Inmigrantes abren más negocios, mueven la economía de EEUU
AP
Washington Hispanic
Desde el fundador de AT&T Alexander Graham Bell hasta el creador de Google Sergey Brin, los inmigrantes han sido más proclives que los nativos a abrir sus propios negocios en Estados Unidos.
“Los inmigrantes tienen el doble de probabilidades de abrir nuevos negocios”, aseguró Arnobio Morelix, analista de la Fundación Kauffman, que promueve el espíritu emprendedor.
Analistas hacen notar que ese espíritu se hace cada vez más necesario en vista de que la cantidad de empresas creadas por estadounidenses nativos está mermando, de un promedio de 524.000 por año entre el 2002 y el 2006, antes de la recesión, hasta las 414.000 del 2015, según el censo nacional.
Las restricciones a la in migración que promueven el gobierno de Donald Trump y sus aliados republicanos alarman a quienes consideran que los inmigrantes son una fuente vital de generación de empleos.
“Transmite una fuerte señal negativa al resto del mundo: ‘No vengan a Estados Unidos. No los queremos’”, manifestó John Dearie, presidente del Center for American Entrepreneurship, una agrupación no partidista que apoya la inmigración. “Eso es muy perjudicial”.
En un informe del año pasado, la Fundación Kauffman dijo que en el 2016 casi el 30% de las empresas nuevas de Estados Unidos fueron creadas por inmigrantes de primera generación, comparado con el 13% de 1996.
En Pittsburgh, los inmigrantes kenianos Lavender Wachira y May Lebo, quienes se conocieron en la universidad, abrieron un negocio de limpieza hace cinco años con una inversión de menos de 500 dólares. Ahora proyectan la contratación de gente para que se haga cargo del márketing, la contabilidad y otras tareas administrativas.
Desde siempre los inmigrantes han mostrado un espíritu emprendedor más fuerte que los nativos, en parte porque no pueden conseguir trabajo en las áreas que más dominan. A menudo las empresas estadounidenses no saben qué hacer de títulos universitarios de la India o la experiencia laboral de alguien en Lituania. Y tienden a ignorar a los inmigrantes en beneficio de nativos cuyas credenciales comprenden mejor.
Brin, quien es ruso, es uno de los cofundadores de Google. El sudafricano Elon Musk creó Tesla, la fabricante de automóviles eléctricos. Tres inmigrantes –Peter Thiel, alemán; Luke Nosek, polaco, y Max Levchin, ucraniano– fundaron PayPal.
Un estudio del año pasado del Center for American Entrepreneurship señaló que el 43% de las empresas de Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes de primera o segunda generación.
Los recién llegados abren asimismo negocios más humildes. Hoteles indios, tiendas de comestibles coreanas y restaurantes griegos.
“Este país es tan prometedor como en los días de Ellis Island”, afirmó Álvaro Maurice, un inmigrante venezolano que abrió una firma consultora en Dayton, Ohio, en el 2011. Aludía a la isla donde se procesó a todos los recién llegados desde 1892 hasta 1954.
Durante un cuarto de siglo, Amara e Isata Sumah han estado sirviendo arroz jolof, sopa picante y otros platos de África occidental en su restaurante de Washington. La pareja trabaja de 12 a 14 horas diarias en el Sumah’s West African Restaurant & Carry Out. Ahorraron lo suficiente como para comprar una casa y costear los estudios universitarios de dos hijas.
El restaurante se encuentre frente a un departamento de 100 dólares al mes que Amara alquiló cuando llegó a Estados Unidos. Al principio trabajó en restaurantes de hoteles y condujo un taxi.
“Si trabajas duro, puedes mantener a tu familia”, afirma Amara, quien recuerda vívidamente el día preciso (28 de noviembre de 1978) en que llegó a Washington sin un centavo desde Sierra Leone. “Puedes hacer una vida mejor para ti y para tus hijos”.