Los dos «Méxicos» que votarán por un nuevo presidente

Blanca López dirige una empresa que fabrica piezas para la industria aeroespacial en el norte de México. Sandra Sánchez espera que el restaurante donde trabaja se beneficie de una refinería gigantesca que construyó el gobierno en el sur.
Ambas votarán en la elección presidencial del próximo domingo, aunque parecen provenir de dos países distintos.
El primero, el México exportador e industrial ligado al vecino Estados Unidos por el tratado de libre comercio T-MEC; el segundo, el México históricamente rezagado y con alta pobreza, por el que apostó el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador.
En Mimsa, la fábrica de López, de 41 años, las máquinas moldean con precisión piezas de acero para Boeing en el área metropolitana de Monterrey, la misma zona donde el magnate Elon Musk proyecta construir una megaplanta de Tesla.
«Las piezas pueden ir en los asientos o incluso dentro de una turbina o un motor de un avión», explica López. «Contamos con varios clientes (…) y todas sus piezas son diferentes».
En este complejo, que el padre de López inició en un pequeño taller, también se fabrican partes para las industrias química y alimenticia, entre otras.
«Da mucho orgullo saber que estás haciendo bien las cosas, que tu gente está bien capacitada», dice la empresaria, que invirtió dos años para obtener la certificación como proveedora de Boeing.
Agrupadas en un clúster aeroespacial, otras empresas de la zona fabrican componentes para turbinas de avión de General Electric.

Debido a su pujanza industrial, el estado de Nuevo León, cuya capital es Monterrey, genera el 8% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, por detrás de Ciudad de México y el vecino Estado de México (centro), que también albergan varias industrias.

– «Levantar el país» –
A unos 1.400 km de allí Sandra Sánchez espera clientes en el restaurante El Malecón, de Chiltepec, pintoresco pueblo costero cercano a Paraíso (estado de Tabasco), donde el gobierno de izquierda construyó la refinería Dos Bocas con una inversión de 16.800 millones de dólares.
«Va a venir gente y esperamos que nos contribuya aquí en el pueblo», confía la mujer de 34 años entre las sillas vacías del local, ubicado al borde de un río y con decoración tropical.

Sánchez deposita su esperanza en «el cabecita de algodón», como llama a López Obrador por su pelo cano, también originario de Tabasco y quien cuenta con 66% de aprobación.
«Se le veía el potencial que tenía (…) para levantar Tabasco, para levantar el país. Sí cambió muchísimo la economía desde que el sexenio del ‘abuelo’ empezó», dice.
Cuando la refinería estaba en construcción, el restaurante recibió a cientos de empleados de constructoras que bajaban a Chiltepec.
En un fin de semana el negocio recaudaba hasta 120.000 pesos, unos 7.000 dólares. Ahora que la construcción terminó, el ingreso bajó a unos 1.200 dólares en el mismo lapso.
Las cifras muestran el impacto de la construcción de la refinería y del turístico Tren Maya, otro proyecto emblema de López Obrador que recorre la península de Yucatán (sureste) y que demandó una inversión de unos 30.000 millones de dólares, según cálculos del sector privado.
Tabasco es el estado que más creció económicamente en 2023, un 6,8%, lo que analistas del banco español BBVA explican por «el buen desempeño de los sectores de la construcción, asociado a las principales obras» del gobierno.

– ¿Es sostenible? –

Nuevo León y Tabasco no podrían ser más distintos. El primero ocupa el cuarto lugar en el índice de competitividad estatal del Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO, privado) que mide innovación, infraestructura, mercado de trabajo y medio ambiente. Tabasco ocupa el puesto 20 entre 32 estados.
Y en cuanto a pobreza, Nuevo León registra 16% frente a 46,5% de Tabasco, según datos oficiales de 2022, que muestran una caída de ocho puntos en ambas regiones desde 2020.
El sureste «nunca más será olvidado», asegura López Obrador, cuya sucesión se disputan su candidata Claudia Sheinbaum -amplia favorita- y la centroderechista Xóchitl Gálvez.
Pero hay dudas acerca de la sustentabilidad de esta política y si reducirá finalmente la brecha entre los «dos Méxicos», no solo en Tabasco sino en otros estados históricamente rezagados como Chiapas y Oaxaca (sur).
«Hemos visto que los indicadores de empleo formal ya no han sido tan dinámicos como en los años en que estaba más fuerte la obra» de la refinería, señala Jesús Carrillo, director de Economía Sostenible en el IMCO.
Habitantes de Paraíso como Juan Gabriel Córdova, pescador de 49 años, relatan que durante la construcción de la refinería «todos estaban contentos, ganaban su billetito».
«Ahorita recortaron toda esa gente, quedaron unos cuantos nada más y va a empezar la quejadera de que no hay trabajo», advierte.