Ana Sol Gutiérrez: una vida dedicada al servicio público

Víctor Caycho
Washington Hispanic

on los ojos brillantes y un entusiasmo alegre, juvenil y contagioso, Ana Sol Gutiérrez sorprende otra vez al mundo político local, al anunciar esta semana que hacía un nuevo giro en su larga y productiva vida política: no postulará por un nuevo periodo como delegada estatal ante la Asamblea Legislativa estatal en Annapolis, Maryland.

Pero a sus 75 juveniles años no pasará a un merecido retiro, como algunos podrían imaginar. Por el contrario, volverá a la pelea para conquistar los votos, y para ello ha decidido competir por un asiento en el Concejo del Condado de Montgomery por el Distrito 1.

Ana Sol recibió a Washington Hispanic el miércoles 20. Estaba radiante y feliz porque el lunes se había registrado oficialmente como candidata a concejal, un cargo ejerció décadas atrás en ese condado conocido por su diversidad. Ella postula al cargo que deja Roger Berliner, y que ahora se presenta para Ejecutivo de Montgomery.

¿Quién no conoce a Ana Sol en la comunidad hispana, una profesional nacida en El Salvador que ha ido marcando historia una y otra vez? Con 12 años como la primera delegada estatal hispana en la historia de la Asamblea Legislativa de Maryland, otros ocho años en el gobierno local de Montgomery y seis más durante el gobierno del presidente Bill Clinton, ha dejado una profunda huella.

Con una sonrisa que delata su ternura, Ana Sol recuerda que llegó a Estados Unidos con sus padres “cuando yo era chiquitita, de cuatro o cinco años, y vinimos primero a Silver Spring y luego a Chevy Chase, en Maryland, que siempre ha sido mi hogar”.

“Mi padre, Jorge Sol Castellano, fue uno de los directores fundadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI)”, relata.

Ella reconoce que llegó “en muy diferentes condiciones a lo que ha sido la trayectoria de muchísimos inmigrantes”, junto a su madre Ana Pérez de Sol. Hasta que su padre fue llamado por el gobierno en El Salvador, por los años 50, para ser el primer ministro de Economía del país. Ana Sol, que estaba en el segundo grado escolar, siguió los estudios en una escuela salvadoreña, por unos cuatro años, hasta que el papá regresó a Washington, ahora con el FMI.

Después, sus padres deciden regresar a su país, “yo tenía unos 15 años, estaba por entrar a la secundaria y le pedí a mi padre que me dejara seguir estudiando en Maryland. Lo permitió y me quedé a vivir con unos vecinos americanos. Terminé mi secundaria y seguí en la universidad y ya desde entonces he sido independiente”.

Ana Sol ríe otra vez cuando menciona que en esa época había muy pocos hispanos. “Para decirle que en mi clase de graduación, de unos 600 estudiantes de la escuela Bethesda Chevy Chase casi el 96 por ciento eran blancos. Como recién habían admitido a los afroamericanos, había muy pocos de ellos. Y sólo éramos dos latinos, el hijo del embajador argentino y yo. ¡Dos latinos en una clase de graduación de más de 600 estudiantes!”.

“Ahí hice todos mis estudios, al igual que mis hijos. En esa escuela lancé mi primera campaña electoral en 1990. Es el área donde más he vivido, donde he tenido mis hijos, mi familia, mi casa, que la compré en 1968 y donde estoy viviendo. Así que mis raíces acá son de larga data en esta zona”.

Por los hijos

Ana Sol decidió entonces viajae a Europa para estudiar química. “En Ginebra conocí a Fernando Gutiérrez, un boliviano. Luego nos casamos en El Salvador, durante una vacación de Navidad. De ahí viene el apellido Gutiérrez. Tuvimos tres hijos, dos nacidos acá y uno en Venezuela, porque nos fuimos a vivir cinco años fuera de acá. Me fui embarazada y tengo un hijo venezolano, Es como un accidente geográfico”, dice riendo.

También vivieron en Bolivia y Perú. “Pero ya habíamos estado fuera cinco años, los chicos necesitaban una escuela más estable. Como profesional tuve en Venezuela quizás los mejores trabajos que he tenido en mi vida. Pero por mis hijos y por mi carrera regresé con ellos acá. Ya habíamos decidido divorciarnos, porque él prefería vivir en Latinoamérica y yo en Estados Unidos. Fue una separación muy amigable, no hubo ningún otro motivo. También era importante que mis hijos siguieran teniendo una fuerte relación con su padre”, señala.

Cuando regresó en 1981, se encontró con el conflicto en El Salvador y en Centroamérica. “Ya había una guerra civil muy seria –añade-, y empezaba el gran flujo de salvadoreños, guatemaltecos y hondureños hacia acá. Me involucré casi de inmediato en grupos de defensoría y de política para promover el cese de las guerras”.

En la política

Le preguntamos a Ana Sol cuándo decidió entrar en política. “¡Ahh, por mi padre! Él creía muy fuertemente que el gobierno y las políticas públicas son las que pueden hacer el mayor cambio para las poblaciones”.

También reconoce que su madre seguía en todo a su padre. Era una madre tradicional latina. “Por eso quizás mi relación más estrecha era con mi padre, quien desde que nací me impulsó a continuar mi educación, a desarrollar mi intelecto. Podría decir que sin él y su visión del futuro yo no hubiera podido lograr nunca lo que he alcanzado, tanto en educación como en mi vida profesional, con un sentido de seguridad y al mismo tiempo de convicción, de poder ser un instrumento fuerte hacia el cambio, el progreso y ser una voz para los que no la tienen.

Así era mi padre. Y aunque él pertenecía a una de las 14 familias de El Salvador donde había mucho dinero y pensamientos muy retrógrados, él siempre fue hasta cierto punto la oveja negra, un intelectual con una visión de un mundo realmente mucho más justo y equitativo. De él heredé muchísimo”, recuerda con la misma emoción de una hija que idolatra y admira a su padre y mentor.

Entonces decidió incursionar en la política, en los 89. “Era la época de Ronald Reagan. Mi padre había tenido que venir a EEUU porque habían escuadrones de la muerte que lo tenían en una lista. Hasta que se le terminó su visa y bajo el gobierno de Reagan no iba a haber renovación. Así que la solución fue que yo me hiciera ciudadana, porque no había considerado hacerlo. Yo era residente permanente desde 1964 cuando terminé  mis estudios y ya no tenía visa de estudiante. Así es que 20 años después, en 1983, me vuelvo ciudadana americana para hacer la petición de las visas para mis padres. Y al hacerme ciudadana es cuando realmente se rompen las puertas, en términos políticos, porque sentí que tenía el derecho al voto y podía participar plenamente en lo que era la política. Y sobre todo quería votar contra Reagan. Eso fue lo que más me motivó”, relata Ana Sol.

Aunque volvió a ganar Reagan, ella ya estaba muy involucrada en la política local En 1982 fue la primera vez que la eligieron para participar en una convención demócrata y asistió a la nominación de Jesse Jackson, el primer afroamericano que postulaba para presidente de Estados Unidos. “Le puedo decir que era el Bernie Sanders de hoy en día y realmente movilizó a mucha gente, porque la coalición no solo se dirigía a las minorías afroamericanas y latinas sino tenía ideas de reformas progresistas muy adelantadas”.

Recuerda que cuando Jackson no salió nombrado en el 88, “al terminar la convención nos dijo: ‘Esto solo empieza, tienen que regresar y tienen que ser electos, tienen que correr para una posición electoral’”.

“Hasta ese entonces nunca se me había ocurrido entrar en la política. Así es que le debo a él ese empujón”, afirma Ana Sol.

Y ahí empezó la otra parte de la historia de esta combativa mujer.

Unos amigos la convencieron de postular por primera vez para un cargo público, a la Junta de Educación del condado de Montgomery.

“Comencé de cero en la política, sin saber leer ni escribir, no tenía ni mentores ni modelos ni nadie que me apoyara. Lo que tenía eran ganas y rabia Y gané”.

Con esa elección, en 1990, se convirtió en la primera hispana electa en todo el estado de Maryland. Además, llega a ser la primera salvadoreña electa en un cargo público en todo Estados Unidos.

Estuvo por dos periodos de cuatro años (1990-1998) y luego tuvo un cargo ejecutivo durante el gobierno de Bill Clinton, en el Departamento de Transporte.

En 1988 postuló por primera vez a la Asamblea Legislativa y perdió. Pero cuatro años después, el senador estatal Chris Van Hollen decide correr para el Congreso federal y una delegada estatal postuló al cargo vacante. “Entonces se abrió un escaño y ahí es donde entré yo, con Richard Madaleno, y entre los dos sacamos a uno de los incumbentes. Desde 2002 soy delegada estatal en la Asamblea General en Maryland, otra vez la primera hispana en esa posición”. Fue reelecta cuatro veces.

Y ahora vuelve al Concejo del Condado de Montgomery, por el Distrito 1, que integra las ciudades de Poolesville, Potomac, Bethesda, y Chevy Chase.

“Es igual al Distrito que yo representaba en la Junta Escolar, conozco mucho de los vecindarios, y los asuntos que son importantes para el Distrito 1. Va a ser una lucha muy fuerte. Por eso le digo a la comunidad que debemos demostrar que nosotros contamos, y la única manera de lograrlo es saliendo a votar”.