La función de las amígdalas
Si se pueden extirpar, es que igual no sirven para nada. Esta afirmación, que comparten muchas personas, no es del todo correcta, ya que esta zona de la garganta cumple una función muy concreta.
En el caso de las amígdalas, forman parte del sistema inmunitario de nuestro cuerpo.
Sin embargo, su importancia no es demasiado relevante pese a que se encargan de poner a raya todo tipo de infecciones y mantener controlados los fluidos corporales.
Ellas son las responsables de atrapar todos esos gérmenes que nos entran por la boca y la nariz.
Pero, con todo esto, puede que estas dos masas de tejido, ubicadas en la parte posterior de la garganta, sufran una inflamación.
Es lo que se conoce con el nombre de amigdalitis. Una hinchazón bastante dolorosa y molesta que no permite tragar con facilidad (ni siquiera tu propia saliva).
Además puede desencadenar fiebre alta, la aparición de un recubrimiento de zonas blancas en las mismas, mal aliento o que los ganglios linfáticos que están situados a ambos lados del cuello también estén más sensibles, debido a esta patología derivada de una infección vírica o bacteriana.
Todo quedaría en unos días de reposo y el consumo de antibióticos, siempre y cuando esa afección no se complique, siga respondiendo a los tratamientos prescritos o no se repita de forma muy frecuente en un breve espacio de tiempo.
En caso contrario es cuando el especialista puede optar por una intervención quirúrgica para extirpar las amígdalas.
Una operación nada complicada y que suele ser muy común, no solo en los niños pequeños, sino también en los mayores.
No te preocupes, de no tener amígdalas no te hace más propenso a contraer otras enfermedades respiratorias como, por ejemplo, la faringitis.
El nombre de esa operación es amigdalectomía y también se realiza cuando las amígdalas son tan grandes que dificultan que el paciente respire o trague con normalidad.
Y eso, en el caso de las personas mayores, incluso puede interferir en que no se tenga un sueño nocturno normalizado, con lo que no se produce el descanso necesario.
En casos menos habituales, esta misma intervención quirúrgica se puede efectuar cuando se produce un sangrado de las amígdalas o alguna enfermedad más grave, como puede ser la presencia de un tejido canceroso.
Extirpación de las amígdalas
Hablamos de una operación que suele ser muy habitual y que, salvo complicaciones, solo requiere un mínimo ingreso hospitalario pese a que se hace con anestesia general.
Si todo sale bien, el paciente puede irse a su casa al día siguiente de haber entrado en el quirófano. Una vez allí, la recuperación total de una amigdalectomía suele durar de 10 días a 2 semanas, según cada paciente.
Para hacer esta técnica quirúrgica, el especialista accederá a las amígdalas a través de la boca y, además de extirparlas para acabar con esos problemas, en algunos casos incluso se procede a una «resección del tejido adenoideo o vegetaciones» para evitar también complicaciones en esta zona.
Una vez hecha la operación y ya en la comodidad de casa, es bueno que sigas estas recomendaciones:
- Estar hidratado para disminuir las posibles molestias, ya sea con agua o zumos no ácidos.
- Durante los primeros días es mejor que la dieta sea blanda y fría. Los alimentos más calientes es mejor dejarlos para cuando hayan pasado unos 10 días, así como aquellos que puedan dañar la cicatriz, como las patatas fritas o la corteza del pan, por ejemplo.
- No te olvides de acompañar cada comida con la pauta farmacológica que te hayan prescrito para esas semanas.
- Y no te preocupes si tras la operación tienes algo de fiebre, algunas pequeñas heridas en los labios o el aliento te huele fuerte. Son señales que irán desapareciendo al cabo de los días.
Prevenir antes que curar
Para evitar llegar a este punto, es bueno que estas personas sigan previamente una serie de hábitos para mantener alejado de su garganta todo lo relacionado con bacterias y otros gérmenes.
Es por eso que uno debe tomar conciencia de lavarse las manos con frecuencia (esencial y lógico antes de comer y cada vez que uno va al aseo), evitar compartir enseres de uso personal como vasos, toallas o botellas de agua, y taparse la boca con la parte interna del codo o un pañuelo desechable cuando uno estornuda.
Otro de los consejos efectivos es tirar el cepillo de dientes que estaba usando en el momento en que le dieron ese primer diagnóstico de amigdalitis.