Trabajan en el Senado y temen ser deportadas

Victor Caycho
Washington Hispanic

Raquel Guzmán y María Fuentes son dos trabajadoras salvadoreñas que desde hace más de diez años trabajan en un edificio del Senado federal, en el Capitolio de Washington. Por ironías del destino, ambas son beneficiarias del TPS, que les permite trabajar para el gobierno federal, el mismo que ahora las ha puesto en el limbo tras la cancelación del programa en un plazo que vence el 9 de septiembre de 2019.

El drama que pasan estas dos mujeres, quienes temen ser deportadas a su país después de 20 años en Estados Unidos, fue sacado a la luz esta semana por el rotativo Huffington Post.

Guzmán, de 37 años, labora desde el 2008 en la barra de ensaladas (salad bar) localizada en el sótano del Edificio Dirksen del Senado, uno de los ambientes del Capitolio. Allí realiza tareas de limpieza, un lugar hasta donde llegan los senadores y miembros de su personal para recoger ensaladas a la hora del almuerzo.

Todo el tiempo permaneció trabajando legalmente desde el año 2001, cuando el TPS le permitió mantenerse en el país después de los devastadores terremotos de principios de aquél año.

Guzmán fue entrevistada en una mesa de la cafetería, durante un cambio de turno, y dijo que la noticia sobre la cancelación del programa les cayó como una bomba a toda su familia. Con su esposo, conserje de una tienda Whole Foods, tienen cuatro hijos, y contó que ahora conversan sobre su nueva situación y cómo quedarán sus hijos, que son ciudadanos estadounidenses y no conocen El Salvador.

“¿Qué haremos?”, se preguntó. Su dilema está en que si ella o su esposo –o ambos- son deportados, “¿mis tres hijos nacidos en este país y ciudadanos de Estados Unidos podrán permanecer en Washington”.

Al respecto, contó que su hija de 6 años ya se da cuenta de la situación y también tiene miedo. “Ella no conoce El Salvador. Ella no quiere ir allá”, afirmó.

Al igual que Guzmán, María Fuentes también trabaja desde hace 10 años en el mismo edificio Dirksen del Senado federal, pero en la cafetería.

“He trabajado la vida entera, día y noche”, declaró al rotativo americano. También recibió el beneficio del TPS que le permite residir y trabajar legalmente en Estados Unidos.

Fuentes limpia cuidadosamente las mesas y los pisos en ese ambiente. También tiene dos hijos, pero a diferencia de los de Guzmán, son protegidos por el TPS y corren el riesgo de una deportación cuando venza la extensión del programa.

“Nosotros sólo hemos trabajado duramente sin pedir nada del gobierno. No estamos haciendo ningún daño a nadie”, recalcó.

Ambas mujeres forman parte de la legión de aproximadamente 200,000 salvadoreños que ahora viven momentos de pesadilla cuando ven que las horas, los días y los meses van pasando rápidamente.

Guzmán y Fuentes son miembros de la organización Good Jobs Nation y señalan que hay otros trabajadores con TPS laborando en el interior de los edificios del Senado federal y de la Corte Suprema, situados frente a frente.

“Si ellas son suficientemente buenas para trabajar en edificios federales, y si son suficientemente buenas para servir a senadores y miembros del Congreso, entonces también deberían ser suficientemente buenas para permanecer en este país”, señaló Paco Fabián, portavoz de “Good Jobs Nation”.