Qué pasa cuando se le da la espalda a la comunidad latina

Patricia Guadalupe
Washington Hispanic

a salida de la contienda presidencial del cubano-estadounidense Marco Rubio es una buena lección para quienes buscan postularse en el futuro: darle la espalda a la comunidad latina es una muy mala idea. Rubio llegó al Senado como alguien que pudiera ayudar a la comunidad migratoria, formando parte del llamado Grupo de Ocho de senadores de ambos partidos que promovían una reforma migratoria. Entendía a la comunidad migratoria, dijo, porque era hijo de padres inmigrantes. Había incluso estado en la portada de la revista Time como “la nueva cara del Partido Republicano”.

¿Pero qué hizo tan pronto anunció su candidatura a la presidencia? Desmintió la misma legislación que había promulgado. Rechazó su propio proyecto de ley porque los conservadores en su partido no estaban de acuerdo. Esto no lo congració con los votantes hispanos. Seguramente Rubio estaría pensando que no sería de gran importancia cambiar de manera de pensar sobre esa legislación porque los inmigrantes indocumentados no votan, pero no tomó en cuenta a los latinos que sí votan y le prestan mucha atención al tema.

Un análisis bastante interesante de la encuestadora Latino Decisions señala que la mayoría de votantes hispanos conoce al menos una persona indocumentada y piensa que el tema de la inmigración merece atención de los candidatos presidenciales. Tampoco parece que Rubio le prestó mucha atención a los consejos de su mamá. En una entrevista con la revista Time hace tres años, Rubio contó que su madre le había dicho que dejara a los inmigrantes quietos. “Por favor no te metas con ellos. Son seres humanos como nosotros y vinieron por las mismas razones que nosotros: a trabajar, a mejorar sus vidas. No te metas con ellos”, le dijo su madre, Oriales García. Pero hizo lo contrario, empeorándolo en uno de los debates cuando dijo que sus propios padres no hubieran podido entrar a Estados Unidos bajo una legislación que él apoyaría como presidente, de aceptar a más inmigrantes con preparación académica y menos a los de la clase humilde, como sus padres.

Rubio también declara estar arrepentido de haber usado ataques personales en contra de Donald Trump, diciendo que de tener otra oportunidad, no lo volvería a hacer. Lo que pasa es que si bien la gente está harta de la política de siempre en Washington, con estancamiento y partidismo, no toleran ataques personales y baratos, especialmente de los que dicen ser diferentes. Si la política es sucia, peor es la gente que no ofrece elevar la discusión a un nivel decente, con ideas y soluciones concretas. Más de lo mismo simplemente no funciona.

Mientras tanto, en el lado demócrata Hillary Clinton se llevó todos los cinco estados que tuvieron primarias este pasado martes 15, incluyendo una victoria aplastante en Florida donde superó a su rival Bernie Sanders 66%-33%. Según encuestas a boca de urna, Clinton obtuvo el 70 por ciento de los votos hispanos en Florida el martes y tiene una amplia delantera en el estado de Arizona, que celebrará la próxima primaria el martes 22 que viene y donde el voto latino tiene bastante peso con medio millón de electores registrados para votar. Varios grupos que abogan por la participación electoral, como la organización Voto Latino, están en Arizona y varios otros estados, auspiciando campañas de registro de votantes. Las encuestas a nivel nacional señalan que Clinton tiene un 60 por ciento de apoyo dentro de la comunidad latina, pero a la vez no se siente ese entusiasmo frenético por ella que gozaba el presidente Obama, especialmente cuando se postuló por primera vez en el 2008. Por supuesto que sabemos que ese fue un año histórico con la elección del primer mandatario afroamericano en Estados Unidos, pero éste también es un año histórico con la participación, hasta hace unos días, de dos latinos en la contienda y también la muy buena posibilidad de que una mujer salga electa por primera vez en la historia del país.

Ya sabemos por qué los latinos no sentían entusiasmo por Rubio –y tampoco lo sienten por el ultra-conservador Ted Cruz-, es un poquito más complicado en el lado demócrata. Los votantes en su mayoría dicen que apoyan a Clinton porque la alternativa republicana es peor y ella tiene mejores posibilidades de salir electa que su rival Bernie Sanders. Pero a la vez hay mucha rabia entre algunos que piensan que el Partido Demócrata no toma en serio al votante latino porque asumen que votarán por demócrata dado quiénes son los candidatos republicanos. Y aunque hubo mucho entusiasmo cuando Obama recién salió electo, ahora hay mucha decepción. Las deportaciones siguen sin cesar, y aunque la campaña de Clinton no tiene nada que ver con eso, seguramente saben que esto pudiera resultar en menos votantes el próximo noviembre si se quedan en sus casas en vez de salir a las urnas. La campaña está montando un fuerte esfuerzo para conseguir a los votantes latinos, y cabe ver si desaparecerá en noviembre cuando ya no necesiten los votos. De aquí a nueve meses hay un muy largo trecho.