reconocer el sufrimiento de la esclavitud y segregación de los afroamericanos; contemplar Guernica es sentir la desolación y pavor que causó la Guerra Civil Española, nadie lo ha explicado mejor que Picasso».
«El arte, -sigue Estévez-, es sacrificado en las escuelas a favor de las demás clases y relegado a categoría de ocio, muchas veces, sin dársele la relevancia y el recurso que es para formarnos como seres humanos completos y entender que es, quizá, la única medicina que podemos ingerir sin efectos secundarios perniciosos». Entonces es tarea personal y familiar fomentar el cultivo del arte en los niños y jóvenes y ¡por supuesto! con nosotros mismos, los adultos. Hay varias maneras de socializarse con el arte, con la cultura.
Leer es apenas una manera de culturizarse, hay otras opciones como: asistir a teatros, museos, conciertos. conferencias y hasta visitar muestras de arte en la calle o arte callejero, es decir, murales dibujados en paredes o muros revalorados y también las estatuas vivientes que embellecen las esquinas de muchos centros históricos de grandes y pequeñas ciudades, sin embargo, leer novelas clásicas o modernas, cuentos, poesía, sigue siendo un ejercicio personal e intimo que no exige desplazamiento ni costos adicionales.
Me refiero a la lectura voluntaria de algún libro que nos haya llamado la atención o que nos recomendaron. Excluyo a las lecturas obligadas que responden a cursos o exigencias de grado. Estas últimas lecturas se hacen contra el tiempo y con la presión de entender y comprender a la mayor brevedad para satisfacer una necesidad académica o tema específico. Es probable que se logre alcanzar una buena calificación en el examen, pero siempre será una lectura que no prodiga el goce como sí lo hacen las primeras.
Yo no leo por ocio. Leer es una actividad que demanda concentración, dedicación y activa la mente, ojos y requiere mantener postura corporal acorde al momento. Es trabajo, y como tal, se espera que rinda frutos de conocimiento, imaginación y gozo al haber dedicado, voluntariamente, tiempo y energía a solazarse en satisfacer la curiosidad sobre un libro deseado. Placer adicional es cuando la historia o narrativa está debidamente escrita y se aprehende una realidad alterna que nos ayude o ayuda a sobrellevar la realidad. Realidad que, a veces, es miserable.
Hace poco leí «El evangelio según Jesucristo» del premio nobel de literatura José Saramago. Varios días requirió terminar esta aventura que se remonta a los tiempos bíblicos. Amena lectura que destaca y explica la presencia de José, padre de Jesús, en la vida y emociones de su famoso hijo en especial y de María y demás hijos en general. Es interesante que, durante el desarrollo de la novela, donde se explica parte de la vida de José, me surgió la idea que en verdad los discursos católicos o bíblicos repetidos ad infinitum no le dan importancia a José, salvo con mencionar que era el esposo de María y que aceptó, con credulidad, el cuento del ángel. Y de una preñez siu generis.
El tema de la culpa es el hilo conductor de la narrativa de Saramago y nos presenta una historia alterna de la que ya conocemos. A mi parecer, el escritor trata el tema con respeto y meditación. E incluso, creo, escribió su novela bajo el influjo e inspiración de Dios, tal y como se dice que fueron escritos todos los libros que componen la Biblia. Todo es cuestión de creer e incluso, llevado al extremo, de tener fe. Saramago ha sido un iluminado, como lo fueron los escritores bíblicos. Pero nuestro premio nobel ha tenido mejores habilidades narrativas y es más coherente y placentero leer su versión de los evangelios. ¡Gran libro!
También leí «Los infortunios de la virtud» del Marqués de Sade. Es una novela interesante. El hilo conductor son las peripecias de una mujer cuya virtud está a prueba y que ella decide conservar su virtud lo que le provocó tantos desaguisados en un mundo machista y sexualizado. Cada vez que buscó consuelo con los frailes o protección con los sacerdotes, fueron ellos los que abusaron de ella de tal manera que Sade pudo explayarse, en todo su esplendor, en detalles que hacen amena y provocativa su novela. El libro está muy bien escrito y evidencia la miseria humana quienes merecemos el infierno diario por tan solo ser parte de la masa inerte, contemplativa y silenciosa ante las virtuosas mujeres que se esfuerzan por no sucumbir. ¡Gran libro!
Y finalmente, recién he terminado de leer «El mago de Oz» de L. Frank Baum. Compré este libro en una venta de libros usados y lo hice porque su precio era barato: cincuenta centavos de dólar. Y al adquirirlo pensé en hojearlo y si era muy infantil lo tiraría a la basura, ¡al fin y al cabo era poco dinero! Sin embargo, ¡Oh, sorpresa!, la narrativa me pareció muy amena, curiosa y su historia lejos de infantil me pareció juiciosa y para adultos. Ahora esta mínima inversión económica la atesoro como un libro importante entre los más de cien que conforman mi entorno. ¡Gran libro!
Sobre el valor y poder de la lectura, le consulté a un asiduo y educado lector, que compartiera con mis lectores su propia experiencia de formación y culturización. Al respecto y como un valioso aporte, Elmer Romero, educador, periodista y comunicador popular, testimonia: «Leer es encontrarse y refugiarse con la patria de allá y de acá, y construir nuevas diásporas setipensantes. La lectura es lo que nos salva y salvará en estos tiempos de tribulaciones y desasosiegos. Es el gozo y el ímpetu esperanzador que nos queda». Romero es un activista de larga data que ha luchado por los derechos de los inmigrantes y a su vez ha desarrollado programas de educación y empoderamiento de la comunidad latina en Los Estados Unidos de América. Entonces, ¡a leer!