Caravana de migrantes decidida a llegar a Ciudad de México
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Washinton Hispanic
Antes del amanecer cientos de migrantes comenzaron a recorrer el lunes el tramo más largo y ambicioso de su caravana: casi 300 kilómetros hasta la Ciudad de México, donde esperan negociaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos que les permitan llegar a la frontera estadounidense.
José Hueso, un soldador de 51 años de San Pedro Sula, Honduras, sostuvo que no aceptará nada más que llegar a la frontera. “La Ciudad de México es una escala para esperar mientras nos abren el camino para el norte”, dijo a The Associated Press.
Incapaz de encontrar trabajo en su ciudad, con una alta tasa de criminalidad, Hueso espera enviar desde allí dinero a sus dos hijos. Cubriéndose del frío de la mañana con un suéter donado, reflexionó sobre el largo viaje por delante.
“Puede que no lleguemos a México…puede que agarremos todo el camino de un jalón…. Pero no hay que separarse de la caravana, nunca, es nuestra seguridad”.
Yuri Juárez, de 42 años y quien cerró su cibercafé en Villanueva, Guatemala, después de ser asaltado y extorsionado por miembros de una pandilla, sopesó sus opciones: solicitar asilo en México o Estados Unidos.
“Yo sé que la violencia está más fuerte en Honduras. Yo sé que las posibilidades de que me den asilo en los Estados Unidos son muy bajas. Pero yo no puedo trabajar desde que me saquearon todas mis computadoras”, dijo. Incluso antes del robo tenía que pagar 100 quetzales por día (unos 13 dólares) a la pandilla para poder mantener abierto su negocio y, así y todo, una vez irrumpieron en su café y le robaron a todos sus clientes.
El presidente estadounidense Donald Trump ha ordenado el despliegue de tropas en la frontera con México en respuesta a las caravanas. Más de 7.000 efectivos recibieron indicaciones de apostarse en Texas, Arizona y California. El mandatario tiene pensado firmar un decreto la próxima semana que podría derivar en la detención a gran escala de los migrantes que crucen la frontera y prohibir que solicite asilo todo aquel que ingrese ilegalmente al país.
La marcha del día a la Ciudad de México comenzó con complicaciones: los migrantes bloquearon brevemente el tráfico en la transitada carretera para suplicar a los camioneros que pasaban por ahí que los llevaran, pero ninguno se detuvo.
Algunos lograban parar los camiones y montarse, pero dependían de la buena fe de los choferes. Algunos camioneros le pedían a la policía que hiciera descender a los migrantes.
Después de caminar 15 kilómetros y hacer dedo, los migrantes comenzaron a sentir el trato más distante de los habitantes del centro de México. El reparador de calzado desempleado Rafael Leyva estuvo con un par de cientos de migrantes en una cabina de peaje cerca de Fortín esperando durante 45 minutos que alguien le diera un aventón. “Como que en Oaxaca, Chiapas, la gente ayuda más”, dijo a AP.
Los migrantes comenzaron a detener a los camiones para subirse. Pero las condiciones eran inseguras y la lucha por un lugar dejó atrás a algunos como Sergio Cazares, de 40 años. El hombre oriundo de San Pedro Sula quedó parapléjico tras golpearse la cabeza al zambullirse en un río varios años atrás. Cazares quiere llegar a Estados Unidos para someterse a una operación que le permita caminar nuevamente, pero su amigo César Rodas, de 24 años, que ha empujado su silla de ruedas durante 24 días por tres países, no puede llevarlo en un vehículo cargado con 150 migrantes. “No, no lo podemos subir, está muy lleno”, dijo Rodas. “Quiero llegar a los Estados Unidos para una operación, es mi única esperanza”, suplicaba Carranza.
En una ruidosa votación oral el domingo por la noche dentro de un gimnasio en la ciudad de Córdoba, unos 1.000 integrantes de la caravana de migrantes votaron para intentar llegar a la capital el lunes a pie o a dedo. Córdoba está a 286 kilómetros de la Ciudad de México por la ruta más corta y este sería el tramo más largo recorrido por la caravana en un solo día desde que comenzó su travesía hace más de tres semanas.
Los aproximadamente 4.000 migrantes prevén reagruparse en la capital mexicana, donde buscarían atención médica y descanso.
La caravana ha encontrado fuerza en su tamaño mientras se dirige al norte: atrae la atención, por lo que los residentes de los poblados salen para ofrecerles alimentos, agua, ropa limpia y zapatos.
Carlos Aguilera, de 37 años, llevaba en los hombros a Diana, una iguana verde que ha sido la mascota de la familia, mientras caminaba junto a su esposa, sus tres hijos y tres sobrinos que llegaron de Cholureca, Honduras.
Aguilera le dijo a su familia que si emprendían el viaje lo harían todos, incluso la iguana. “Es una mascota, me daban mil (pesos mexicanos, unos 50 dólares) ayer pero no los quise agarrar. Me sentí con pesar porque no sé si la iba a querer o se la iba a comer. Hace falta el dinero, pero ella es la mascota”, dijo Aguilera.
Mientras la familia camina la gente se acerca a tocar al reptil de casi un metro de largo que Aguilera lleva en la espalda.
Aunque la mayor parte de la caravana llegó el domingo a la ciudad colonial de Córdoba en la franja azucarera de Veracruz, donde fue recibida con música y bailes caribeños, algunos migrantes siguieron adelante hacia la Ciudad de México. Allí arribaron a un gran estadio al aire libre y se recostaron en las gradas mientras veían a mexicanos jugar al fútbol.
Empleados de la ciudad ofrecieron comida caliente en platos desechables a los migrantes, algunos de los cuales se habían subido a camiones de carga para acelerar su llegada a la capital.
Más atrás, otros migrantes que se adelantaron a la caravana principal descansaron en una iglesia en Puebla, una ciudad ubicada aproximadamente a la mitad de camino entre Córdoba y la Ciudad de México.
No está claro a qué parte de la frontera de Estados Unidos se dirigirá la caravana ni cuántos lo harán por sí solos.
La mayoría de los migrantes siguen convencidos de que viajar en grupo es su mejor esperanza de llegar a territorio estadounidense. En su mayoría los migrantes huyen de la pobreza, la violencia de las pandillas y la inestabilidad política en Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
México se enfrenta a la situación sin precedentes de tener a tres caravanas migrantes en un tramo de 500 kilómetros de carretera entre los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz. El grupo más grande fue el primero en ingresar a México y le siguió otro de unas 1.000 personas que cruzó desde Guatemala la semana pasada. Un tercero de aproximadamente el mismo tamaño el viernes vadeó el río Suchiate en la frontera.
La Secretaría de Gobernación calculó el fin de semana que en total hay más de 5.000 migrantes actualmente en el sur de México que se mueven en caravanas o en grupos más pequeños. Indicó que en las últimas semanas 2.793 han solicitado refugio y unos 500 han pedido asistencia para regresar a sus países de origen.