La nueva política migratoria sacude vidas en Cuba
En apenas una semana el joven ingeniero Marcos Marzo pasó de transitar en su pequeña moto eléctrica por las calles de achaparradas construcciones del Vedado habanero a desandar las mega carreteras de Florida, asombrándose ante las moles de edificios continuos y el gigantismo de los hipermercados.
El sábado 21 de enero un familiar suyo le informó que había aplicado por Internet para patrocinar su viaje tal como lo exige el nuevo programa conocido como “parole” —por su nombre en inglés— para emigrantes cubanos, lanzado por la administración del presidente Joe Biden.
Un día después, ya se había confirmado el caso y el lunes estaba aprobado.
Con su autorización impresa en la mano, cara circunspecta y una pequeña maleta azul, Marzo, de 25 años, se montó el viernes 27 en un avión camino a Hialeah, en el condado de Miami-Dade.
Desbordado por miles de cubanos agolpándose en su frontera sur luego de realizar una peligrosa travesía centroamericana y ante el incremento de barcos rústicos en el Estrecho de la Florida, Washington aprobó a comienzos de enero un cambio en su política de recepción para exigir a los migrantes cubanos un permiso o “parole” en línea gestionado antes de llegar y contar con el respaldo de un conocido en Estados Unidos.
Aunque esta normativa funciona también para nicaragüenses, haitianos y venezolanos, en Cuba fue rápidamente acogida por sus ciudadanos ocasionando búsqueda de patrocinadores, viajes inesperados y colas para conseguir documentos. El programa pretende ser un disuasivo ante la migración por la arriesgada ruta a través de México –plagada de traficantes de personas— que también ayude a ordenar el flujo hacia el norte, aunque esto se lograría en la medida en que la situación de la economía en la isla mejore.
“Esta opción ha llegado como una luz”, expresó a The Associated Press el joven Marzo antes de salir de La Habana donde vivía con sus padres y mientras trataba de poner un poco de orden en sus ideas –y sus pendientes– sobre lo que ya sabía que sería un parteaguas personal.
“Ha sido un proceso muy duro, que en siete días te cambie la vida así, tan drásticamente, te llena de esperanzas, pero a la vez hace que uno se sienta fatal”, agregó el ingeniero que hasta ese momento trabajaba para una empresa estatal y colaboraba con una de las pequeñas y medianas empresas recién aprobadas por el gobierno.
Su sueño, ahora en Estados Unidos, es hacer un máster en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y desempeñarse como ingeniero, su pasión.
En contraste, muchos cubanos verán diluirse sus esperanzas de salir al carecer de un patrocinador en Estados Unidos, lo que los deja fuera del programa.
Hasta la implementación de la nueva regulación el 5 de enero, los cubanos que llegaban a la frontera norte de México obtenían permisos que les permitían el ingreso a territorio estadounidense y su situación solía terminar un año después con el acceso a beneficios como refugiados al amparo de la Ley de Ajuste Cubano, una norma de los años 60 de fuerte connotación política.
Con la nueva política que dio a conocer la administración Biden, se aceptarán 30.000 migrantes mensualmente de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití mediante un procedimiento de “parole” iniciado en línea por un patrocinador en Estados Unidos –un amigo o un familiar— para el migrante. Estarán autorizados para trabajar por el término de dos años, mientras esperan a completar la residencia legal permanente.
Sin embargo, quienes se arriesguen a llegar a las fronteras sin el permiso –ya sea por tierra o por mar- se enfrentan a ser deportados de manera expedita y a no poder ingresar en territorio norteamericano durante cinco años.
Al cambio en las reglas migratorias sobrevino en Cuba una búsqueda frenética de patrocinadores que derivó además en un torrente de “memes” o chistes que atestaron las redes sociales. Ironizaban sobre el redescubrimiento de primos lejanos o de tíos desconocidos residentes en Estados Unidos, así como con bromas sobre parientes en Florida que cambiaban súbitamente sus líneas de teléfono para no ser importunados. La embajada de Estados Unidos en Cuba exhortó a los isleños a ser cuidadosos para evitar fraudes y casos de trata de personas en el proceso.
Según estadísticas de las autoridades fronterizas de Estados Unidos, en el año fiscal 2021-2022 –que comenzó en octubre del 2021 y finalizó en septiembre 2022— los oficiales detuvieron en el límite fronterizo con México una cifra récord de 224.000 encuentros con migrantes cubanos. Una persona podía intentar pasar varias veces, pero en la realidad pocos cubanos eran rechazados.. En octubre de 2022 fueron 29.878; en noviembre, 35.881 y en diciembre, 44. 064.
La Guardia Costera interceptó, además, a 6.182 cubanos tratando de llegar por mar en el mismo año fiscal de referencia, a los que se sumaron 4.795 en los últimos tres meses.
Esa intensidad migratoria hasta ahora nunca registrada, se produce en el contexto de una seria crisis económica en la isla, ocasionada por una mezcla dramática entre la paralización económica de la pandemia —y su lenta recuperación—, las ineficiencias de una reforma financiera local y el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos que, según las autoridades, buscan asfixiar a isla para presionar al gobierno a un cambio de modelo político.
Apagones, desabastecimiento, inflación, largas colas para cargar combustible y dolarización marcaron parte del 2021 y del 2022 en Cuba, al tiempo que la crispación ciudadana encendió las primeras manifestaciones en décadas con miles de personas demandando desde el cese de los cortes de luz hasta algunos pedidos de reforma.
Todavía faltan muchas respuestas sobre detalles del programa, tal como la cantidad de migrantes -de los 30.000 en total- que se atribuirán a cada nacionalidad.
Pero el mero anuncio fue polémico en Cuba y se convirtió en los últimos días en el centro de atención en la isla. El boom migratorio de los meses pasados hizo que muchas personas se encontraran en el momento de la noticia —a comienzos de enero— aún en tránsito o, incluso, que ya hubieran vendido casas y vehículos para emprender la travesía en Nicaragua –que no les exige visas de entrada—y continuarla por Centroamérica y México, expuestas a toda suerte de accidentes o secuestros a manos de bandas delincuenciales.
“Es una oportunidad única, lo más preciado que existe es la vida y muchas personas estarían salvando su vida”, dijo a AP Yudith Cardozo, ama de casa de 46 años, cuando se le preguntó por algún aspecto positivo de la nueva política. “Nicaragua es un riesgo total, México… Toda esa travesía es un riesgo total”.
El propio ingeniero Marzo reconoció que había considerado migrar por la ruta de “los volcanes”, como popularmente le dicen los cubanos a la odisea centroamericana de más de 6.000 kilómetros. Pero sus padres lo disuadieron de correr ese peligro.
Se desconoce la cantidad de personas que ha fallecido en esa ruta.
Cardozo, por su parte, entrevistada mientras realizaba trámites frente a una oficina estatal para obtener partidas de nacimiento y el certificado de antecedentes penales indicó que un familiar en Estados Unidos había iniciado su trámite como garante para ella, su hijo de 16 años y su esposo, pero a diferencia del ingeniero Marzo en tres semanas no habían aún obtenido respuesta.
En la confusión sobre los requisitos y las demoras, decenas de interesados comenzaron a solicitar pasaportes y toda clase de documentos de identidad, abarrotando las dependencias públicas. Algunas personas se formaron en filas desde el amanecer y hasta se hicieron escasos los timbres postales necesarios para realizar los trámites que eran revendidos a precio exorbitantes, constató la AP.
Muchos ciudadanos reclamaron dichos documentos para presentarlos “por si acaso”, reconoció Cardozo y algunos otros entrevistados.
El ingeniero Marzo aclaró que para su proceso sólo le habían solicitado su pasaporte vigente y el permiso de viaje que se le envió por correo electrónico, luego de que se aprobara la aplicación iniciada por su patrocinador y al cual AP tuvo acceso.
A inicios de semana, el jefe del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, expresó satisfacción con la nueva normativa y dijo —apoyándose en datos preliminares— que en el tiempo de vigencia de la medida hubo una disminución de 97% de encuentros de oficiales en frontera con los grupos nacionales implicados.
Algunos expertos defienden el programa pero creen que dado el origen de la migración y que tiene que ver principalmente con dificultades económicas, esta realidad es la que debe mejorar para lograr una verdadera contracción de las cifras récord de salidas.
El plan ha sido cuestionado por políticos republicanos en Estados Unidos.
El uso generalizado en la administración de Biden de la política migratoria “parole” en casos humanitarios ha sido criticado enérgicamente por defensores de políticas de inmigración más restrictivas, entre ellos, Stephen Miller, un exconsejero superior del presidente Donald Trump. Texas y otros 19 estados controlados por los republicanos han recurrido para suspender la aplicación de la política argumentando que equivale a una amnistía para 360.000 personas al año. La mayoría de los de tendencia de izquierda saludan la nueva política migratoria pero advierten de que no debe convertirse en un reemplazo del asilo.
“El programa que anunció la administración Biden ayudará en cierta medida a que la migración cubana sea más segura, ordenada y legal ”, explicó William LeoGrande, un politólogo experto en Cuba de la American University, en Washington. «Pero la cantidad de cubanos que están tratando de venir a Estados Unidos en este momento es tan enorme que el programa de ‘parole’ no es lo suficientemente grande para satisfacer la demanda”.
Para el académico, además, medidas como la reactivación de la reunificación familiar o la autorización de envío de remesas, retomadas el año pasado por Biden junto con una mejora en los ingresos de Cuba por turismo y un alivio en la situación económica general de la isla, podrían contener el dramático flujo hacia el norte.