Reseña: «Batman vs Superman» es pesada y seria
JAKE COYLE, Associated Press
a estruendosa y sombría «Batman vs Superman: El origen de la justicia» («Batman v Superman: Dawn of Justice» ) de Zac Snyder presenta un enfrentamiento que suele reservarse a depredadores, Godzillas y candidatos presidenciales.
Y como ha ocurrido muchas veces en este año electoral, «Batman vs Superman» se adentra en esta tradición y cae en una alcantarilla. Lejos han quedado las cabinas telefónicas, los campos de maíz y otros símbolos de inocencia. Ante el clima actual quizá Snyder supo discernir hábilmente el momento de enfrentamientos violentos que vivimos.
«Batman vs Superman», tan pesada y adusta como un documento judicial, es una especie de camión de carga que avanza pesadamente a través de un mundo en desgracia. No tiene la fuerza cinética de «Mad Max: Fury Road» ni la vivacidad de una película de Marvel, sino un dramatismo operístico que a veces funciona y muchas veces no.
Este es un «paraíso perdido» para los superhéroes. Cambia y hace añicos a dos de los héroes más clásicos de los libros de historietas, generando en ellos emociones menos altruistas al punto que sus sonrisas se convierten en muecas de rabia.
Tras un montaje impresionista sobre la emblemática infancia de Batman, la película arranca como terminó la cinta de Snyder sobre Superman «Man of Steel» («Hombre de acero»), pero desde una perspectiva diferente. Bruce Wayne (Ben Affleck) conduce en medio de una lluvia de escombros por la Metrópolis mientras Superman (Henry Cavill) enfrenta despreocupadamente a sus enemigos extraterrestres.
Snyder pone sobre Wayne las críticas por el elevado número de muertos, y éste ve amargamente a Superman desde el suelo polvoriento, en una evocación barata del 11 de septiembre diseñada para agregar solemnidad donde no la hay.
Meses después los dos se siguen vigilando con desconfianza. Snyder trabajó con un guion de Chris Terrio («Argo») y David Goyer («Man of Steel») para adentrarse en sus naturalezas opuestas: un extraterrestre con poderes divinos que prefiere los colores primarios y un humano muy bien equipado que tiende hacia una paleta de colores oscuros.
En una fiesta organizada por Lex Luthor (Jesse Eisenberg, quien no fue una buena elección para el papel), el inventor multimillonario que planea usar en secreto la kryptonita como un arma, sus álter egos parecen pasivos-agresivos. Kent, el reportero, le pregunta a Wayne sobre «el problema del murciélago justiciero», mientras que Wayne, quien menciona la cobertura demasiado positiva sobre Superman en el Daily Planet, dice que no le gustan «los fenómenos que se visten como payasos».
Ambos enfrentan un nuevo ambiente de superhéroes muy bien expresado por nada más y nada menos que el astrofísico Neil DeGrasse Tyson, quien en una escena describe en televisión a los superhéroes como personas que alteran la supremacía humana en el universo, como lo hicieron los descubrimientos de Copérnico.
«Somos criminales Alfred», le dice Batman, quien viene de torturar a un enemigo, a su mayordomo (Jeremy Irons, quien le agrega un destello gélido a su personaje). «Siempre hemos sido criminales».
El complot de Luthor poco a poco pone a los héroes en la misma órbita junto con la Mujer Maravilla (Gal Gadot). Pero es el genuino rigor del compromiso de Snyder con la psicología de Superman y Batman lo que mantiene la película bien afianzada y hace que su rivalidad sea creíble. Ver a ambos deformarse hasta convertirse en villanos podría ser un truco, como cuando Jerry y Kramer de «Seinfeld» cambiaron apartamentos, pero «Batman vs Superman» aborda con seriedad el raro lugar que ocupan estos seres omnipotentes en un mundo que ahora siente rencor por su poder.
De alguna manera es una película ideal para Snyder, un cineasta muy poco sutil, con la sensibilidad necesaria para un choque de autos. Como director de «300» sabe cómo moverse en medio de un encontronazo y, a diferencia de las películas de Marvel, las adaptaciones de DC Comics han sido el trabajo de diferentes directores para bien (la trilogía de Christopher Nolan del «Caballero de la noche») y para mal («Man of Steel»).
El dominio de Snyder es menir cuando se trata de, bueno, de la vida normal. «Batman vs Superman» estaría mejor si pasara su larga duración en los últimos estertores del mito en vez de un lugar como las oficinas del Daily Planet, donde la eminentemente vivaz Lois Lane (Amy Adams) entra y sale como quiere.
En cuanto a la muy discutida elección de Affleck, Keaton y Bale tienen poco de qué preocuparse. Pero Affleck es un digno heredero del papel, aunque su barbilla lo delate cuando no lleva el traje de superhéroe. No hay mucho espacio para una actuación individual aquí; cuando está armado, el Batman de por sí fortachón de Affleck parece un tanque.
Hay algo divertido en imaginar quién sería el ganador en una competencia de superhéroes. ¿Es Flash más rápido que Superman? ¿Quién deja más propina, Aquaman o la Mujer Maravilla? ¿Les parece a todos raro Silver Surfer?
La esencia de esos debates es su estupidez, algo que ignora la solemne «Batman vs Superman». Snyder tiene una tarea ardua porque une el mundo del crimen realista de Batman con el plano más fantástico de Superman, además de incluir los cameos obligados (como Jason Momoa en el papel de Aquaman y Ezra Miller en el de Flash) para preparar el terreno de las futuras películas.
¿Pero por qué pelean? La batalla más importante ya fue decidida: Batman, nuestro viejo favorito, es el que encabeza las marquesinas.
«Batman vs Superman: El origen de la justicia» es un estreno de Warner Bros. En Estados Unidos tiene clasificación PG-13 por «secuencias intensas de violencia y acción así como algunas escenas de sensualidad». Le damos dos estrellas y media sobre cuatro.