Allison Kokkoros: “Las puertas están abiertas para todos”
Jossmar Castillo
Washinton Hispanic
Es raro encontrarse con alguien en la calle que no haya escuchado sobre la escuela Carlos Rosario. Durante las últimas cuatro décadas, esta institución enfocada en la educación para adultos se ha convertido en un santuario para los inmigrantes de más de 80 países que buscan cumplir sus sueños de superación académica y profesional.
Allison Kokkoros, directora ejecutiva de Carlos Rosario durante los últimos cuatro años, ha visto de cerca el desarrollo y evolución de este centro educativo, y más importante, de los logros alcanzados por los estudiantes cada vez que finalizan un programa y se expanden sus oportunidades como miembros activos de las comunidades donde viven.
Más de 25 años atrás, cuando se preparaba como educadora, ella misma experimentó lo que significaba estar en Carlos Rosario y, por como habla de la escuela y el tiempo que ha pasado formando parte de ella, se puede decir que fue amor a primera vista.
“Apenas entré noté que había algo especial. Había un ambiente y una cultura diferente, así que inmediatamente dije: ‘Aquí es donde quiero hacer mi práctica profesional’”, comentó Kokkoros, mientras conversaba en español con el Washington Hispanic recordando sus inicios, evaluando el presente y hacia dónde se dirige Carlos Rosario en el futuro.
Fue curiosamente un viaje a Alemania, de donde vino su familia, lo que despertó en ella el interés por otras culturas y otros idiomas. Una vez de vuelta y graduada de la universidad, encontró en Carlos Rosario lo que buscaba.
Después de trabajar como maestra de Inglés como Segunda Lengua (ESL) y experimentar el cierre de la institución durante casi un año a causa de la situación política y financiera que se vivía en Washington a mediados de los años 90, Kokkoros aprovechó el tiempo para aprender español en Guatemala y México, a la vez que visitó a familiares de sus estudiantes.
Por casualidades de la vida, en Washington se encontró por la calle con Sonia Gutiérrez, su antigua jefa, quien le confió que estaba trabajando en reabrir la escuela para adultos nuevamente y la disposición que mostró desde siempre, la llevó a aprender otras habilidades administrativas.
“En 1997 colaboré en la redacción de una propuesta que convirtió a Carlos Rosario en la primera escuela pública charter para adultos”, mencionó. Con la escuela nuevamente establecida Kokkoros fue recibiendo nuevas responsabilidades, ayudó a conseguir el campus de la Harvard Street NW, y cuando menos se lo esperaba, la junta de la escuela la designó, de manera unánime, como directora ejecutiva de la institución.
“Nunca me imaginé que algún día estaría al frente de la escuela de la que me enamoré años atrás. Yo sé que quería crecer profesionalmente, tener retos y servir. Poco a poco Sonia me dio más responsabilidades”.
Con la mirada hacia el futuro
Bajo la administración de Kokkoros, la escuela ha establecido varios programas que se han convertido en insignias de la escuela, como el de Pequeños Negocios, que se suma a los populares programas de artes culinarias y de enfermería. Además, desarrollaron un programa llamado Transiciones, que ayuda a los estudiantes de Carlos Rosario a navegar el sistema educativo para aplicar a universidades, aplicar a becas y sobresalir en sus clases.
“Es más fácil dar una beca, o ayudar a alguien a entrar a la universidad, pero es algo diferente cumplir y sobresalir. Estas personas se han convertido en un ejemplo para el resto de nuestros estudiantes”, dijo Kokkoros.
Carlos Rosario también participó recientemente de la visita que la alcaldesa del Distrito, Muriel Bowser, realizó a la ciudad de San Salvador para el Acuerdo de Hermanamiento, y como parte de este acuerdo, la escuela forma parte de un programa de intercambio en el que estudiantes y maestros del Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA) vendrán a DC para participar de diferentes eventos académicos, y maestros de Carlos Rosario viajarán a San Salvador “para que obtengan la competencia cultural” necesaria para impartir a sus estudiantes, que la mayoría provienen de este país.
Además, están en la fase de exploración para desarrollar programas académicos híbridos, en la que los estudiantes podrán asistir a la escuela una vez a la semana y recibir instrucciones a través de tablets o teléfonos móviles.
No hay dudas del éxito que Carlos Rosario ha demostrado durante los años, y Kokkoros atribuye este éxito a la entrega de cada uno de los que trabajan allí.
“Somos un equipo muy fuerte y estamos profundamente dedicados con la misión de la escuela y servir a la comunidad inmigrante. Son innovadores, creativos y entregan lo mejor de sí. Puedes tener un edificio muy bonito, pero si no tienes un equipo comprometido, no eres nada”.
Más que una escuela
Además de ofrecer un programa educativo de excelencia, Carlos Rosario ofrece ahora talleres y asistencia legal sobre inmigración. Una iniciativa que se hizo necesaria debido a los tiempos de temor e incertidumbre que el ambiente político ha propiciado en la actualidad.