La doble vida del arzobispo Theodore McCarrick… o “tío Ted”

Víctor Caycho
Washinton Hispanic

Desde el sábado 28 de julio un verdadero terremoto sacude no sólo a la Iglesia Católica en la región de Washington DC sino en todo el país y a nivel mundial, como consecuencia de un escándalo sexual que involucra a uno de los más reconocidas figuras de la jerarquía eclesiástica.

Ese día, el Papa Francisco aceptó la renuncia del monseñor Theodore Edgar McCarrick como miembro del Colegio de Cardenales, un hecho sin precedentes por un hecho abuso sexual de menores.

McCarrick fue arzobispo metropolitano de Washington durante cinco años, hasta 2006, después de una meteórica carrera que se inició hace 60 años en Nueva York, donde obtuvo su ordenación sacerdotal.

El religioso, quien después se graduó en la Universidad Católica de Washington, ascendió a obispo auxiliar de Nueva York en 1977, cuatro años después a obispo y luego a arzobispo en Nueva Jersey. Fue el diplomático de más alto rango de la Iglesia, hasta que fue elegido cardenal poco después de asumir el más alto cargo eclesiástico en Washington, en 2001.

Desde esos años, según varias denuncias, perpetró hechos de abuso sexual en agravio de niños y también de jóvenes seminaristas. Recién en junio salieron a la luz pública los primeros casos y se conoció que dos diócesis de Nueva Jersey habían logrado acuerdos de pago en secreto a víctimas de McCarrick.

La realidad, como señaló un testigo a Washington Hispanic, es que McCarrick llevaba una doble vida. Por un lado era una lumbrera y un brillante orador desde el púlpito. Por el otro, desplegaba sus más bajos instintos y usaba su poder unido a la “lealtad absoluta” que le debían los seminaristas, para abusar sexualmente de ellos.

A sus 88 años, McCarrick ha sido “desterrado” por el Papa Francisco de toda aparición pública mientras espera dos juicios, uno en el campo civil y otro canónico, donde las sanciones deberían aplicarse con el máximo rigor, como reclama la ciudadanía.

Con voz clara pero en tono más bajo del que acostumbra, una persona que frecuenta el ambiente social de DC y que por unas dos décadas ha estado vinculada directamente, por una u otra razón, a las altas esferas de la iglesia católica local confió a Washington Hispanic: “Sí, es cierto, todos conocían lo que se decía en medios eclesiales sobre el comportamiento de monseñor McCarrick y acerca de las ‘extrañas citas’ –por decir lo menos- que tenía en su casa de playa con jóvenes seminaristas”.

Según el testimonio, “todos ellos tenían poder para hacer algo, formular una denuncia o aunque sea apoyar una investigación, pero nada hicieron”.

Esas palabras vienen a corroborar lo que el propio Papa Francisco ha calificado como una “cultura de ocultamiento” en las altas esferas de la Iglesia Católica, para mantener en silencio hechos sexuales reprobables.

“Es algo que conocían algunos miembros de la jerarquía católica en los círculos allegados al Arzobispado de Washington, pero prefirieron quedarse callados”, musitó el testigo, mostrando tristeza pero sobre todo decepción.

“Afortunadamente el Papa Francisco está actuando con decisión. Quiera Dios que todos los casos como éste salgan a la luz pública y se haga justicia con tantos niños, jóvenes y adultos que han sido abusados, causando tanto dolor y sufrimiento entre sus familias y la feligresía”, dijo.

Este caso tristemente célebre envuelve a Theodore Edgar McCarrick, nacido en Nueva York y de 88 años, cumplidos el pasado 7 de julio. Tras una carrera meteórica se convirtió en una estrella con brillo propio en la más alta jerarquía eclesiástica, no sólo en el país sino a nivel internacional. A sus 70 años recibió el cargo de Arzobispo Metropolitano en la capital de la nación, nombramiento hecho por el Papa Juan Pablo II el 21 de noviembre del 2000. Luego recibió el título de cardenal, el máximo honor apostólico.

“Lo que sucedió es que monseñor McCarrick, a la luz de muchas evidencias, ahora corroboradas por la misma Iglesia Católica, llevó una doble vida durante la mayor parte de su sacerdocio”, trató de explicar nuestro informante.

McCarrick, en efecto, era admirado por mucha gente fuera de la Iglesia. El presidente George W. Bush tuvo su primera cena después de llegar a la Casa Blanca, en la vivienda asignada al entonces nuevo Arzobispo de Washington. También McCarrick era un hábil promotor y recaudador de donaciones para financiar programas de salud y ayuda para los pobres. En el púlpito era un brillante orador y en varias ocasiones se pronunció a favor de los inmigrantes y las minorías.

Años atrás, durante una corta entrevista con Washington Hispanic en la Basílica de la Inmaculada Concepción adyacente al campus de la Universidad Católica –donde estudió y se graduó el joven sacerdote McCarrick- y al término de una ceremonia de ordenación de sacerdotes, entre los que estaban dos hispanos, el entonces arzobispo envió un mensaje a la comunidad hispana y lo hizo en español, uno de los cinco idiomas que dominaba. Fue un conocido promotor del castellano y de la cultura hispana. Se destacó como defensor de los derechos humanos y visitaba regularmente la sede de Caridades Católicas, el programa de la iglesia dedicado a las familias pobres de la región y a los inmigrantes.

Pero en otros momentos se dedicaba a menesteres nada santos, como los testimonios de varios acusadores lo señalan.

Estrepitosa caída

Tuvieron que pasar casi 18 años para que la verdad finalmente se abriera paso. El hombre que había sido reconocido mundialmente tuvo una estrepitosa caída que hizo temblar los cimientos de la próspera Iglesia Católica estadounidense.
Ese 20 de junio, el arzobispo McCarrick fue destituido del ministerio eclesial. El mérito fue de la arquidiócesis de Nueva York, cuando determinó que la acusación hecha por un hombre de que había sido abusado cuando tenía 16 años hace casi medio siglo era “una versión creíble”. Nunca antes un jerarca de tan alto nivel había encontrado una sanción tan drástica por abuso sexual de un menor.

Rápidamente se fueron destapando otros casos que implican a McCarrick y que habían sido silenciados. Recién se difundió que dos diócesis en el estado de Nueva Jersey –con sedes en Newark y Metuchen- llegaron a pagar acuerdos extrajudiciales a dos hombres, también en secreto, uno en el 2005 y el otro dos años después.

El diario New York Times fue el primero en entrevistar a uno de los abusados, Robert Ciolek, que estudiaba para sacerdote en la década de 1980. En ese entonces, McCarrick era obispo en Metuchen, donde era famoso por sus discursos. Ciolek, quien tenía 20 años, admiraba a McCarrick, quien a su vez lo elogió por el éxito de sus estudios y hasta llegó a asegurarle que seguiría su carrera en Roma y tendría un rápido ascenso como sacerdote. Luego lo invitó a largos viajes, solo o con otros jóvenes seminaristas que llamaban al futuro arzobispo como “el tío Ted”. Como la cosa más natural del mundo, McCarrick lo escogió para compartir su habitación, en la que había una sola cama. Después de orar juntos por las noches le pedía que le masajeara “un poco” los hombros. Venían luego los tocamientos indebidos y todo lo demás. Varias versiones señalan que el prelado a veces se dirigía al grupo de seminaristas y les decía: “¿Y ahora a quién le toca?”.

Lealtad absoluta

Ciolek, ahora de 57 años, sostiene que los seminaristas y los jóvenes sacerdotes están “en una posición especialmente vulnerable” al acoso sexual por parte de sus superiores, basado en la cultura clerical según la cual esperan de ellos “su lealtad absoluta”.

Haciendo una comparación, Ciolek se refirió a que en el sector privado siempre hay una manera de reportar situaciones indebidas, “y existen sistemas para denunciar, ya sea en Recursos Humanos, en el departamento legal e incluso se tiene la opción de una denuncia anónima”.

“¿La Iglesia católica tiene algo así? ¿Cómo se supone que un sacerdote haga una denuncia sobre abuso o actividades indebidas por parte de su obispo? ¿Cuál es el medio establecido para que cualquiera haga algo así? Creo que eso no existe”, dijo durante la entrevista con el New York Times.

Para hacer sus revelaciones, Ciolek tuvo que ser liberado de sus acuerdos de confidencialidad con la diócesis de Nueva York. “Si la Iglesia de verdad quiere arreglar todo este desastre, está obligada a hacer algo”, dijo. “Entonces –concluyó-, podré juzgar la sinceridad de las expresiones de pesar que me han ofrecido”.

En Virginia

Otro estridente caso es el de James –él pidió a la prensa no difundir su apellido-, quien denunció haber sido abusado por McCarrick en Nueva Jersey, cuando tenía 11 años. El mes pasado, ahora con residencia en el condado de Loudoun, Virginia, y con 60 años de edad, James decidió hacer esa revelación después de que el arzobispo emérito de Washington fuera suspendido del ministerio sacerdotal.

Dijo que esos abusos continuaron por dos décadas y que optó por no denunciarlo debido a que McCarrick era muy cercano a su familia, tanto que llegó a conocerlo cuando era un bebé.

Por su parte, el ex cardenal dijo inicialmente no recordar nada del presunto abuso y defendió su inocencia. “Por obediencia acepto la decisión de la Santa Sede”, sostuvo, para no ejercer ningún ministerio sacerdotal en público.
Después ha mantenido un silencio absoluto. Ni él ni sus abogados de defensa civil y de defensa canónica han dicho una sola palabra.

DEJA DE SER CARDENAL

• Fue el pasado sábado 28 de julio cuando el Papa Francisco aceptó la renuncia como miembro del Colegio de Cardenales presentada por el mismo Theodore McCarrick.
• También lo suspende “del ejercicio de cualquier ministerio público junto con la obligación de permanecer en una casa que se le indicará, para una vida de oración y penitencia, hasta que las acusaciones a él dirigidas sean aclaradas por el proceso canónico regular”.
• Las causas de esta suspensión y aislamiento son las acusaciones relacionadas con abusos sexuales a menores.

¿POR QUE NO LO DENUNCIARON?

• Cuando años atrás algunos blogs empezaron a relatar los rumores acerca de hechos sexuales relacionados con el arzobispo Theodore McCarrick, otras voces salieron en su defensa. Argumentaron que eran acusaciones politizadas de grupos conservadores contra un líder de la iglesia “de fuerte tendencia liberal”.
• Esta situación iba de la mano con los brillantes resultados obtenidos por McCarrick en la recaudación de fondos para programas auspiciados por la Iglesia.
• Incluso fue co-fundador del grupo nonprofit Papal Foundation, que recaudó más de 215 millones de dólares para ayudar a las finanzas del Vaticano afectadas por la crisis bancaria italiana de los años 80.