Análisis: Biden es el rostro de caótica salida de Afganistán
AP
Washington Hispanic:
Cuatro presidentes comparten la responsabilidad de los errores cometidos por Estados Unidos en Afganistán a lo largo de dos décadas. Pero sólo Joe Biden será el rostro del caótico y violento fin de la guerra.
El mandatario luchó contra esa realidad el lunes, repartiendo la culpa por la veloz y absoluta recaptura de Afganistán por parte del Talibán. Destacó el acuerdo previo negociado por el entonces presidente Donald Trump, expresó su frustración con el mandatario afgano Ashraf Ghani y lamentó el desempeño de las fuerzas afganas de seguridad nacional. Los republicanos arremetieron de forma abrumadora contra Biden, quien encontró a pocos demócratas dispuestos a defenderlo abiertamente.
El colapso del gobierno afgano es la mayor crisis de política exterior en el incipiente mandato de Biden, situación que hizo recordar contratiempos de presidentes anteriores como la salida de Vietnam y la fallida invasión de Bahía de Cochinos en Cuba. Las repercusiones del éxito del Talibán son sorprendentes, ya que pone en peligro a mujeres y niñas afganas, genera nuevos riesgos para la seguridad y amenaza con socavar la percepción mundial acerca de la confiabilidad de Estados Unidos.
Ante consecuencias tan fuertes, Biden no reconoció fallas por el caótico retiro y en su lugar defendió firmemente su decisión de salir de un país que Estados Unidos había intentado proteger desde que derrocó al régimen talibán tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando aún salía humo de entre los escombros del World Trade Center.
“Les diré lo que creo firmemente: No está bien ordenarles a las tropas estadounidenses que den la cara cuando las propias fuerzas armadas de Afganistán no lo hacen”, dijo Biden. “¿Cuántas generaciones de hijas e hijos de Estados Unidos quieren que envíe a combatir en la guerra civil de Afganistán? No repetiré los errores que cometimos en el pasado”.
Cuando Biden asumió la responsabilidad, fue más por ponerle fin a la guerra que por la manera en que sucedió.
“Sé que mi decisión será criticada. Pero prefiero ser criticado por eso que pasarle esta situación a un quinto presidente”, declaró Biden. “Soy el presidente de Estados Unidos; la responsabilidad final es mía”.
Su tono firme no fue muy distinto al de hace cinco semanas, cuando pronosticó con exceso de optimismo lo que sucedería conforme se aproximaba el plazo del 31 de agosto para el retiro de las tropas. Declaró que no se repetiría la humillante evacuación de tropas estadounidenses de Vietnam hace casi medio siglo y “ninguna circunstancia en la que ustedes vean a personas rescatadas del techo de una embajada de Estados Unidos en Afganistán”.
Pero el lunes llegaron imágenes devastadoras desde Kabul que fácilmente podrían rivalizar con cualquier cosa atestiguada en Saigón.
Miles de ciudadanos afganos, muchos de los cuales trabajaron como traductores y en otros puestos de apoyo a las tropas estadounidenses, abarrotaron el aeropuerto de Kabul, desesperados por escapar del Talibán. En imágenes desgarradoras, se ve a algunos de ellos que intentan abordar un avión militar estadounidense que está por despegar, corriendo a un lado de la aeronave en su recorrido por la pista.
Algunos lograron aferrarse al avión antes de que despegara, y el video muestra a varios de ellos cayendo por el aire una vez que la aeronave ganó altura sobre la ciudad.
La evacuación fue criticada dentro y fuera de Estados Unidos. La canciller alemana Angela Merkel dijo que los acontecimientos más recientes fueron “amargos, dramáticos y horrendos”. Y funcionarios de seguridad advirtieron que Afganistán pronto proporcionaría un refugio seguro a grupos terroristas.
El Talibán parece encaminarse a tener control total de Afganistán para el 11 de septiembre, de la misma forma en que lo tenía hace dos décadas, cuando desde el territorio del país se planearon los ataques terroristas de Al Qaeda que derribaron el World Trade Center y dañaron el Pentágono. Las repercusiones de los atentados de 2001 modificaron por completo la relación de Estados Unidos con Medio Oriente, y más de 3.000 soldados estadounidenses y de la OTAN murieron en los subsecuentes combates en Afganistán durante la misión para dar con Osama bin Laden y posteriormente.
Bajo el mando del presidente George W. Bush, las tropas estadounidenses invadieron Afganistán poco después de los ataques terroristas en busca de Bin Laden y para intentar ponerle fin a la capacidad de Al Qaeda para llevar acabo nuevos atentados contra Occidente. El éxito fue inmediato: El Talibán fue aplastado y el grupo terrorista quedó disuelto.
Pero después llegó la desgastante segunda fase de la guerra y el despliegue de tropas adicionales ordenada por el presidente Barack Obama en 2009. Si bien Obama posteriormente dio la orden de reducir la cantidad de elementos, el volumen de ataques insurgentes y el número de víctimas civiles impidió un retiro total.
Trump sopesó la posibilidad de reunirse con altos mandos del Talibán en Camp David durante un aniversario previo del 11 de septiembre, pero dejó de lado esa idea debido a las fuertes críticas. Sin embargo, anunció que Estados Unidos retiraría a todas sus tropas para mayo de 2021, un acuerdo que Biden honró con apenas una ligera demora.
Todos estos gobiernos realizaron labores, a un elevado costo, para capacitar y armar a las fuerzas de seguridad afganas en anticipación al retiro de Estados Unidos. Pero esa inversión de sangre, tiempo y recursos estadounidenses demostró ser inútil luego de que el Talibán conquistó buena parte de Afganistán sin enfrentar resistencia y el presidente afgano huyó de la nación en cuanto las fuerzas invasoras llegaron a Kabul.
Para los altos mandos del gobierno de Biden, el vertiginoso colapso de Afganistán sólo confirma la decisión de salir del país. Si el desplome de las fuerzas afganas ocurrió a tal velocidad luego de casi dos décadas de presencia estadounidense, otros seis meses o un año o dos no habrían cambiado nada.
Su decisión de retirar las tropas este verano, aunque controversial dentro de la comunidad de seguridad nacional, había sido elogiada por algunos demócratas y republicanos de ser oportuna y apropiada. Sin embargo, el lunes los republicanos estaban ansiosos de arremeter contra la decisión de Biden y culparlo por el caos, aunque muchos de ellos habían respaldado un retiro cuando Trump lo propuso hace un año.
Sin embargo, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, había defendido constantemente la idea de mantener a las tropas en Afganistán, y dijo que en las sesiones militares de información a las que asistió se dejó entrever que el Talibán sería capaz de recuperar rápidamente el poder.
“Pienso que el presidente estaba convencido al respecto, obviamente”, declaró McConnell. “Se impuso a sus propios líderes militares para hacerlo y él es el responsable”.
Biden ha argumentado durante más de una década que Afganistán era una especie de purgatorio para Estados Unidos. Le parecía corrupto, adicto a la generosidad de Washington y un aliado poco confiable al que debería hacerse que se defendiera por sí mismo. Su objetivo era proteger a los estadounidenses de ataques terroristas, no construir un país, y sus asesores habían resaltado los sondeos — realizados antes del caos de la semana pasada — que muestran que la mayoría de los estadounidenses estaban a favor de que las tropas volvieran.
Pero esa apuesta política podría resultar arriesgada conforme las imágenes de miedo y violencia en Afganistán son difundidas por todo el mundo, especialmente si el caos en Kabul hace que “Saigón parezca Disney World”, advirtió el representante republicano Adam Kinzinger, un veterano de las fuerzas armadas que estuvo emplazado en Afganistán.
“El resultado final es que va a haber muchas personas muy decepcionadas con Estados Unidos”, dijo Kinzinger en una entrevista. “Inevitablemente, inevitablemente estaremos nuevamente en conflicto en otra parte. ¿Cómo vamos a convencer a esos locales de que les vamos a cumplir cuando abandonamos a los de Afganistán?”