Horror que vivieron en cárceles revelan opositores liberados

Celdas completamente oscuras, de tres metros por dos, y un hoyo en el piso para hacer de baño. Gritos a la distancia de presos amarrados con cadenas. Amenazas. Agua racionada y frijoles en estado de descomposición.

Poco más de una semana después de haber sido desterrados y despojados de su nacionalidad, opositores nicaragüenses comienzan a narrar lo que sufrieron en prisión por meses o años sólo por oponerse o criticar al gobierno de Daniel Ortega.

En entrevistas con AP, varios de ellos describieron incomunicación con sus familiares, falta de higiene en las celdas y torturas. La gran mayoría llegó a Estados Unidos sin familiares y teme por la seguridad de los suyos en Nicaragua.

“Fueron tres años terribles», rememora ahora desde la libertad Victor Manuel Sosa Herrera. «Creí que en cualquier momento nos mataban”, expresó refiriéndose a las amenazas de guardias carcelarios. 

Es un recuerdo que lo atormenta. Cada vez que puede, Sosa Herrera, de 60 años, asegura que uno de sus compañeros de cárcel quedó ciego por haber permanecido años solo y sin luz, en una celda igual a la suya. A diferencia de él, que fue liberado, el otro preso quedó detenido.

Ambos estaban en “El infiernillo”, como llaman al área de máxima seguridad de la cárcel La Modelo, de Tipitapa, en las afueras de Managua, a donde mantienen a algunos de los presos políticos junto con asesinos y narcotraficantes. 

Sosa Herrera pasó tres años recluido solo y sin ningún tipo de comunicación en un espacio de unos tres metros por dos, calculado a tientas porque siempre estuvo en oscuridad total. Sólo entraba la luz a la celda cuando le entregaban comida por una pequeña ventana que había en la puerta de metal y que se abría tres veces al día.

No tenía colchón para recostarse, sólo un camarote de cemento. Para sus necesidades fisiológicas había un hoyo en el suelo de la celda y tenía acceso a agua en un grifo dos veces al día por una hora. Así permaneció durante tres años.

 

Gritos de dolor

Desde su celda, recuerda que podía escuchar el sufrimiento de otros presos amarrados con cadenas toda la noche en lo que los reclusos conocían como la “banca de la meditación”. Él se siente afortunado de no haber sido uno de ellos, aunque sufría de tan sólo escucharlos. 

“Los guardias les ponían esposas y grilletes, los arrastraban y les pegaban”, dijo Sosa Herrera, quien no podía ver desde su celda cerrada, pero dice que escuchaba lo que pasaba. “Oíamos los gritos”, expresa con su voz por momentos entrecortada.

Su esposa sólo podía visitarlo 15 minutos cada mes y se veían a través de un vidrio. Ese era el único día en que salía de su celda y recibía algo de luz a través de las pequeñas ventanas internas del pasillo que llegaba hasta la sala de visitas. A sus dos hijos y nietos no los ve desde que fue detenido a comienzos de 2020.

Sosa Herrera, que tenía un negocio de compra y venta de granos en Matagalpa, a unos 130 kilómetros al noroeste de Managua, cuenta que fue acusado de traición a la patria y de desestabilizar al gobierno y recibió una condena a 110 años de cárcel. El comerciante asegura que no era activista político y sospecha que lo detuvieron por haberse negado a formar parte de las fuerzas paramilitares que reprimían a opositores y por haber publicado en las redes sociales críticas a la represión contra ancianos.

 

Por “noticias falsas”

Isaías Martínez Rivas era distribuidor de una empresa de lácteos y también tenía un medio de comunicación digital independiente. Estuvo dos años detenido, acusado de traición a la patria y de difundir noticias falsas, cargos que él niega.

Frente a su esposa, su bebé recién nacido y su hijo adolescente, fue detenido por policías antimotines armados que llegaron en tres patrulleros a su casa y sin orden judicial ni explicaciones lo llevaron a una cárcel de máxima seguridad, un día antes de los comicios del 6 de noviembre de 2021. A los seis meses, sin acceso a un abogado, fue condenado a 10 años de cárcel.

“En la cárcel fui torturado psicológicamente, nunca me dieron permiso para ver a mi familia”, dijo Martínez Rivas, de 38 años, en una entrevista con AP. A su bebé, que ahora tiene dos años, casi no lo conoce. Volvió a verlo ahora, tras su liberación, y solo a través de una video llamada desde Miami.

Entre los que fueron liberados, aún hay algunos que no pueden creerlo.

“Me parece que he salido de una pesadilla”, dijo Sosa Herrera, el preso que no vio la luz por tres años, ahora sentado en un restaurante nicaragüense de Miami. “A veces en la mañana, al despertar, me pregunto si es verdad o mentira”.

 

(RECUADRO)

CHILE OFRECE NACIONALIDAD 

A EXPATRIADOS DE NICARAGUA

 

  • El gobierno izquierdista de Chile ofreció la nacionalidad chilena a los más de 300 nicaragüenses despojados de su nacionalidad por el gobierno izquierdista de Daniel Ortega, informó la Cancillería el martes.
  • Chile dispondrá “los medios legales necesarios” para ofrecer a las más de trescientas personas nicaragüenses calificadas como opositores políticos, “la debida protección internacional que les permita residir en el país y obtener la nacionalidad chilena”, siguiendo las normas correspondientes.
  • El país sudamericano plantea así una alternativa “para quienes han sido injustamente expatriados de Nicaragua” y decidan aceptarla voluntariamente.
  • El de Boric fue el primer gobierno de izquierda latinoamericano y uno de los pocos en condenar el actuar de Ortega, a quién no dudó en calificar como dictador.
  • “No sabe el dictador que la patria se lleva en el corazón y en los actos, y no se priva por decreto. ¡No están solos!”, continuó Boric.