Inmigrantes que no se fían de EEUU ingresan a Canadá a pie

Washington Hispanic

AP

legan de todos los rincones de Estados Unidos, en taxis, con bebés y mucho equipaje, al final de un camino remoto por una zona boscosa del norte del país.

Cuando se acaba el asfalto y aparece un cartel que dice “camino cerrado”, siguen a pie entre arbustos. Cruzan una zanja y se topan con otro cartel en inglés y francés que dice “no se permite cruzar a pie”. Acto seguido son detenidos.

Los siete días de la semana, durante las 24 horas del día, extranjeros que vinieron a Estados Unidos desde todas partes del mundo –Siria, el Congo, Haití y otros sitios– llegan al final de la carretera Roxham Road y cruzan la frontera con Canadá a pie, en la esperanza de recibir garantías que sienten que Estados Unidos ya no les ofrece a los inmigrantes.

“En el país de Trump, nos quieren mandar de vuelta a nuestros países”, dijo Lena Gunja, una niña de 10 años del Congo que hasta la semana pasada vivía en Portland, Maine. Viajaba con su madre, su padre y una hermanita menor. “No queremos que nos pase eso, queremos una buena vida. Mi madre dice que quiere darnos una buena vida”.

El paso registra tal movimiento en el verano boreal, que la policía canadiense instaló un centro de recepción en la comunidad de Saint-Bernard-de-Lacolle, en Quebec, unos 50 kilómetros (30 millas) al sur de Montreal y a 480 kilómetros (300 millas) al norte de la ciudad de Nueva York.

El centro incluye carpas que han aflorado a lo largo de las últimas semanas en las que los migrantes son procesados antes de ser entregados a la Agencia de Servicios Fronterizos, que analiza sus pedidos de asilo.

La Policía Real Montada de Canadá está instalando un servicio eléctrico y baños portátiles. Se alimenta a los migrantes y una vez iniciado el trámite de asilo son trasladados a su siguiente destino en autobús.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue que este rincón perdido de la frontera, donde no hay un cruce oficial, pasó a ser el sitio favorito de estos migrantes. Pero cuando comenzaron a llegar, se corrió la voz por las redes sociales.

Bajo un acuerdo firmado por Estados Unidos y Canadá en el 2002, los migrantes que piden asilo deben solicitarlo en el primer país al que llegan. Por ello, si ingresasen a Canadá por un puerto de frontera, serían enviados de vuelta a Estados Unidos, para que pidan asilo aquí.

Pero si ingresan por otro sitio que no tenga un puesto fronterizo, como Roxham Road, pueden solicitar asilo en Canadá.

Muchos llegan en autobuses a Plattsburgh, Nueva York, unos 32 kilómetros (20 millas) al sur. Otros lo hacen en avión y también en los trenes de Amtrak. A menudo los taxis llevan a la gente hasta la misma frontera. Otros se bajan un poco antes y siguen a pie, arrastrando sus equipajes.

El camino está lleno de pasajes de autobús mojados por la lluvia, en los que cuesta distinguir los puntos de origen. Uno dice “Jacksonville”, probablemente en la Florida.

Una familia siria dijo que llegó en avión a la ciudad de Nueva York con visa de turista y de allí fue a Plattsburgh, donde tomó un taxi hasta la frontera.

Los migrantes afirman que predomina la sensación de que en la era de Donald Trump, que quiere prohibir el ingreso de gente de algunos países con mayoría musulmana, Estados Unidos ya no es el destino ideal para los desposeídos del mundo. Ese sitio es ahora la Canadá del primer ministro Justin Trudeau.

Muchos de los que cruzan la frontera a pie son haitianos. El gobierno de Trump dijo que planea suspender este año un programa humanitario vigente desde el terremoto del 2010 en Haití que daba a los haitianos permiso para permanecer en Estados Unidos temporalmente.

“Si vuelvo a Haití, los problemas se duplicarán”, manifestó Medynen Milord, de 47 años, quien dice que debe trabajar para sostener a su familia. “Mi esperanza es tener una vida mejor en Canadá”.

Jean Rigaud Liberal, de 38 años, dijo que estuvo en Estados Unidos siete meses, en la Florida. Se enteró del cruce de Roxham Road a través de Facebook y decidió ir a Canadá. “Canadá será mejor que Estados Unidos”.

“No nos sentimos a gusto en Estados Unidos. Queremos una vida mejor. No queremos regresar a Haití”, indicó.

Del lado estadounidense de la frontera, agentes de la Patrulla de Fronteras revisan a veces los documentos de los migrantes, pero dicen que no tienen recursos para revisar los de todos los que pasan por allí.

Además, según el supervisor de operaciones especiales Brad Brant, “nuestra misión no es impedir que la gente se vaya”.

Hay gente que ingresa a Canadá a pie por otros puntos, pero la gran mayoría lo hace a través de la Roxham Road.

Francine Dupuis, directora de un programa costeado por el gobierno que ayuda a quienes piden asilo, dijo que su organización calcula que 1.174 personas ingresaron a Quebec el mes pasado, comparado con las 180 de julio del 2016. Tan solo el domingo pasado ingresaron 400 personas, de acuerdo con autoridades de ambos países.

“Lo único que tienen que hacer es cruzar la frontera”, expresó Dupuis. “No podemos controlarlo. Vienen de a cientos. Y parece que cada día llegan más”.

Canadá dijo la semana pasada que planea alojar a algunos migrantes en el Estadio Olímpico de Monteral, que podría recibir miles de personas. Por ahora se habla de solo 450.

En la mayoría de los casos, cuando los migrantes ingresan a Canadá pueden vivir libremente mientras se procesan sus pedidos de asilo, algo que puede demorarse años. Mientras tanto, pueden recibir beneficios públicos.

Brenda Shanahan, parlamentaria oficialista que representa la zona de la frontera, visitó el sitio el lunes. Dice sentirse orgullosa de que su país esté dispuesto a recibir a los desposeídos, pero que no hay garantías de que puedan quedarse.

“El status de refugiado no es seguro, para nada”, destacó.

La legisladora opositora Michelle Rempel, conservadora, sostiene que el gobierno de Trudeau no tiene un plan para lidiar con estos cruces ilegales, por más que se veía venir este aumento en la llegada de migrantes.

“Lo único que escucho es que estamos monitoreando la situación”, manifestó. “El gobierno tiene que preparar un plan para hacer frente a esto ya mismo”.

Rempel dijo que en la actualidad la tramitación de un pedido de asilo puede demorarse 11 años y que la integridad del sistema de inmigración será cuestionada si persiste lo que describió como la “peligrosa tendencia” de cruces ilegales.

El propio Trudeau dijo recientemente que había que hacer cumplir las leyes.

“Somos un país compasivo, pero tenemos un sólido sistema que hay que respetar para proteger su integridad”, expresó.

El haitiano Inancieu Merilien vive en Estados Unidos desde el año 2000, pero se fue a Canadá el mes pasado.

“Hay una gran diferencia aquí. Nos reciben muy bien”, declaró tras dejar el Estadio Olímpico y empezar a buscar una vivienda en comunidad haitiana de Montreal, que es muy grande. “Nos van a alojar en departamentos. Espero que todo salga bien”.