«Naufragios invisibles», trágica estela de desconsuelo en Cuba
Un dolor indescriptible consume a Osmara, Idalmis y Amparo. Sus hijos están desaparecidos desde hace casi dos años. Partieron de las costas de Cuba en una balsa artesanal junto a una treintena de personas rumbo a Estados Unidos. Nunca más se supo nada de ellos.
Esta tragedia es una más en el Caribe, donde al menos 1.100 personas murieron ahogadas en «naufragios invisibles» desde 2020, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
«Necesitamos saber la respuesta que sea, saber de ellos en la condición que sea (…) porque es una incertidumbre» insoportable, dice Amparo Rivera, madre de Yoel Romero, quien iba a cumplir 44 años cuando abordó esa balsa la madrugada del 3 de enero de 2023.
La embarcación partió de Playa Larga, en la provincia de Matanzas, a 170 km de la costa de Florida, en Estados Unidos.
Entre sus integrantes había una niña de ocho años que viajaba con su madre, dejando a su abuela en La Habana; seis miembros de una familia de Camagüey (centro-este) que decidieron correr el riesgo juntos, y un matrimonio de Cienfuegos (centro) que prefirió dejar en tierra a sus hijos. Todos buscaban un futuro mejor.
«La esperanza de que estén vivos y encontrarlos» nunca se pierde, expresa Idalmis Tirado mientras muestra una foto de su hijo, Dariel Alejandro Chacón, de 27 años cuando partió de Cárdenas, una ciudad de unos 150.000 habitantes donde viven varias de estas familias.
– Sin rastro –
Idalmis recuerda que guardó unas tostadas en la mochila de su hijo, pero él nunca llegó a probarlas. El bolso apareció cuatro días después en una playa rocosa de un lujoso club de golf en Cayo Largo, Florida.
Las pertenencias de Dariel estaban intactas, incluido un frasco de plástico que guardaba papelitos con algunos teléfonos.
Un trabajador encontró el bolso y comunicó la noticia, que se esparció rápidamente en Cárdenas.
Días después apareció una segunda mochila a un kilómetro y medio, pero no hubo más pistas sobre los desaparecidos.
«A partir de ahí, mi vida fue otra (…) ha sido la búsqueda, hemos preguntado, hemos investigado», narra Amparo tratando de mantener la calma.
Edwin Viales, monitor regional para las Américas del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM, explica que los «naufragios invisibles» ocurren «sin que las familias de migrantes, sin que los medios de comunicación o las autoridades civiles o militares o alguna organización civil tengan conocimiento del incidente».
Desaparecen «sin dejar rastro», puntualiza.
– Año trágico –
La OIM registró la muerte por ahogamiento en el Caribe de al menos 368 cubanos desde 2020.
El 2022 fue el año más trágico. Al menos 130 cubanos perecieron en estos naufragios.
La ruta de Cuba hacia Florida no es la única en el Caribe; venezolanos y dominicanos también están entre las víctimas, junto con otras nacionalidades.
Cuba enfrenta desde 2022 una oleada migratoria sin precedentes. Más de un millón de personas se ha ido, según cifras oficiales, en un país que era de 11 millones de habitantes.
El éxodo ocurre en medio de una profunda crisis en la isla comunista por el recrudecimiento de las sanciones de Estados Unidos y las debilidades estructurales de su economía.
La administración de Joe Biden implementó en enero de 2023 un programa que permitió la entrada legal a cubanos, venezolanos, haitianos y nicaragüenses. Sin embargo, muchos que no cumplían con los requisitos abordaron aviones hacia Nicaragua para ir vía terrestre a Estados Unidos o se echaron al mar.
A finales de 2022 y principios de 2023, diariamente partían embarcaciones desde Cuba. En redes se publicaban videos de balseros alentándose de una lancha a otra en alta mar. Pero poco se habló de los que nunca llegaron.
En páginas de Facebook de balseros se puede observar nuevamente que muchos preparan el viaje por mar, ante la amenaza de Donald Trump de realizar deportaciones masivas cuando regrese a la Casa Blanca el 20 de enero.
AFP habló con 21 familiares de los 32 cubanos que iban en esa balsa. Narraron haber recibido informaciones dispersas relacionadas con que la Guardia Costera estadounidense los pudo haber recogido, que fueron vistos en la base Naval de Guantánamo o en una cárcel de Bahamas.
Estas familias de pocos recursos no pudieron comprobar estas informaciones. Tampoco tienen una ONG a la cual acudir, a diferencia de lo que sucede con migrantes que van de África a Europa, que cuentan con mayor atención.
– «Cosa increíble» –
«Nadie nos ha dado respuesta. Es por eso que estamos pidiendo ayuda», dice de su lado Osmara García, madre de Jonathan Jesús Álvarez (30 años), en su casa de adobe en un humilde barrio de Cárdenas. Relata que él se reservó su partida.
Maritza Acosta, cuyo marido es uno de los desaparecidos, supo que construían la balsa en secreto. «No te lo dicen, porque ningún familiar quiere que su familia se vaya», cuenta.
Pero, también lo ocultan porque en Cuba emigrar por mar es ilegal.
Como otros balseros, que transforman domicilios en improvisados astilleros, el grupo juntó sigilosamente un motor, tela para la vela y 10 barriles de metal para garantizar la flotabilidad de su barco, que de proa a popa medía nueve metros y llevaba ocho remos.
Un investigador estadounidense dijo a familiares que cerca de donde aparecieron las mochilas hay tiburones y que la corriente pudo arrastrar la embarcación hacia el norte.
Solo algunos como Oniel Machado, un herrero de 49 años de San José de la Lajas (oeste), pueden contar lo que se vive en alta mar. Él y 12 vecinos pasaron horas bocabajo abrazados a las tablas de su balsa sacudida por embravecidas olas una noche de abril de 2022.
«Le pedimos a Dios (…) y nos tapamos, y cuando amanecimos estábamos pegados a aguas» estadounidenses, «eso fue una cosa increíble», contó un mes después a la AFP un Oniel aún emocionado, pese a que fueron localizados por la Guardia Costera y devueltos Cuba.