Saber nadar podría evitar muertes infantiles en Bangladesh

Washington Hispanic

AP

na niña de 11 años que tenía miedo de acercarse al agua está aprendiendo a nadar para evitar ser uno de los 50 niños que mueren a diario en los cientos de canales, ríos y arroyos que cruzan Bangladesh.
Al saber nadar “si caemos en algún peligro… podríamos salvar nuestras vidas”, dijo la niña.

Una de las causas más comunes de muerte en los niños de Bangladesh es por ahogamiento. Cerca de 18.000 niños menores de 18 años fallecen por esa causa cada año en el país, y 43% de los decesos son de menores de 5 años, de acuerdo con un estudio del gobierno publicado en 2011.

Samela Begum, una ama de casa, dijo lamentar profundamente no haberse asegurado que sus hijos pudieran nadar, luego de que perdió a sus dos hijos y su sobrino en un río cerca de un pueblo donde vive su abuelo, no lejos de la capital Daca en mayo.

En un esfuerzo para ayudar a las madres como Begum, una organización británica de beneficencia se unió a un grupo de investigadores de Bangladesh para ofrecer clases de natación a niños de familias rurales pobres en una aldea agrícola.

“Nosotros consideramos que aprender a nadar es una vacuna para prevenir la muerte de los niños”, dijo Aminur Rahman, principal investigador del Centro para la Prevención e Investigación de Lesiones, con sede en Daca, el cual también ofrece clases de natación en otros pueblos de Bangladesh y en la capital. Otros grupos también han comenzado a implementar programas similares en las Filipinas y Vietnam.

La organización británica _con sede en Kent y nombrada The Sreepur Village, Bangladesh, por el poblado donde presta sus servicios_ recientemente añadió las clases de natación a su programa general que ofrece capacitación en habilidades comerciales a algunas de las 142 madres solteras y a sus 280 niños reclutados de diversas partes del país asiático.

Las madres y los niños viven hasta tres años en Sreepur Village, la cual fue fundada en la década de 1980 por una trabajadora humanitaria británica para ayudar a las mujeres empobrecidas del país y cuenta con viviendas modestas de concreto, áreas de juegos, una clínica y más de 8 hectáreas (18 acres) de terrenos agrícolas.

La idea es enseñarles las habilidades para que cuando regresen a sus comunidades las compartan, especialmente aquellas en los distritos más pobres donde la mayoría de los ahogamientos ocurren cuando los padres están trabajando.