John Kelly: EEUU no utilizará al ejército en deportaciones
Washington Hispanic
AP
stados Unidos se comprometió el jueves a no utilizar al ejército en operaciones migratorias y a no hacer deportaciones masivas, mientras que México dejó claro su rechazo a que el país vecino tome decisiones unilaterales que también le afecten.
Así lo expresaron los secretarios de Estado, Rex Tillerson, y Seguridad Interior, John Kelly, y sus homólogos mexicanos, el canciller Luis Videgaray y el titular de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, en sus respectivos mensajes a la prensa después de la reunión que todos mantuvieron el jueves en Ciudad de México.
«No habrá, repito, no habrá deportaciones masivas», dijo Kelly. «Y escuchen esto: no se usará al ejército en operaciones migratorias», añadió tras señalar que las deportaciones se centrarían en personas con delitos y que se harían de manera «sistemática y organizada».
Por su parte, Osorio Chong planteó el «desacuerdo» de México ante algunas medidas anunciadas por Estados Unidos y subrayó que toda acción que tenga efectos que transciendan fronteras «deben ser dialogadas y en la medida de lo posible consensuadas».
Asimismo, el canciller recordó «la imposibilidad jurídica de que un gobierno tome decisiones que afecten al otro de manera unilateral», en referencia a las intenciones de Estados Unidos de deportar a ciudadanos de terceros países a través de México, aunque ninguno de los funcionarios hizo alusión expresa a ello.
Videgaray no ocultó que decisiones recientes de Washington han generado «preocupación» e «irritación» en México, pero optó por lanzar un mensaje de que ahora había un mejor entendimiento. «Será un largo camino el construir acuerdos con Estados Unidos, pero hoy hemos dado un paso en dirección correcta», declaró.
El momento más complicado entre ambos gobiernos fue cuando el presidente Enrique Peña Nieto canceló su visita a la Casa Blanca después de Donald Trump firmara una orden ejecutiva para la construcción del muro fronterizo e insistiera, en encendidas declaraciones, que México sería quien lo pagaría. Después la relación se tensó aún más ante las medidas migratorias agresivas de la nueva administración republicana.
El jueves, en lo que hasta ahora ha sido el encuentro de mayor nivel entre miembros de los dos gobiernos, tanto Tillerson como Kelly mantuvieron un lenguaje mucho más diplomático y enfatizaron los puntos de acuerdo entre los dos países, como el interés en controlar el flujo de armas y dinero ilegal que llega desde Estados Unidos, o la necesidad de coordinar acciones para promover el desarrollo de los países centroamericanos, origen de muchos migrantes.
A la llegada de los dos funcionarios estadounidenses a Ciudad de México, los gobiernos de países parecían estar en otra posición. Mientras la Casa Blanca dijo que sus relaciones eran «fenomenales» y que los dirigentes abordarían la puesta en marcha del plan de Trump, México se limitó a decir que no aceptará el plan del republicano y que incluso lo objetaría en la ONU y otras organizaciones internacionales de ser necesario.
Documentos firmados por Kelly esta semana hablaban de deportar por México no sólo a los indocumentados mexicanos sino a los de terceros países, una situación que podría generar la aparición de campos de refugiados y deportados en la frontera norte del país con graves consecuencias humanitarias. Además, agilizar las deportaciones e incluir a personas con delitos menores dejaba en peligro de expulsión a miles de indocumentados.