Ministro ruso de Defensa hace su primera aparición pública tras la rebelión

El ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu, hizo su primera aparición pública desde que una rebelión de mercenarios reclamó su destitución, con un video publicado el lunes por su Ministerio en el que aparecía pasando revista a las tropas y que trataba de transmitir una sensación de orden tras un caótico fin de semana.

Shoigu era uno de los tres poderoso líderes rusos cuyas diferencias llevaron a un motín en el que rebeldes armados ocuparan una ciudad rusa y marcharan hacia la capital sin oposición aparente. Miles de mercenarios del Grupo Wagner salieron de Ucrania para adentrarse en Rusia antes de retirarse el sábado, menos de 24 horas después.

El ministro era el primero en reaparecer desde entonces en un video publicado por el Ministerio de Defensa que encontró una gran difusión en medios rusos, incluida la televisora controlada por el estado. No estaba claro cuándo se habían grabado las imágenes.

Ni el jefe del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, ni el jefe del Estado Mayor, el general Valery Gerasimov -objeto de la ira de Prigozhin, al igual que Shoigu- se han mostrado en público desde entonces. Tampoco el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha hecho apariciones públicas.

Por su parte, el alcalde de Moscú, Sergey Sobyanin, anunció el final del “régimen antiterrorista” impuesto en la capital el sábado, cuando se veían soldados con ametralladoras patrullando las calles y se excavaron baches en carreteras que llevaban a la ciudad.

El Ministerio de Defensa publicó un video que mostraba a Shoigu volando en helicóptero y después reunido con mandos militares en un cuartel militar en Ucrania. Eran las primeras imágenes del ministro desde que Prigozhin anunció su “marcha de justicia” para destituir a Shoigu el viernes por la tarde. En su avance, los mercenarios capturaron la ciudad sureña de Rostov del Don antes de marchar hacia Moscú.

La rebelión terminó el sábado cuando Prigozhin ordenó a sus fuerzas que se retirasen. El Kremlin dijo haber llegado a un acuerdo según el cual el líder mercenario se instalaría en Bielorrusia y recibiría una amnistía, al igual que sus soldados. El motín fue el mayor desafío al presidente, Vladímir Putin, en sus más de 20 años en el poder.

Cuando la caravana de Wagner salía el sábado de la ciudad sureña rusa de Rostov del Don tras su breve ocupación, liderada por Prigozhin en una camioneta, alguien le preguntó cómo veía el resultado de su revuelta, según un video compartido después en medios sociales rusas.

“Es normal, hemos animado a todo el mundo”, respondió el jefe mercenario.

No estaba claro qué sería al final de Prigozhin y sus fuerzas. Ni el Kremlin ni el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, que negoció el acuerdo, publicaron muchos detalles, y el paradero de Prigozhin no estaba claro el lunes.

Antes de rebelarse, Prigozhin llevaba meses arremetiendo contra Shoigu y Gerasimov con diatribas llenas de insultos, y les acusó de no proporcionar suficiente munición a sus tropas durante la batalla por Bájmut, la más larga y sangrienta de la guerra.

Putin se mantuvo al margen de la disputa, mientras que Shoigu y Gerasimov no respondieron, en un posible reflejo de incertidumbre sobre el apoyo de Putin. Los expertos señalaron que al no poner fin a las diferencias, Putin había animado a Prigozhin a subir las apuestas de forma drástica.

Alex Younger, exdirector de la agencia de inteligencia británica MI6, dijo que parecía que “ningún bando tenía el control” durante la rebelión.

Dijo a la BBC que Prigozhin “no tenía un plan, no tenía gente suficiente” para tener éxito, mientras que Putin se mostró indeciso, al prometer primero que aplastaría a los rebeldes y después llegar a un acuerdo.

“Todo el mundo sale más débil de esto”, dijo Younger.

Cuando los periodistas le preguntaron el sábado si Putin seguía confiando en Shoigu, el vocero del Kremlin Dmitry Peskov respondió que no estaba al tanto de ningún cambio en la actitud del presidente. En comentarios sobre si se habían mencionado cambios en la cúpula militar durante las negociaciones con Prigozhin, Peskov dijo que los cambios de personal eran prerrogativa exclusiva de Putin como comandante en jefe, de modo que no había sido un tema de discusión.

Medios y comentaristas rusos especularon que Putin podría sustituir a Shoigu por Alexei Dyumin, gobernador de la región de Tula y que fue guardaespaldas del presidente y más tarde viceministro de Defensa. Señalaron que Putin, que evita tomar decisiones bajo presión, probablemente esperaría antes de anunciar el cambio.

La analista política rusa Tatiana Stanovaya dijo que el motín de Prigozhin “no era un asalto al poder ni un intento de tomar el Kremlin”, sino un esfuerzo desesperado en su creciente rivalidad con los líderes militares rusos.

“Prigozhin se vio obligado a salir de Ucrania y se encontró incapaz de mantener a Wagner como hacía antes, mientras la maquinaria del estado se volvía en su contra», escribió en un comentario en Twitter. “Para redondearlo, Putin le estaba ignorando y apoyaba públicamente a sus adversarios más peligrosos”.

Stanovaya señaló que si bien Prigozhin podría salir de la crisis con vida, no tendría un futuro político en Rusia bajo el mando de Putin.

Las diferencias de Prigozhin con los mandos militares se remontaban años atrás, a la intervención militar rusa en Siria, en la que también participó el Grupo Wagner. Escaló de forma drástica en los últimos meses durante los combates en Bájmut.

Estados Unidos tenía información sobre que Prigozhin llevaba un tiempo acumulando fuerzas cerca de la frontera con Rusia, lo que apuntaba a que la revuelta podría haberse preparado con antelación. Eso chocaba con las afirmaciones de Prigozhin sobre que su rebelión respondía a un ataque del ejército ruso contra sus campamentos en Ucrania el viernes, en el que dijo que había muerto un gran número de sus hombres.

El Ministerio de Defensa negó haber atacado los campamentos.

Aún no estaba claro qué supondría la rebelión de 24 horas para la guerra en Ucrania, aunque hizo que parte de las mejores tropas de Rusia fueran retiradas del campo de batalla: las tropas de Wagner, que demostraron su eficacia en Bájmut, la única victoria terrestre el Kremlin en meses, y los soldados chechenos enviados a detener su marcha hacia Moscú.

El rápido avance de los hombre de Wagner, casi sin oposición, dejó al descubierto puntos flacos en la seguridad y el ejército ruso. Según reportes, los mercenarios derribaron varios helicópteros y un avión militar de comunicaciones. El Ministerio de Defensa no ha hecho comentarios al respecto.

El Ministerio británico de Defensa, dijo que Ucrania ha “ganado impulso” en torno a Bájmut, con progresos al norte y el sur de la localidad.

“Hay pocas evidencias de que Rusia mantenga una reserva operativa de fuerzas terrestres significativas que puedan utilizarse para reforzar contra las múltiples amenazas que enfrenta ahora en sectores muy separados”, indicó en un parte diario sobre la guerra.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y líderes de varios aliados europeos de Ucrania comentaron los sucesos en Rusia durante el fin de semana, aunque las autoridades occidentales han sido comedidas en sus declaraciones públicas.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que “los hechos del fin de semana son un asunto interno ruso”.

En declaraciones en Vilna, Lituania, dijo que la crisis era “otra demostración del gran error estratégico que cometió el presidente Putin con su anexión ilegal de Crimea y la guerra contra Ucrania”.

El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, dijo a la prensa antes de una cumbre de ministros de Exteriores de la UE en Luxemburgo que la revuelta mostraba que la guerra está “resquebrajando el sistema político ruso”.

“El monstruo que creó Putin con Wagner, el monstruo le está mordiendo ahora”, dijo Borrell. “El monstruo actúa contra su creador”.