Estados ayudan a rechazar opioides recetados

AP
Washington Hispanic

onnecticut y Alaska son dos de los más recientes estados que este año están sopesando propuestas de ley que podrían crear una «directriz libre de opioides» que los pacientes podrían poner en sus archivos médicos, con la finalidad de notificar formalmente a los profesionales de salud que no quieren que se les receten o den medicamentos con opioides.

El año pasado, legisladores en Massachusetts y Pensilvania votaron en favor de crear directrices voluntarias parecidas.

Si bien los pacientes generalmente tienen derecho a tomar decisiones sobre el cuidado médico que reciben o si es que quieren ciertos tratamientos, proponentes de directrices sin opioides sostienen que tal documento deja en claro los deseos de un paciente, especialmente en cuidado médico avanzado o si un paciente resulta discapacitado. También son vistos como recursos para evitar que recaiga alguien en recuperación de una adicción. El Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas destaca que estar expuestos a drogas es uno de los detonantes más comunes de las recaídas.

«Ya sea algún tipo de directriz en un plan de tratamiento, tenemos derecho a escoger lo que queremos en nuestro cuidado», dijo Kelvin Young, quien se recupera de adicción a opioides y heroína y ahora es director de Toivo, programa de rehabilitación de drogas alternativas en Hartford.

Tales directrices, sin embargo, no son una solución para resolver los problemas de todos.

Seth Mnookin, profesor asistente en el programa de posgrado del Instituto Tecnológico de Massachusetts en narrativa de ciencia, reconoció que esta «no es la manera más sutil de abordar el problema». Mnookin escribió sobre tomar opioides para cálculos renales y una infección relacionada hace casi dos años, aunque en 1997 había superado una adicción de tres años a heroína.

«No cabía duda de que yo necesitaría un medicamento potente para el dolor. No haber tenido una directriz libre de opioide en esa caso hubiera creado un montón de problemas», puntualizó Mnookin, quien agregó que se sentía como que le cortaban las «tripas con una sarta de cinceles oxidados».

Mientras estuvo en el hospital, dijo Mnookin, avisó varias veces a doctores sobre su problema de uso de substancias. Sin embargo, sintió que no lo estaban escuchando. Al final, no recibió ningún tipo de terapia o consejo sobre el riesgo de una recaída potencial o cómo podría protegerse en contra de esta recaída. Terminó creando su propio plan para asegurarse de no tomar muchas pastillas.
«Creo que eso no es algo que todos puedan hacer», dijo.

Mnookin puntualizó que los estados deberían de considerar pedir a los pacientes con historial de abuso de substancias que vean a un especialista en adicción después de recibir medicamento para el dolor y así evitar recaídas.