No perdamos la esperanza
Editorial
Washington Hispanic
espués de la tempestad viene la calma, reza el viejo dicho. Esperamos que así sea, tras la divisiva –y a veces violenta- campaña electoral que tuvo en vilo durante más de un año a toda la nación.
Hay que dejar paso a la cordura, a los buenos modales, para que la ciudadanía mantenga viva la esperanza de un futuro mejor, mientras avanza el complicado proceso del traspaso del poder que culminará el 20 de enero, cuando Donald Trump preste juramento al cargo frente al Congreso.
La decisión popular ya fue tomada, de acuerdo a las normas de nuestra democracia, y todos debemos respetarla. Para unos, hay que saber perder, para otros, es necesario tener la sabiduría del vencedor.
Afortunadamente se han dado gestos positivos. La candidata presidencial Hillary Clinton fue la primera en llamar a su contendor y concederle la victoria. Luego exhortó a sus seguidores para que apoyen al nuevo presidente.
El presidente electo felicitó hidalgamente a Clinton y, más aún, dijo que la ciudadanía le tiene una gran deuda de gratitud por su servicio público.
A ello siguió la felicitación del presidente Obama y su invitación al presidente electo para dialogar en la Casa Blanca, hecho que se concretó el jueves 10, apenas dos días después del día central de la elección.
Esperamos que el país recupere la tranquilidad y la confianza en la futura administración. Con su reconocida visión de los negocios, creemos que el presidente electo Donald Trump será capaz, entre otros temas, de delinear acciones imaginativas que puedan mantener el acceso de la salud al alcance de todos, en especial de los más vulnerables, y también tender la mano a la comunidad inmigrante, que aporta con su trabajo, su ingenio y sus impuestos al desarrollo de esta gran nación que los acoge.
Confiamos en que así sea.