Día de los muertos: cuál es el origen y por qué se celebra

El Día de los Muertos, sin duda alguna, es una de las celebraciones más representativas de México y la fecha surgió de las tradiciones prehispánicas y católicas, que se llevan a cabo los días 1 y 2 de noviembre.

En la cultura precolombina, el culto a la muerte era un poco más sangrienta, sin embargo, con la llegada de los españoles y la evangelización esta fecha trascendió al Día de los Muertos. 

¿Por qué se celebra el Día de los Muertos? 

Esta tradición se basa principalmente en la creencia indígena en la que las almas de los difuntos regresan una noche al año al mundo de los vivos para convivir con sus seres más queridos. 

 

Muchos en ese día hacen altares a sus seres queridos que han fallecido, con flores de cempasúchil, incienso, música y con las bebidas y alimentos favoritos de esos seres que ya no están en el mundo terrenal. 

La importancia de esta fecha es tan grande que desde el año 2008 la Unesco decidió proclamarlo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Los países que lo celebran

Tradicionalmente México es el pionero en la celebración del Día de los Muertos, sin embargo, varias ciudades de Estados Unidos como Los Ángeles, Chicago, San Francisco, Fort Lauderdale, Albuquerque, Austin y San Diego también hacen actividades interesantes relacionadas con esta celebración.

 

En esta fecha no hay tristeza, al contrario, solo se vive la dicha de poder disfrutar con los que ya se fueron y sentirlos al ladito, al menos por 24 horas.

 

La Noche de Brujas: Halloween

Muchas personas asocian a Estados Unidos el origen de la noche de Halloween, cada día más festejada en España. Sin embargo, su inicio se remonta mucho más atrás en el tiempo: hace más de 3 000 años, según la Universidad de Oxford.

 

 

A finales de otoño, los antiguos pueblos celtas conmemoraban el final de la cosecha con una gran ceremonia que coincidía con el final del año céltico. Esta fiesta, bautizada como Samhain – cuyo significado es final del verano -, servía para despedir a Lugh, el dios del Sol y dar la bienvenida al otoño.

 

La caída de las hojas durante esta estación señalaba entonces el inicio de un ciclo y la finalización de todo lo anterior, y eran típicos los rituales que tenían un carácter purificador para despedir el año.

Esta fecha marcaba también el momento en el que los días comenzaban a hacerse más cortos y las noches más largas, pero tal y como ocurría en muchas culturas prehispánicas, también se creía que los espíritus de los muertos salían de los cementerios y paseaban por las calles durante esa señalada noche.