Maine: tiroteo deja 18 muertos en una bolera y en un bar

Iba a ser una velada familiar agradable en una bolera (bowling) de Lewiston, una creciente ciudad del noreste de Estados Unidos, pero la placidez se transformó en pesadilla cuando un hombre armado con un fusil semiautomático irrumpió en el local y disparó contra los asistentes, en un escenario tristemente habitual en el país.

«Nada parece real, pero infelizmente es el caso. Estamos devastados (…) anoche perdimos personas extraordinarias», se lee en la página de Facebook de «Just-In-Time Recreation», una bolera a la que en general asisten familias que buscan pasar un buen rato.

Un reservista del ejército e instructor de manejo de armas abrió fuego la noche del miércoles en esta bolera y en el cercano bar-restaurante Schemengees, matando al menos a 18 personas, e hiriendo a otras 13, según el balance ofrecido por la gobernadora del estado, Janet Mills.

Esta pequeña ciudad, la segunda en importancia del estado, amaneció blindada y la policía recomendó a sus 36.000 habitantes que permanezcan en sus casas. Cientos de policías trabajan activamente en todo el estado para hallar al autor de la última matanza en un país que parece anestesiado por la violencia de las armas.

Riley Dumont, que había acudido a la bolera con su familia, incluida su hija de 11 años, contó a la cadena ABC que los disparos resonaron en plena partida de bolos.

«Me tiré encima de mi hija, y mi madre encima de mí», dijo Dumont, y explicó cómo su padre, un policía retirado, volcó una mesa para proteger a niños de la balacera. «La gente gemía y lloraba», describió.

Confusión y caos

En la «confusión y el caos», la «gente pensó inicialmente que se trataba de una broma de Halloween, pero las cosas se agravaron muy rápidamente», contó Jason Levesque, el alcalde de Auburn, localidad vecina de Lewiston.

La policía difundió las fotos del atacante, identificado como Robert Card, de 40 años, con su arma en ristre apuntando frente a las puertas de vidrio del establecimiento.

Nichoel Wyman Arel volvía a su casa con su hija cuando vio ambulancias y coches de la policía en torno a la bolera. «Había niños, lo más duro era eso, ver a estas familias huir y decirse que habían venido justo a pasar una velada juntas», declaró.

Se trata de un escenario demasiado habitual en Estados Unidos, que tiene más armas que habitantes.

DRAMÁTICO TESTIMONIO: ¿DÓNDE ESTÁ EL ASESINO?

  • Cuando Kyle Green y su pareja se enteraron de la matanza cerca de su casa en Lewiston, y que el pistolero se daba a la fuga, «bajaron lentamente las persianas» para no asustar a sus hijos y apagaron todas las luces.
  • Luego, cerraron las puertas y se sentaron todos frente al televisor en el piso más alto de la casa. Los niños, de 10 y 12 años, se durmieron.
  • Pero «nosotros (los padres) nos turnamos» para dormir y vigilar hasta que llegara la mañana, explica este ingeniero informático de 40 años.
  • Dormir es mucho decir, matiza. ¿Cómo se puede pegar el ojo cuando es tan «inseguro»? «¿Dónde está el asesino ahora? ¿Está por aquí? Es una sensación terrible», añade aclarando la garganta para ocultar la emoción.