Abandonan a cientos de centroamericanos deportados de Estados Unidos

Cientos de migrantes centroamericanos –muchas familias con niños pequeños- expulsados por Estados Unidos en vuelos hacia el sur de México fueron arrojados la semana pasada a este remoto puesto de avanzada en la jungla en la frontera con Guatemala.

Entran a Guatemala con niños en brazos y sus pocas pertenencias en bolsas de plástico, se detienen para volver a ponerse los cordones en los zapatos, desorientados por su repentina llegada a un tercer país en 24 horas. En parte, ése es el punto. La nueva medida de Estados Unidos tiene como objetivo disuadirlos de intentar llegar nuevamente a la frontera estadounidense.

En El Ceibo encuentran poco más que comensales al borde de la carretera, un pequeño refugio abrumado y un sofocante calor. Muchos no son de Guatemala. Hay hondureños y salvadoreños. Algunos comienzan a caminar hacia el sur, piden aventón o buscan un autobús si tienen dinero. La siguiente comunidad pequeña está a 18 kilómetros de distancia y en el medio solo hay una jungla interrumpida por ranchos. Otros dicen que volverán a dirigirse hacia el norte.

Maritza Tepata llegó a El Ceibo el miércoles con sus dos hijos de 3 y 8 años, luego de comenzar el día en Brownsville. El viernes, estaba trabajando en un restaurante, lavando platos, fregando pisos y atendiendo a los clientes junto con un migrante nicaragüense. A cambio, recibió comida para su familia, pero por lo demás no se le pagó.

Había huido de El Salvador porque una pandilla la amenazó por no pagar la extorsión. Tepata, de 26 años, había estado intentando llegar a Los Ángeles.

Además de sus hijos, había estado viajando con su madre, pero las autoridades estadounidenses los separaron después de cruzar la frontera hacia Texas. En su vuelo del miércoles, Tepata dijo: “Pregunté que cuántas horas habían de Estados Unidos a El Salvador, allí me dijeron que no iba para El Salvador sino para México… No preguntaron nada, yo me fui de mi país porque recibimos extorsiones. El papá de mis hijos no me ayuda… emigré para un futuro mejor para mis hijos”.

El viernes, Tepata enfrentó la realidad de tener que mudar a su familia de la pequeña habitación de hotel por la que había estado pagando siete dólares por noche desde el miércoles. No le quedaba dinero y estaba esperando que un familiar depositara algo para poder emprender el viaje de regreso a El Salvador.

«Logré hablar con mi mamá, dice que también la deportaron, pero a otra frontera”, dijo.

 Para disuadirlos

El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, explicó el jueves que la nueva medida tiene como objetivo dificultar el regreso de los migrantes expulsados bajo restricciones relacionadas con la pandemia que les prohíben buscar asilo para regresar a la frontera de Estados Unidos. Los migrantes entrevistados esta semana dijeron que las autoridades estadounidenses o mexicanas no les preguntaron si necesitaban protección.

Estados Unidos ha enviado a migrantes mexicanos a las profundidades de México antes para disuadirlos de intentar ingresar nuevamente a su territorio, pero esta es la primera vez que transporta a centroamericanos a ciudades del sur de México como Villahermosa y Tapachula.

La administración comenzó con vuelos 24 veces al mes, con la esperanza de aumentar, según un funcionario estadounidense. México acordó apoyar el esfuerzo en medio de tensiones.

AP