Reseña: “Logan Lucky” de seguro te hará sonreír

Washington Hispanic

AP

n su gran regreso tras una pausa de cuatro años, Steven Soderbergh ha aprovechado al máximo su saco de trucos. ¿Película de ladrones? Listo. ¿Channing Tatum? Listo. ¿Metáforas no tan sutiles que se cuelan en historias sobre la condición de la clase trabajadora? Listo. ¿Compinches aletargados pero confiables? Listo, listo, listo.

Pero esto no significa que «Logan Lucky» no tenga nada nuevo que ofrecer. Simplemente se siente tan familiar, que podría irritar a algunos y hacer sentir a otros como en casa.

El escenario es Virginia Occidental, donde Jimmy Logan (Tatum) acaba de ser despedido de su trabajo en una mina de carbón porque uno de sus jefes lo descubrió cojeando. Como si fuera un primo lejano de Magic Mike, que complementaba su escaso trabajo en la construcción bailando en un club desnudista, Jimmy Logan es el otro Sueño Americano hecho pedazos: alguna vez fue un astro del fútbol estadounidense y tenía un futuro prometedor; ahora está en el mismo lugar donde comenzó, pero peor. Tiene una hija pequeña, Sadie (la adorable Farrah Mackenzie), y una exesposa (Katie Holmes) que lo dejó por un hombre de clase media (David Denman) y que podría mudarse a otro estado muy pronto.

Su hermano, Clyde Logan (Adam Driver), es un cantinero que habla lento y que perdió uno de sus brazos rindiendo servicio en Irak, pero que todavía puede hacer un buen martini cuando un arrogante patrocinador de la NASCAR interpretado por Seth MacFarlane lo reta. Y su hermana, Mellie Logan (Riley Keough), es una peluquera práctica que usa uñas de acrílico, maneja un auto sincrónico y no tiene tiempo para lidiar con personas pretenciosas como el nuevo esposo de su excuñada.

Los Logan, sencillamente, no tienen mucho espacio para la acción, por eso deciden pasarle factura a las instituciones que no comparten la riqueza con aquellos que las han apoyado. Su plan es interceptar el efectivo de una gran carrera de NASCAR.

Consiguen ayuda de un preso experto en demoliciones, Joe Bang (Daniel Craig, en un papel muy cómico) y sus hermanos simplones pero astutos Fish (Jack Quaid) y Sam (Brian Gleeson), quienes dicen cosas como que “saben todo lo que hay que saber acerca de computadoras” mientras juegan a lanzar herraduras, sólo que en vez de herraduras usan asientos de retrete.

Sobra decir que esta no es una versión muy realista del mundo de los mineros de carbón o de los aficionados a la NASCAR. Tampoco es una comedia total al estilo de «Talladega Nights: The Ballad of Ricky Bobby». En vez, es una mezcla interesante de ambos, más cercana a «The Big Short» de Adam McKay, pero mucho más tonta.

«Logan Lucky» presenta a trabajadores de organizaciones benéficas atendiendo a residentes pobres de Virginia Occidental junto a un MacFarlane con una peluca de Rick James haciendo un acento británico.

Podría decirse que, pese a su salvajismo, «Magic Mike» fue hecha con seriedad y era algo más que una historia de desnudistas. «Logan Lucky», a pesar de todo su comentario social, es un poco más trivial.

Y a diferencia de «Magic Mike», nunca se siente realmente que sea sobre la gente que retrata; es más bien superficial. Da la sensación de que uno está viendo estrellas de cine que simplemente juegan a actuar como cambrianos.

Es un artilugio, aun así agradable, que se prolonga demasiado con tangentes que no pueden sostener la energía de, por ejemplo, cualquiera de sus películas de «Ocean’s».

Pero dejando de lado las fallas, es una buena película de ladrones y seguramente dejará al público con una sonrisa. Deberíamos estar agradecidos de que Soderbergh esté de regreso y esperamos que esta vez sea para siempre.

«Logan Lucky» tiene una clasificación PG-13 en Estados Unidos, con material que podría ser inapropiado para menores de 13 años por algunas escenas con lenguaje soez y comentarios crudos. The Associated Press le otorga dos estrellas y media de cuatro.