Cometa verde se acerca a la Tierra
Un cometa se acercó a la Tierra por primera vez en 50.000 años.
La bola de nieve sucia nos visitó por última vez en tiempos de los Neandertales, los antiguos habitantes del planeta, según la NASA. Se acercó a 42 millones de kilómetros (26 millones de millas) el miércoles 1 de febrero, antes de alejarse nuevamente para no regresar, probablemente, en millones de años.
Descubierto hace menos de un año, el inofensivo cometa verde fue visible en el cielo norteño nocturno con binoculares o pequeños telescopios, y posiblemente a simple vista en los rincones más oscuros del hemisferio norte.
Se volvió más brillante a medida que se acercaba y se alzó más sobre el horizonte hasta el fin de enero. Las mejores horas para verlo fueron poco antes del amanecer. Para el 10 de febrero estará cerca de Marte, una buena indicación.
Los aficionados a la astronomía del hemisferio sur deben esperar al mes próximo para poder vislumbrarlo.
Si bien muchos cometas han adornado el cielo el año pasado, «este parece ser un poco más grande y, por lo tanto, un poco más brillante y se acerca un poco más a la órbita de la Tierra, dijo el gurú sobre cometas y asteroides de la NASA, Paul Chodas.
El tinte verde proviene del carbono en la nube de gas que rodea el núcleo. El cometa fue descubierto en marzo del año pasado por los astrónomos que utilizan la Zwicky Transient Facility, una cámara de campo amplio del Observatorio Palomar de Caltech. Su nombre oficial es C/2022 E3 (ZTF).
El miércoles 1 de febrero pasó entre las órbitas de la Tierra y Marte a una velocidad relativa de 207.000 km/hora (128.500 mph). Se calcula que su núcleo tiene un diámetro de 1.600 metros (una milla) y sus colas se extienden millones de kilómetros (millas).
No se prevé que sea tan brillante como el Neowise de 2020 o el Hale Bopp y el Hyakutake de mediados a fines de la década de 1990.
Pero “será brillante en virtud de su paso cerca de la Tierra… lo que permitirá a los científicos hacer más experimentos y a la gente ver un hermoso cometa”, dijo Karen Meech, astrónoma de la Universidad de Hawái, en un correo electrónico.