Comunidad Latina, cultura y arte en la voz de Martivón Galindo

Por Grego Pineda*

 

La semana pasada se publicó en el Washington Hispanic newspaper, la columna «Colores y versos de Martivón Galindo: La vida toda», en la cual se hacía eco de opiniones y valoraciones calificadas sobre la poética y pintura de Martivón, así como sobre su constante contribución, a través de tres décadas, a la comunidad latina en Los Estados Unidos de América en general y a la salvadoreña en particular. En esta ocasión, la «Ventana Cultural» se engalana con la voz de tan especial invitada.

 

P/ Durante la pandemia ¿Ha producido más arte desvinculado de la crisis, como a manera de refugio o ha producido arte como defensa, es decir, vinculada o relacionada a lo que estamos o hemos vivido?

 

R/ La pandemia, a pesar de todo el conjunto de condiciones impositivas de encierro, de ausencia de contacto humano directo, preocupación por el futuro y lo que nos depara y la pérdida de amigos, ha sido provechosa para mi creatividad. Una parte muy grande de lo que soy tiende a la soledad y en ella y sin la presión del trabajo (me retiré de la enseñanza en el 2017) y de los compromisos sociales he podido escribir, leer y recrear piezas con nuevos procesos.

Sin duda alguna, también me ha dado el tiempo para reflexionar y meditar sobre nuestra pequeñez humana, necedad y lo importante de apoyarnos unos a otros.

 

P/ En su vida, qué fue primero, ¿La pintura o la escritura?, a estas alturas ya es una amalgama.

 

R/ Mi madre nos leía cuentos, poemas y leyendas a mi hermano y a mí desde que tengo memoria. Estoy convencida que mi amor por la palabra viene de ese temprano encuentro. Inmediatamente que aprendí a leer comencé a memorizar poemas que ensayaba a solas ante el espejo. Cuando mi madre se dio cuenta de mi afición a la declamación me llevó con sus amigos primero y luego a eventos públicos para que con grandes gestos recitara. El descubrimiento por la forma llegó más tarde cuando estudiaba arquitectura. Me enamoré entonces con el espacio y con la posibilidad de crearlo sintiéndome el arquitecto del universo. La cercanía con la forma, la textura y el color se fueron dando de una manera orgánica.

 

Sin embargo, mi gran descubrimiento fue el grabado que tuve la suerte de aprender bajo la sombra de una gran amiga y artista argentina, Claudia Bernardi, en los años noventa. Desde entonces tuve otro gran amorío con el monotipo (una forma especial del grabado) que se convirtió en una relación sólida con los años. Con esta nueva técnica comencé a explorar la incorporación de palabras, texto dentro de la pieza o acompañándola. Y sí, son ahora una conversación que algunas veces empieza con la palabra y otras, con la forma y el color.

 

P/ ¿Considera que hay una suficiente difusión del arte producido por la comunidad salvadoreña en USA en El Salvador?, qué recomendaría Ud., y si esa difusión es necesaria.

 

R/ El arte como usted bien lo sabe, no es considerado como tal hasta que la persona que lo crea es famosa. El apoyo no es serio, sino más bien como una gracia que alguien tiene. Y qué gran contradicción, ¿por qué cómo podríamos vivir sin los escritos, la alegría o el mensaje de las piezas de arte, la música de diferentes niveles y lugares? La pandemia nos lo ha hecho ver claramente esta verdad.

 

El Salvador ha crecido muchísimo en la creatividad y en el número de artistas y escritores que tienen tanto dentro de sus fronteras como afuera. Los millones de compatriotas de la diáspora en general y por supuesto en el arte, no nos hemos sentido tan integrados y apoyados por la comunidad artística salvadoreña, autoridades y demás. Es comprensible, porque ellos hacen su propia batalla para subsistir creando. No obstante, el contacto es necesario y enriquecedor para ambos grupos. La experiencia del vivir lejos y la de los que subsisten bailando en la cuerda floja dentro del país deben ser conocidas a través de lo que expresamos mejor que es la creatividad.

Como persona utópica que soy, tengo mucha esperanza en el futuro, en el crecimiento holístico de nuestro país y en la unión gratificante de los quehaceres artísticos de los salvadoreños: los de casa y los que andamos lejos.

 

*Escritor, Magister en Literatura Hispanoamericana, residente en Virginia.