Recortes resaltan identidad racial en matrículas escolares

AP
Washington Hispanic

uego de trabajar como voluntaria durante casi una década en la escuela secundaria de Los Ángeles donde estudian sus hijos, Carol Convey fue notificada de que el número de maestros sería repentinamente reducido.

¿El problema? La escuela tenía demasiados estudiantes blancos.
Para Convey, comunidad multiétnica y diversa no parecía distinta que antes, así que se preguntaba si sus vecinos habían cambiado o si lo único diferente era la manera en que ellos se identificaban en documentos oficiales.

La interrogante ha generado un agitado debate en el segundo distrito escolar más grande del país, que conforme a un acuerdo judicial establecido hace décadas ofrece personal adicional cuando más del 70% de los estudiantes provenientes de vecindarios circundantes no son blancos.

En todo el país, los distritos escolares vienen luchando desde hace mucho con la desegregación y probando una serie de políticas como reconfiguración de demarcaciones, apertura de escuelas para estudiantes sobresalientes y énfasis de recursos en instalaciones con estudiantes no blancos.

A principios de este año, padres de alumnos de la secundaria Walter Reed, en Los Ángeles, quedaron estupefactos tras enterarse que la escuela _conocida por su programa para alumnos sobresalientes, sus academias de aprendizaje especializado y su diverso estudiantado de 1.600 alumnos_ ya no cumpliría con los requisitos para recibir personal adicional debido a un repunte en la inscripción de estudiantes blancos.

Funcionarios del distrito no pudieron establecer una razón clara por el cambio demográfico, que data de hace dos años.

Pero algunos padres dudan de que haya ocurrido un gran cambio, y dicen que tienen amigos que no proporcionaron a la escuela información racial de sus hijos por temor a que sean catalogados como alumnos que aprenden inglés y estén sujetos a más exámenes.

Ahora, estos padres están siendo alentados a cambiar sus respuestas sobre raza e identidad étnica de sus hijos para reflejar con mayor claridad su origen _y Convey señala que más de una docena de padres han manifestado su interés en hacerlo.

«Ellos tienen la percepción de que quizás tienen que evitarlo, esconderlo o no compartirlo porque podría afectarles de alguna manera», afirmó Convey, fundadora de un grupo de padres que apoya a la escuela. «Hemos tenido que informarles y decirles, ‘No, no, no, gente. Nuestros fondos dependen de que seamos diferentes, así que escribamos eso. Digámoselo a todos. Celebremos esto'».

Las conversaciones destacan el papel crítico que juega la raza en las decisiones educativas aun cuando los cuestionarios que se usan para determinar la identidad muchas veces parecen inadecuados o confusos para quienes los llenan.

También sugiere que algunos padres podrían estar respondiendo los formularios con base en lo que creen será más beneficioso para sus hijos, escogiendo entre enfocarse o restarle importancia a su identidad.

Thomas A. Sáenz, presidente del Mexican American Legal Defense and Educational Fund, dijo que no sabe de padres que hayan cambiado deliberadamente sus respuestas en formularios de matrícula, pero el incentivo para hacer esto existe en el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles dado que los estudiantes blancos tienen mejores oportunidades para ingresar a algunas escuelas para alumnos sobresalientes, creadas para fines de desegregación.

Alrededor de tres cuartas partes de los estudiantes del Distrito Unificado de Los Ángeles son hispanos, y menos de 10% se identifica como blanco, de acuerdo con información del distrito. Eso es un marcado cambio en comparación a 1978, cuando el distrito propuso un acuerdo judicial para acabar con la segregación en sus escuelas, que por ese entonces eran 39% hispanas y 30% blancas.

Como resultado, hoy el 88% de las escuelas del Distrito Unificado de Los Ángeles recibe el personal adicional para mantener clases con pocos estudiantes, indican cifras estadísticas del distrito.

Cada año, un puñado de escuelas pierde o gana personal cuando la población en su área cambia.

Funcionarios del distrito, sin embargo, dicen que ellos no creen que haya padres que mientan sobre la raza o identidad étnica de sus hijos, sino que la información recogida durante dos años refleja cambios en los vecindarios circundantes o en la cantidad de niños que asisten a escuelas locales.

«Creo que la gente está orgullosa de su identidad», dijo Greg McNair, jefe de negocios del distrito y asesor para asuntos de acatamiento de normas. «La gente está conforme con quién es, quiere ser quien es (y) no quiere fingir ser diferente».

En respuesta al clamor de los padres, el distrito ha reajustado los fondos para mantener a todos excepto un maestro que la escuela habría perdido debido a los cambios demográficos, agregó.
Entre tanto, los padres planean informar a las familias de Reed sobre los formularios de matrícula y exhortar a realizar cambios a quienes hayan omitido información al matricular a sus hijos en primaria.
Ellos esperan que la información demográfica de la escuela luego se revierta, para hacer que Reed vuelva a ser apta para el programa de desegregación.

Hasta ahora, varios padres de alumnos han pedido revisar sus documentos de matrícula en la escuela, dijo Bárbara Jones, una portavoz del distrito.

Verónica González, madre de un estudiante en Reed, dijo que ella entiende por qué algunos padres consideran que los formularios son confusos. Cuando se le preguntó si su niño es hispano, ella respondió «sí», pero más adelante, en otra pregunta sobre raza, ella no supo qué responder, así que tachó una de las otras casillas y escribió «hispano».

Los padres inherentemente tratan de hacer lo que creen es mejor para sus hijos, pero muchas veces no tienen toda la información necesaria sobre cómo se usan esos datos, dijo Lisa García Bedolla, profesora de la facultad de posgrado en Educación en la Universidad de California en Berkeley.

«Tratamos esto como si fuera un archivo burocrático, pero la realidad es que lo que marques es importante», aseguró.