Congreso aprueba subsidio para empresas de microchips
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el jueves un paquete de 280.000 millones de dólares para estimular la industria nacional de semiconductores y la investigación científica con el fin de crear más empleos de alta tecnología en Estados Unidos y ayudar a competir mejor con China y otros rivales.
La cámara baja del Congreso aprobó la medida por un margen de 243-187, con lo que la iniciativa de ley pasa a la Casa Blanca para su firma por el presidente Joe Biden y le da a éste una importante victoria política. Veinticuatro legisladores republicanos votaron a favor de la ley.
Los oponentes republicanos argumentaron que el gobierno no debería gastarse miles de millones de dólares en subsidiar a la industria de semiconductores, y la dirigencia republicana en la cámara baja recomendó votar contra la medida, diciendo que la misma proveería subsidios enormes y exenciones fiscales a una industria «que no necesita dádivas gubernamentales adicionales”.
El representante republicano Guy Reschenthaler dijo que la forma de ayudar a la industria sería con recortes de impuestos y menos regulaciones federales, “no escogiendo ganadores y perdedores” con subsidios, una descripción que el representante demócrata Joseph Morelle dijo era demasiado estrecha.
“Esto afecta a todas las industrias en Estados Unidos”, alegó Morelle. “Por ejemplo, General Motors anunció que tiene 95.000 automóviles en espera de microchips. Así que, ¿quieres aumentar el suministro de bienes a la gente y ayudar a bajar la inflación? Esto se hace para incrementar los suministros en todo Estados Unidos en cada industria”.
Algunos republicanos dijeron que consideraban la medida importante para la seguridad nacional. El representante Mike McCaul, el republicano de mayor rango en la Comisión de Relaciones Exteriores, dijo que era clave para proteger la capacidad de semiconductores en Estados Unidos, que él dijo es demasiado dependiente de Taiwán para los chips más avanzados. Eso pudiera resultar una vulnerabilidad si China trata de tomar la isla autónoma, que Beijing considera una provincia separatista.