El mundo llora al Chapeocoense

Washington Hispanic
AP

motivos homenajes simultáneos llenaron estadios en Colombia y Brasil para recordar a las víctimas de la tragedia aérea que esta semana se cobró la vida de 71 personas cuando el avión chárter que trasladaba a un modesto equipo brasileño de fútbol a la final de un prestigioso torneo sudamericano se estrelló cerca de Medellín.

Los homenajes se realizaron el miércoles por la noche mientras los investigadores del siniestro, ayudados por la dramática grabación de las conversaciones de cabina, estudiaban por qué el avión de fabricación británica se quedó aparentemente sin combustible antes de impactar contra una embarrada ladera a solo unos kilómetros del aeropuerto internacional de Medellín.

Miles de seguidores del Atlético Nacional de Medellín vestidos de blanco abarrotaron los 40.000 asientos del estadio donde su equipo tenía que disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana contra el malogrado Chapecoense brasileño. Con las palabras «Campeones Eternos» en una pantalla grande, la habitualmente combativa hinchada del Atlético puso el espíritu deportivo por delante y rindió homenaje al rival, que pidieron que sea declarado vencedor del torneo.

Durante el acto se leyeron los nombres de los 71 fallecidos en el accidente del lunes por la noche mientras una banda militar tocaba marchas fúnebres y helicópteros Black Hawk, que participaron en las labores de rescate sobrevolaban el estadio Atanasio Girardot. En las gradas, los seguidores se pusieron en pie para guardar un minuto de silencio sosteniendo velas y carteles que decían «Todos somos Chapecoense» y «El fútbol no tiene fronteras».

El momento más emotivo del homenaje en Medellín fue un discurso del ministro brasileño de Exteriores, Jose Serra, quien viajó a la ciudad junto con un avión militar para repatriar los cuerpos de las víctimas.

«Los brasileños no olvidaremos jamás la forma en que los colombianos sintieron como suyo el terrible desastre que interrumpió el sueño de Chapecoense», dijo en español el canciller, interrumpido por sus propias lágrimas y la ovación de los presentes en la cancha.

Al otro lado del continente, en Brasil, el ambiente era incluso más sombrío cuando residentes de la pequeña ciudad agrícola de Chapecó llenaron su estadio para asistir a una misa católica con las familias de las víctimas y los futbolistas que no viajaron a Medellín con el equipo.

A la misma hora que deberían haber estado en sus casas viendo a su equipo por televisión, más de 22.000 seguidores del Chapecoense lloraban al ver videos de homenaje llegados de todo el mundo.

Después corearon los nombres de cada uno de los miembros del plantel además de la aparición de Carlos Miguel, un niño de cinco años, que se disfraza de «mascota» del club con un tocado de indígena chapecó y que muchos temieron que pudiera ir a bordo del avión.

El Chape llegó a la cima del futbol sudamericano sin contar con grandes estrellas ni jugadores de la celebrada selección nacional. Hace siete años militaba en la cuarta división y en 2014 ascendió a la máxima categoría. Su camino a la final de la Copa Sudamericana impresionó a fans de todo el continente al eliminar a algunos equipos legendarios de la región.

«Somos los campeones porque nos merecíamos ese título», dijo el veterano arquero Nivaldo, quien no fue convocado para el encuentro en Medellín para poder preparar su partido número 300 con el club el domingo, en la última jornada de la liga ante el Mineiro. «Y nosotros necesitamos tanto estar aquí con esta multitud como ellos nos necesitan a nosotros».